El gastrobar Agust en la calle Parlament ofrece un bocadillo de calamares que es cosa seria: en vez de pan, los calamares fritos se sirven en un bun al vapor, con salsa kimchi y cilantro. Es un bocata memorable y por sí solo merecería una visita a este simpático lugar. Otra cosa seriamente sabrosa es la terrina de foie con geleé de mandarina. Para los amantes de las ostras, que no es mi caso, las sirven en una variedad de salsas (ají, leche de tigre, aguachile) fascinantes. El buey Wagyu con guisantes y shiso es excelente y tiernísimo. De postre, la mousse de mojito servida en un tiesto a modo de cactus es un must.