La rehabilitación del Edificio España de Madrid sigue envuelta en la polémica. Parecía que, tras la salida del proyecto del magnate chino Wang Jianlin, la fantasmagórica irrupción del empresario murciano Trinitario Casanova y la compra final por parte de la cadena hotelera Riu, todo parecía definitivamente encauzado. Pero no.
Casanova, auténtico muñidor tanto de la espantada del empresario asiático como de la llegada del grupo hotelero mallorquín, parece dispuesto a que este proyecto vuelva, sino a tambalearse --Riu pagó 272 millones al propio Casanova--, sí a verse abocado a algún contratiempo inesperado, con la presentación de una demanda contra la hotelera balear, por supuesto incumplimiento de contrato.
Aunque, en esta ocasión, parece que pintan bastos para el rey de la comisión. En su relación con los Riu, el empresario murciano ha pinchado en hueso. Aunque en su momento trascendió que Casanova había logrado agenciarse los 15.000 metros cuadrados de espacios comerciales, que se adecuarían en las tres primeras plantas de la torre, lo cierto es que este extremo no es correcto.
Riu, propietaria de todo el Edificio España
La cadena hotelera es la propietaria de todo el Edificio España, incluidos esos 15.000 metros cuadrados de superficie comercial de lujo, situados en la zona más cara y frecuentada por los turistas de Madrid, en plena Plaza de España. La inversión de Riu, entre compra y construcción del hotel de 589 habitaciones, ronda los 400 millones de euros.
Lo único que se pactó, en junio de 2017, entre Riu --la cadena mallorquina participada al 50% por el grupo alemán TUI-- y Baraka, la empresa de Casanova, fue un contrato de mandato de venta para que el empresario buscara inversores para la zona comercial, a cambio de una cuantiosa comisión. Nada más. Ante el escaso éxito de Casanova, Riu resolvía el contrato y ha iniciado una negociación de venta directa con un fondo español.
15.000 metros cuadrados en el centro de Madrid
Por estar situados en la zona prime comercial de Madrid, esos 15.000 metros cuadrados, tal y como están --con toda la obra de renovación por hacer--, podrían venderse por unos 150 millones de euros. En el futuro, cuando los locales ya estén preparados para su apertura, la operación podría elevarse a una horquilla de entre 400 y 500 millones de euros.
De esta manera, la cadena mallorquina ha cortado las alas a la demanda judicial anunciada por Casanova, desmintiendo que Baraka tenga ningún contrato firmado en el que se acredite el derecho a compra o a escriturar a su nombre esos futuros usos comerciales.
En su demanda, el empresario acusa a Riu de negarse a escriturar, a favor de Baraka Renta, los polémicos y onerosos 15.000 metros cuadrados. Y, además, pide la paralización de las obras. Entiende que “no se están realizando conforme al proyecto pactado" entre RIU y Baraka.
Casanova buscaba la segunda comisión
Esta era la segunda gran comisión que Casanova esperaba cobrar por intermediar en el Edificio España. Con la primera, teniendo en cuenta el 1% de comisión que suele comportar la intermediación de una operación de estas características, y los 272 millones pagados por RIU, el empresario murciano se embolsó unos 3 millones de euros.
Todo limpio de polvo y paja. El único dinero que Casanova aflojaba en esta intrincada operación del Edificio España fueron los 20 millones de euros que, en julio de 2016, tuvo que adelantar al chino Wang Jianlin para que le otorgara una opción de compra en exclusiva sobre el emblemático rascacielos de la capital.
Vestido de torero ante el notario
Los mismos que recuperaba en la mañana del 6 de junio de 2017 en una notaría de Madrid, a la que acudía vestido con chaquetilla torera. Allí, en un abrir y cerrar de ojos, Casanova con una mano entregaba al grupo chino Wanda un cheque de 252 millones de euros, y con la otra recibía otro de Riu por un montante de 272 millones, al incluir ya los 20 que había adelantado.
También intentó el empresario murciano convencer a Riu de que fuera Trabis, su constructora, la encargada de realizar la obra de remodelación del Edificio España. Pongamos, por unos 100 millones de euros, pero los mallorquines no tragaron.