El bioquímico e investigador principal de Sequentia Biotech, Luís Matías, ha participado en 'Unreasonable Lab' de TeamLabs en Madrid.

El bioquímico e investigador principal de Sequentia Biotech, Luís Matías, ha participado en 'Unreasonable Lab' de TeamLabs en Madrid.

Business

Una start-up catalana se propone terminar con la malaria en el mundo

El equipo de Sequentia Biotech desarrolla un medicamento para combatir la enfermedad con plantas que reduce por tres el coste actual

17 junio, 2016 21:59

“A veces las enfermedades no son el problema, son los altos costes de los medicamentos”, asegura Luis Matías, el bioquímico e investigador principal de Sequentia Biotech, una start-up catalana que trabaja para encontrar una fórmula económica que cure la malaria. Matías, cuando afirma esto, sabe de lo que habla. Él mismo sufrió en propia piel esta enfermedad durante el año y medio que vivió en la India.

A diferencia de la mayoría de población que sufre esta infección, Matías pudo curarse en menos de tres días, ya que el precio del medicamento era accesible para él. “Me daba mucha rabia saber que depende de dónde naces tienes o no acceso a este tratamiento”, confiesa el investigador que decidió volver a España, concretamente en Barcelona, para trabajar en una nueva cura para una enfermedad que, solo en 2015, dejó 214 millones de infectados y casi medio millón de muertos en el mundo.

La plaga de la malaria afecta sobre todo en los países con menos recursos. El 75% de los infectados vienen de África subsahariana. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que, debido al cambio climático y las migraciones, podría volver a afectar en Europa en cuestión de tiempo.

Agricultura biofarmacéutica

Sequentia Biotech nació hace tres años como una spin-off del CRAG (Centre de Recerca Agrogenòmica) y actualmente se basa en la agricultura biofarmacéutica para producir medicinas de alta calidad y bajo coste para luchar contra diversas enfermedades con plantas. “Usamos las plantas como fábricas o como farmacias vivientes para producir medicinas a bajo coste”, explica Matías.

En el caso de la malaria se utiliza una planta que se llama Artemisia annua, que produce de manera natural la molécula artemisina y que, según la OMS, es la molécula más potente actualmente para luchar contra la malaria. Después de varios años de investigación, esta start-up catalana ha conseguido aumentar la producción de la molécula en esta planta hasta cinco veces y que se reduzca el tiempo de producción por tres. Aunque, de momento, son estimaciones que se deben registrar.

“Usando extractos de otras plantas naturales hacemos que la planta crezca mucho más rápido, más grande, florezca antes y produzca una cantidad mayor”, afirman.

¿Cuál es el principal obstáculo?

El contenido de esta molécula en la planta es muy baja. Y la síntesis química de esta molécula que producen las farmacéuticas tiene unos precios muy altos. “La gente en mayor medida afectada por la malaria es gente que viene de África subsahariana y que no tiene un poder económico para permitirse el tratamiento de las empresas farmacéuticas”, añade el bioquímico.

“La solución que proponemos nosotros se llama Artepharming, y usa la agricultura biofarmacéutica en esta planta para aumentar el contenido de esta molécula en la planta y así disminuir el precio de las medicinas”, concluye.

Comercialización

El objetivo de estos jóvenes emprendedores es comercializar el producto. Su idea ha llamado la atención de Teamlabs, a través de su programa de promoción de proyectos innovadores con fines sociales, Unreasonable Labs. Ahora se encuentran en el proceso de optimización de la producción y estiman que en los próximos seis meses podrán empezar a producirlo a gran escala. Además, tienen claro a quién va dirigido el producto: “Nuestros clientes primordiales son los pacientes de África subsahariana. Queremos empezar a comercializar el producto en Mozambique y Nigeria. Hemos hecho contactos allí. Y sobre todo para llevar el producto a las zonas más aisladas”.

Para este objetivo van a usar, además de la colaboración con varias ONGs, una red de contactos con farmacias locales para poder distribuir y comercializar el producto. En esta nueva fase necesitan una inversión extra de 600.000 euros para producir el producto a gran escala, comercializarlo y sensibilizar a la gente. “El proyecto es escalable”, asegura Matías convencido de las posibilidades de su hallazgo.

Una vez consigan comercializar el inédito remedio --que estiman que será en un periodo de un año-- quieren desplazarse a África para instalar allí los invernaderos y que sean gestionado por cooperativas. “Para nosotros lo importante es el proyecto social”, insiste Matías.