La bailarina Marina Otero / NORA LEZANO

La bailarina Marina Otero / NORA LEZANO

Creación

Marina Otero: un viaje del sexo al amor a través de la danza

La bailarina argentina presenta un díptico punk cargado de sexualidad y poética en el Festival de Otoño

24 noviembre, 2022 00:00

Marina Otero (Buenos Aires, 1984) despuntó en la escena de la danza por su potencia, su fuerza sobre las tablas. Calificada como bailarina punk, todo se truncó por una tremenda lesión que la paralizó, pero no la detuvo.

Con una capacidad de experimentación innata, decidió crear un espectáculo cargado de rabia, Fuck Me. Ella puso a cinco bailarines en escena y sacó toda la frustración que eso le generó. Y mucho más.

Hombres y calma

La artista reconoce que en esta obra, que ha presentado en el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, se desahogó de sus propios fantasmas en sus relaciones con los hombres contra los que cargaba su ira. Luego se calmó.

Love me es la calma. El tiempo de reflexión tras la tormenta, después de la furia. El momento para pensar cómo seguir. Todo sin perder de vista la escenografía radical que la caracteriza y con la que vuelve al festival madrileño estos 25 y 26 de octubre.

--Pregunta: Presentó 'Fuck Me' la semana pasada y esta presenta 'Love Me'. ¿Son piezas contradictorias entre sí o no tanto?

--Respuesta: Lo son y no lo son a la vez. Lo que tienen en común es que hay una continuidad en mi proyecto, pero son opuestas porque Fuck Me es un espectáculo muy grande y Love Me es una pieza mucho más difícil de ver, porque es completamente quieta, estática. Mi voz no está, no hablo, casi no hay movimiento. La obra evidencia mi pensamiento oculto de alguna manera. Fuck Me podría acercarse a una obra de entretenimiento en la que siempre pasan cosas y Love Me a una más minimalista.

--'Fuck Me' es fruto de una lesión que sufrió. ¿Cómo convirtió ese dolor, esa rabia en una pieza poética?

--Iba a ser un solo, pero como me lesiono pongo a cinco intérpretes. El proceso para mí fue muy difícil, quería mostrar el contraste de una vida real imposible en plena pandemia, con una lesión, sin seguro y un paisaje menos hostil. Es una obra que me atraviesa a mí y a todo el equipo, sobre todo, porque es un antes y un después en mi vida de bailarina y creadora. Es la sensación de no poder usar el cuerpo no solo para bailar sino incluso para ir al ensayo. Es una obra que surge de esa imposibilidad y que todo el rato genera movimiento ante la imposibilidad de crearlo.

--Y de allí lo expande a la violencia social e íntima.

--Es una obra atravesada por el dolor, como te dije, y el de los hombres de mi vida, que están en todas mis obras. En este caso son cinco hombres a los que pongo a hacer lo que yo quiero y así le doy la vuelta a ese guante y me vengo de esa disposición mía y de algunas mujeres hacia los hombres. Es un modo de venganza. La cosificación se representa en el caso de unos bailarines, como las mujeres lo somos. Además hablamos de la pérdida de la juventud y cómo no se valora el paso del tiempo. También la historia de mi abuelo como personal de inteligencia de la Marina y que genera conflicto en la familia.

Escena de 'Fuck Me' / ALE CARMONA

Escena de 'Fuck Me' / ALE CARMONA

--Esa cosificación de la que habla, esa juventud y físico requerido, ¿existe también en la danza?

--Sí. Yo me crié con la idea de tener un cuerpo específico y hegemónico para bailar. El cuerpo sirve hasta determinado momento y después ya está, como le pasa a un jugador de fútbol. También hay algo que viene de ahí, pero yo pongo el foco en la relación con los hombres. Y es que siguen los mismos problemas: si eres lindo te va mejor. Una persona de una belleza hegemónica tiene más posibilidades. Un hombre puede ser gordo y pelado y si es inteligente no pasa nada, pero una mujer igual no puede, lo tiene más difícil, está cosificada. Como bailarina, esta lesión viene a transformar la idea de bailarina que tenía sobre mí misma. Se me dio vuelta todo. ¿Qué pasa cuando pierdo el poder de la vitalidad, de un sexo sexualizado? ¿Qué hago? Perdí la idea de identidad. Y hablamos de esa pérdida y dolor por la muerte de las cosas.

--¿Cómo se traslada eso a la danza?

--Mi trabajo tiene mucho texto, por lo general también, porque no sé por qué la danza no me alcanza. A la vez, creamos imágenes poéticas con lo que puede construir una textura o una coreografía. Las coreografías son una idea vintage de la coreo como las de antes. A veces está la palabra y a veces hay una traducción en un vídeo, con la comunicación de esas imágenes en vídeo y los cuerpos en movimiento.

--Y tras ese dolor y ese cuerpo en movimiento a través de otros consigue hacer 'Love Me'.

--Es el tiempo necesario para que el cuerpo entienda. Ya puedo caminar y la pregunta que planteamos es ¿cuál es la nueva forma de moverme? ¿Cómo transmito toda esa furia y todo lo que tengo dentro que siempre fue traducido en la experiencia física con un riesgo alto y con gran tono muscular? Tras una situación así ya no quieres exponerte, pero ¿qué hago con eso? Tal vez Love Me es ese tiempo necesario para pensar cómo sigue la cosa y ver cuál es ese nuevo camino. Quizás Fuck Me tiene que ver con la inmediatez de follar y Love Me, el amor pide tiempo. No hay mejor manera de construir que a través del tiempo. Ahora hay que ver a dónde vamos. 

--También es lo opuesto a la sociedad, ¿no?

--Es exactamente eso, parar para ver. Porque va todo tan rápido que no nos escuchamos y pensar qué hay más abajo de este pensamiento y hacerle preguntas. Porque pareciera que está subestimado el tiempo de espera. Hay que producir, estar y tener éxito. Es necesario el tiempo de escucha, pero a la vez es insoportable el tiempo de espera del pensamiento.

--En ese tiempo para la reflexión, también se critica a sí misma por adoptar el papel de víctima y lo hace extensivo. ¿No es un mensaje algo arriesgado?

--Yo soy una persona que trabaja mucho con la tragedia porque tengo una percepción trágica de la vida. Ese lugar me resultaba muy narcisista, no soy la única que sufre. Observarse desde fuera, observar el mundo te hace ver que hay mucho más sufrimiento. Me apetecía tratar el tema de la victimización, cuando mi percepción del mundo es desde el dolor. Love me también se ríe de eso y te dice que no solo somos víctimas, sino también responsables. Y desde un lugar incorrecto. Porque soy tan responsable que me gusta ir a esas zonas que cuestionen los lugares más moralistas.

Escena de 'Love Me' / MARIANO BARRIENTOS

Escena de 'Love Me' / MARIANO BARRIENTOS

--¿Tiene esa voluntad contradictoria?

--Sí, porque somos víctimas, pero también podemos ser responsables de ese rol. Las identidades son buenas, ayudan y a la vez son malditas porque nos condenan a ciertas repeticiones. En un tema tan delicado como el feminismo, ponerse solo en el papel de víctima te pone en un lugar de buenos y malos, blancos y negros que no me interesan. Me interesan los grises. Somos víctimas, victimarios. Las mujeres no solo somos víctimas de un sistema de mierda, que también, pero asimismo somos violentas. En Fuck Me me pongo en un lugar victimista y en Love Me me pongo en un lugar más maldito. Por eso me pongo en un lugar distinto al que soy en escena.

--Todo eso se enmarca en el proyecto 'Recordar para vivir'. ¿Olvidamos mucho de lo que hacemos?

--Y de dónde venimos. Revisar el pasado, lo que aprendimos. Hemos de entender de dónde venimos, por qué estamos aquí y qué hacemos con eso. El proyecto trata la pregunta de para qué venimos al mundo, sin que haya tampoco una respuesta clara.