El crecimiento de una clase media china hace que el Gobierno inicie medidas liberalizadoras

El crecimiento de una clase media china hace que el Gobierno inicie medidas liberalizadoras

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¿Qué le pasa a la economía china?

El partido comunista controla la fuerza de trabajo y planifica la actividad, pero los hechos demuestran que la situación se le escapa

25 agosto, 2015 21:24

China exporta inestabilidad a la economía globalizada del resto del mundo, donde los gobiernos intervienen lo mínimo. Sin embargo, lo que ocurre en el gigante asiático, la segunda economía del mundo, es diferente.

Para empezar, hacemos caso a unas bolsas de valores que apenas representan el 30% del PIB del país, cuando la capitalización de cualquier parqué europeo supera ampliamente el 100% de su PIB. Se trata de un mercado en el que la inversión exterior apenas supone el 2% del total, un dato muy significativo.

Las contradicciones de los dos sistemas

Las características internas de la economía china contienen las claves de lo que le ocurre estos días de caídas bursátiles. El partido comunista administra con mano de hierro un sistema capitalista que revienta sus costuras continuamente y que de forma cíclica evidencia profundas contradicciones.

La desigualdad crece en Occidente, ahora más que antes de la recesión, pero en China es connatural al sistema. El partido único, el comunista, ha determinado qué territorios --y qué personas-- pueden acceder a las riquezas que genera el capitalismo. Para el resto no hay nada.

Potencia mundial que exporta mano de obra

¿Puede haber una explicación lógica para que la segunda potencia mundial exporte mano de obra a millones fuera de sus fronteras? ¿Qué modelo económico es el que en pleno siglo XXI invierte y explota yacimientos de materias primas en África siguiendo los sistemas europeos de los siglos XVIII y XIX?

El sistema se basa en una capacidad manufacturera inmensa de costes muy bajos que nutre los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea, y al que se han sumado otros países emergentes de la región.

La enorme riqueza que ha generado esa exportación llega con cuentagotas a un mercado interior que, aunque las autoridades no cultivan, ha crecido y se ha convertido en una fuente de consumo y demanda de grandes dimensiones.

El peso del mercado interior

Pekín sólo cuida la actividad exterior, tanto en ventas como en exportaciones --y también en la compra de petróleo, su talón de Aquiles--, pero el interior ha terminado por condicionar su economía. De alguna manera, la situación actual, con la caída de la demanda interna y el peligro de estallido de las burbujas que han generado los privilegiados –que son decenas de millones de personas- pone en tela de juicio el papel del partido.

Controlar la fuerza de trabajo y la planificación económica desde el PCCh puede que ya no sea suficiente. A menos, quizá, de que se abran las fronteras internas y el capitalismo inunde toda China para acabar con la vieja premisa de Deng Xiaoping, el padre del régimen actual: “Un país, dos sistemas”.