Aunque parezca increíble, para los vagos como yo que ven con terror la perspectiva de ponerse en forma, que pasan por delante del Decathlon rápidamente, como si hubieran visto una banda de pájaros de mal agüero, hay todavía esperanza. Y esa esperanza no la vamos a encontrar en las miles de apps de ésas en que chicos y chicas de cuerpos increíbles embutidos en lycras fosforescentes, ejecutan cabriolas imposibles sin apenas despeinarse y por supuesto sin sudar. En la website de Slow training a través de Slow fit, es posible asistir a clases online donde personas normales explican con sencillez y claridad cómo hacer ejercicios en la soledad de nuestros hogares sin más accesorios que una pared y una toalla. Los kilos que nos vamos a poner encima con esos constantes viajes a la nevera (la mía ya grita cuando me ve) no nos los va a quitar nadie, pero al menos una cierta agilidad es posible que conservemos si seguimos las clases de Slow fit, que además tienen módulos para todos los niveles y son gratuitas. No conozco personalmente a estos monitores, pero ya les quiero.