Richard Brekelmans vio nacer el proyecto del W Barcelona allá en 2009. Cuatro años después, el directivo fue nombrado director para España de Starwood, que junto a Marriott ha dado a luz a la mayor cadena hotelera del mundo. Este licenciado en gestión hotelera por la School of Hotel Management (Holanda) ha acuñado una historia de éxito. Al mando de uno de los mayores hoteles de Barcelona, ve aumentar la ocupación año a año. Ahora ha apadrinado otra criatura en forma de una reforma de las habitaciones. ¿El coste? 12 millones de euros.
-Pregunta. ¿Qué ha cambiado en el W Barcelona?
-Respuesta. Se trata de una renovación soft. Nuevos materiales suaves; cambio de colchón; cortinas; moquetas; bañeras, y nueva tecnología, con televisiones de 40 pulgadas, luces LED, Nespresso y equipo de música. Hay mixed bar para que la gente se haga sus propios cócteles. Pero lo más importante siguen siendo las vistas al mar: son únicas.
-¿Qué concepto buscaban?
-Llevábamos siete años en Barcelona. Hemos rediseñado para demostrar algo nuevo, diferente. Prepararnos para los próximos años.
-¿Qué balance hace de los siete años al mando del 'hotel vela'?
-En 2009, había muchas preguntas. ¿Es necesario otro hotel?, preguntaban los periodistas. Y era en mitad de la crisis económica. Demostramos que sí. Que había una demanda para este tipo de producto y, en particular, para un hotel tipo W.
-¿Qué tiene de especial?
-La marca W es innovadora, como la ciudad.
-¿Cómo funciona como negocio?
-Siendo uno de los mayores de la ciudad, la ocupación en el W Barcelona es muy alta. Después está el mercado local: la gente viene a los eventos, al bar Eclipse, a las fiestas Wet Deck o a los restaurantes. Nos hemos convertido en un polo de desarrollo de la zona.
-¿Por ejemplo?
-La apertura del Marina Vela. Será un punto más para visitar, pasear, venir a comer o tomar una copa.
-¿Quién pernocta en el W Barcelona?
-De mayo a octubre es un lleno casi constante. En invierno estamos trabajando el segmento de conferencias y eventos, lo que permite aumentar la ocupación.
-¿Qué pasará en el 'hotel vela' en los próximos años?
-Hemos cerrado un ciclo. Ahora queremos seguir renovando el producto. Cada año ofrecemos algo nuevo: un bar nuevo, un restaurante, un concepto nocturno o demás. Para después de las renovaciones ya tenemos algunas ideas. Eso somos nosotros: aportamos nuevas ideas a la ciudad de Barcelona, que ya de por sí es innovadora.
-El mercado hotelero está en un buen momento.
-Es un buen momento, sí. Países del norte de África o del Este han sufrido bastante y España se ha beneficiado de ello. Pero no hay que parar. Aunque el negocio marche fantásticamente, hay que continuar invirtiendo en infraestructura. El valor-precio tiene que ser correcto. También en la hotelería de lujo.
-¿Ofrecen los hoteles de Barcelona ese óptimo valor-precio?
-La planta hotelera es de las mejores. Pero hay que seguir invirtiendo y renovando. Para mí, la competencia es buena. La competencia asegura que los hoteles están a punto y que ofrecen un buen producto a los clientes.
-Un hotel Hyatt en la Torre Agbar, ¿les hubiera afectado?
-No creo que hubiera tenido un impacto. Cada hotel más es uno más, cierto. Pero para el cliente de ocio, nuestra ubicación en la playa y la ciudad no es comparable a la Torre Agbar. En ubicación es difícil competir.
-Hay un debate social y político en torno al turismo en Barcelona. ¿Cómo lo ve?
-Lo entiendo. El turismo tiene que ser sostenible, lógicamente. Tiene que convivir con la gente, con la ciudad. Yo vivo en el centro de Barcelona, y como cualquier ciudadano percibo los efectos negativos. Necesitamos un plan a largo plazo para un turismo de calidad.
-¿Cómo sería este plan?
-Pivotaría sobre la convivencia turismo-vecino. Y necesitaría reglas de juego. Para desarrollar el turismo de calidad.
-¿Cuál es el problema principal del turismo en la ciudad en estos momentos?
-Los pisos turísticos, sin duda. Como en otras muchas capitales. Hace falta una solución bastante estricta. Yo no tengo nada en contra de las nuevas formas de viajar, como Airbnb, pero deben estar reguladas.
-Si Richard Brekelmans tuviera responsabilidades políticas además de las empresariales, ¿hacia donde guiaría Barcelona?
-El posicionamiento de Barcelona ya es muy fuerte. Tanto en Europa como en el mundo. Pero hay cosas que deben ser reglamentadas: turistas de cruceros, apartamentos turísticos u otros. Para que vecinos y turistas puedan convivir. El tema crucial es crear un equilibrio entre turistas y vecinos, que coexistan. ¡Es lo que buscan los turistas! Una ciudad de verdad.
-¿Y en cuestión del mercado?
-Un ejemplo. Barcelona es muy fuerte en el segmento de congresos y conferencias. Esto es crítico para la ciudad. Seguir empujando este tipo de negocios. Ello implica trabajo en la infraestructura y la seguridad en la calle, por ejemplo. En 2016 fue un tema importante.
-Tras Barcelona y el proyecto en Madrid, ¿veremos más W en España?
-El próximo es Madrid, que abrirá en 2018, pero habrá más.