El economista Fernando Trias de Bes

El economista Fernando Trias de Bes

Creación

"Hay que denunciar los abusos que se hacen amparándose en los conceptos económicos"

Fernando Trias de Bes presenta ‘El libro prohibido de la Economía. Lo que las marcas, los bancos, las empresas, los gobiernos… no quieren que sepas’

27 octubre, 2015 16:02

El economista Fernando Trias de Bes considera que al ciudadano se le ponen muchas trampas en el mundo de los negocios y el dinero. Por eso ha escrito El libro prohibido de la Economía, con el inquietante subtítulo de Lo que las marcas, los bancos, las empresas, los gobiernos… no quieren que sepas. En él repasa 126 conceptos del ámbito económico que tienen dos posibles versiones: la oficial y la prohibida. Quiere abrir los ojos al lector para que no se deje engañar ni intimidar entre tantas trampas e intereses oscuros. La apuesta le ha supuesto, de entrada, el premio Espasa 2015.

¿Cómo surge la idea de escribir este ‘Libro prohibido de la Economía’?

La idea viene de lejos. En la introducción salgo en defensa de la economía como disciplina. En un momento en que se desprestigia tanto esta disciplina creo que tiene derecho a defenderse. Pretendo realizar un alegato explicando el uso inadecuado o fraudulento que determinada gente hace de algunos instrumentos y conceptos económicos.
La economía se ha explicado siempre desde la versión buenista. Se ha explicado desde la versión oficial. Desde lo académico nunca se ha hablado de la versión deformada o instrumentalizada de las cosas. Me parecía oportuno hacer un libro definiendo como debería ser la herramienta económica y el mal uso que se llega a hacer de ella. Así, la propia economía se defiende y el ciudadano puede comprenderla y mirarla con otros ojos.

Define economista como "persona que vive de la economía"

Cómo lo haga ya es otro cantar. Depende de él. Yo he hecho una crítica muy fuerte a la banca, los gobiernos, los empresarios… no a todos. No se puede generalizar, claro, pero los economistas también tenemos que entonar nuestro propio mea culpa. Es diferente vivir de la economía aprovechándose de ella o fomentando las cosas buenas que tiene como disciplina.

De cada uno de los 126 términos que analiza en el libro plantea una versión oficial y otra prohibida. Salvo en lo relativo a las acciones preferentes, donde encontramos solo la versión oficial

Quería dejar claro que en la propia definición ya se veía de qué iba la cosa. No hacía falta definirlo. Hay veces que parece que queramos que nos engañen. Es como ahora que los tipos están al 0,05. Bastante gente lleva meses ganando un 5%, un 6% o un 7% en los fondos de inversiones. Y piensan que no tienen riesgo. Pero lo hay. Ahora ha habido un batacazo en la Bolsa. Es lógico. Más tipo de interés es más riesgo.

Es una cuestión de falta de cultura financiera o de asimilar de una vez por todas que las inversiones conllevan un cierto riesgo. Por eso he dejado la misma definición –oficial y prohibida– en el caso de las preferentes. Es cierto que seguramente mucha gente ha sido engañada pero también es verdad que muchas veces no quieren oír la verdad.

¿Por qué nos engañan las marcas, los bancos, los gobiernos, los economistas…?

Por dinero, poder y control. Son cosas sinónimas. Dinero es poder y control. Básicamente por ambición. En algunos casos por falta de ética. El engaño nunca está justificado. Donde hay engaño hay aprovechamiento. No siempre hay engaño. A veces hay un envilecimiento, un uso partidista de las cosas.

Lo explico en el apartado de marketing. El marketing no puede engañar porque está muy legislado. Engaña sin mentir. Tergiversa. Aporta solo una parte de la información. Pone un incentivo pero lo recupera más adelante. Entramos en la picaresca. La picaresca siempre ha estado ahí. Cuando se degenera el instrumento, cuando se generaliza, se banaliza, es peligroso.

A lo mejor un banco no tendría que poner un interés marginal sino cobrar un honorario. Lo hace todo el mundo. Yo no estoy en contra de que un banco ponga un tipo de interés adicional. De lo que estoy en contra es de que si el tipo está al 0,05%, los bancos lo pongan al 7%, porque es un margen del 15.000 por cien. Eso empieza a cuestionar la legitimidad de la herramienta. Y me preocupa.

¿Quién defiende al ciudadano de esas trampas que le acechan?

Hay asociaciones de consumidores que hacen una labor muy buena. No pueden cambiarlo todo, también es verdad. Nos defendemos nosotros mismos a través de los blogs, de Internet 3.0. Afortunadamente hoy la gente tiene voz. Antes de comprar un producto, de tomar una decisión, puedes mirar Internet y cada vez el engaño esperemos que tenga menos recorrido. Ahí hay un camino. Ahora bien, yo creo mucho en la educación y en la ética. Al final, necesitamos sociedades responsables donde la ética sea un valor. Las entidades de supervisión, de regulación, tienen que existir pero lo más sostenible es la educación. Llamadme utópico, pero tiene que haber una cierta preponderancia de la gente con buenas intenciones.

¿Hay alguien peor a la hora de engañarnos? ¿Nos engañan más los bancos, las empresas, los gobiernos…?

No me gustaría generalizar. Hay empresas que no engañan, gobiernos que engañan poco o bancos que se aprovechan menos. De todo hay en la viña del señor. Probablemente, el sector más frío es la banca. Por su propia necesidad de supervivencia financiera y su esquema de funcionamiento y mantenimiento es, quizás, la más cruel. No es que sean peores pero detrás hay personas con créditos, hipotecas, dramas, humanos… Es más sangrante.

¿No se podría exigir a los gobiernos que fuesen más contundentes en el control de la banca?

El problema financiero que ha habido en Estados Unidos y Europa ha sido clarísimamente de regulación.

Oyéndole ahora lo consideraría un economista de izquierdas, pero en los apartados donde analiza la tributación se le ve crítico con los impuestos

Los impuestos tienen que estar. El Estado tiene que corregir cosas. Se es muy libre de pensar si soy de izquierdas o derechas. No tengo ideología en ese sentido. Me rijo mucho por criterios lo más objetivos posible, numéricos o no. El Estado tiene que financiar proyectos, carreteras, infraestructuras, gente necesitada…

Nunca hay que perder de vista que hay que ayudar a los seres humanos que tienen necesidades. Pero llega un momento en que nos salimos de madre. La presión fiscal sobre un ciudadano medio de España es del 80% y no hay suficiente. Hay ineficiencia, corrupción… Los estados ineficientes y corruptos deslegitiman los propios impuestos.
Es lo mismo que decía de los intereses, pero al revés. Es la gran reflexión del libro. Los impuestos son instrumentos que están ahí y que los economistas sabemos que son necesarios pero hay un abuso tan pernicioso que los acabas cuestionando.

¿Tenemos que ir por la vida desconfiando de todo y de todos?

No. Tenemos que hacer una labor educativa. Tenemos que abrir los ojos y saber que si no se pone atención luego llegan los populismos, los extremismos, los fascismos,… Es una cuestión seria. No se trata de decir que todo es una porquería pero es bueno que se hable claro y contribuir a enseñar a la gente que esos abusos existen.

¿Hay algún indicio de que esa propensión a engañar al ciudadano se va corrigiendo?

Creo que sí. No me gusta mucho entrar en política pero es cierto que hay una pérdida del bipartidismo PP-PSOE en España por causas políticas, económicas, sociales,… Hay una segunda generación de derecha e izquierda que está emergiendo y cada una busca sus referentes. Hay una parte de ciclo de vida. Pienso que todo lo que está sucediendo en política es un reflejo muy claro de que se va reaccionando, corrigiendo,… Por suerte, hay labor en marcha.

Pone en cuestión también la opción europea. Por lo menos pone en la picota la labor del Banco Central Europeo.
La Unión Europea es una unión política muy extraña. No se puede aguantar tal como está. Es imposible. O se unifican políticas fiscales y se buscan unos órganos de gobiernos más eficientes, no tan burocráticos o es imposible que funcione. Una gestión de la economía que separe la política fiscal de la monetaria es un despropósito y por eso la Unión Europea está en la crisis en la que está. No tiene solución. O se unifica todo o se acaba disgregando la Unión Europea. No es sostenible.

Hay una pérdida de poder enorme por parte de los estados. La cesión de las políticas fiscales es prácticamente lo último que le queda a un estado excepto la soberanía territorial y los impuestos locales. Y eso conlleva unas reticencias enormes.

Dice usted que tampoco nos podemos fiar de las tarjetas de crédito

No es que no te puedas fiar. Es que las hemos convertido en una línea de crédito. Para mucha gente es el mes trece, se les lleva directamente la nómina. El origen de la tarjeta de crédito era poder cubrir las faltas de efectivo sobretodo en los viajes. Pero se ha convertido en una línea de crédito personal, de plástico.

Hay que ser conscientes de que es un mecanismo que convierte los años de doce meses en años de trece meses. Solo puedes hacerlo una vez. Y se convierte en una pelota que va creciendo.

Es francamente preocupante que diga que el director de nuestra agencia bancaria no es fiable

Este, el que menos. Son gente sometida a una presión bestial por objetivos, muchos con problemas de conciencia y con un gran choque de intereses. Conozco muchos directores de oficina que lo han tenido que dejar por problemas de conciencia.

¿Es normal que veamos publicidad de bufetes de abogados para reclamar dinero a los bancos? ¿Cómo podemos llegar como sociedad a un extremo así? Es un problema muy gordo de la sociedad. Quiere decir que hay una parte de abuso, fraudulenta, de semi-engaño.

Otro término que pone en cuarentena es el de 'crecimiento económico'. ¿El crecimiento puede no beneficiar al ciudadano de a pie?

Nicolas Sarkozy ya propuso hace varios años un recálculo del PIB incorporando temas de salud, medio ambientales... No salió adelante. Pero sería muy interesante. Toda sociedad tiene unos activos y unos pasivos, unas externalidades, unos costes. Medimos crecimiento económico pero hay que tener en cuenta el daño al medio ambiente, que puede causar un perjuicio a las materias primas y generar un decrecimiento económico posterior.

Entiendo que temas como la salud psicológica de la población, los cánceres, depresiones, deberían tenerse en cuenta a la hora de medir la riqueza de una población. No se puede reducir el crecimiento a la producción.

A veces crece paralelamente el crecimiento económico y la desigualdad

Una de las grandes contribuciones de Angus Deaton, el último premio Nobel de Economía, es que, en el sistema actual, el crecimiento conlleva desigualdad en las últimas décadas.

A veces se usan palabras pervirtiendo su sentido

La terminología a veces se usa para seducir. Descuento o promoción, por ejemplo. Me doy de alta a una línea de teléfono móvil y me hablan de descuento o promoción. Me regalan el aparato pero me encuentro, más adelante, que me están sableando por otro lado o que, si me quiero ir, no puedo porque hay una cláusula que me lo impide. No lo llames descuento o promoción. Eso debería ser una inversión de la empresa en el consumidor, añadiendo un incentivo sobre lo que compras, pero si me lo detrae por otro lado…

La Bolsa es un casino

Que abre durante el día. ¿Es normal que alguien pueda ser propietario de una empresa durante tres segundos? Yo puedo comprar unas acciones de una empresa y venderlas a los tres segundos. No tiene sentido. Libertad, sí. Compra-venta, sí. ¿Pero tiene sentido poseer unos títulos tres segundos, cinco minutos?

Wall Street, la City, funcionan así. ¿Quién puede cambiarlos?

No se puede cambiar. Lo que sí se puede hacer es educar a la población para que haya un uso apropiado de estas cuestiones. O se puede legislar para que los productos financieros sirvan para invertir no para especular. Hay mecanismos que podrían reducir mucho la especulación.

¿Quién se atreve a imponerlos?

Nadie, nadie. Te echan. No duras. La solución es la educación. Dar criterios a los niños, igual que se les enseña educación viaria o sexual. Explicar qué significa ser propietario, tener acciones en una empresa, porqué se hace, qué se debería hacer,… Educación y cultura.

¿Qué impacto espera conseguir en quien lea ‘El libro prohibido de la economía’?

No puede ser que solo expliquemos la parte buenista de los instrumentos económicos. Alguien tiene que poner negro sobre blanco que aunque se han creado con un objetivo puede utilizarse de un modo distinto. Yo he querido desvelar un juego, sin atentar contra nadie, pero contribuir al conocimiento y, de algún modo, defender a la economía.

Si este libro se lee en las facultades de Económicas, posiblemente los estudiantes saldrán escépticos de ellas.
O más sabios, mejor preparados, más conscientes. El profesor tendría una opción para empujarlos hacia la ética.