Instalaciones del aeropuerto de Barcelona, uno de los principales activos de Aena / AENA

Instalaciones del aeropuerto de Barcelona, uno de los principales activos de Aena / AENA

Business

Qatar, PAI y Blackrock, los fondos que ganan la guerra sobre el tablero de Aena

La pelea por el modelo de contratos de las tiendas de los aeropuertos ha sido una lucha de intereses entre gigantes financieros, con el Congreso como colaborador necesario y el Estado como víctima

24 septiembre, 2021 00:00

La aprobación por parte del Congreso de los Diputados de una enmienda que modifica el modelo de contratos de los locales comerciales de Aena ha provocado una inusitada derrota del Gobierno, que no ha podido defender los intereses económicos de la compañía, en la que el Estado mantiene una participación mayoritaria. Pero lejos de ser una maniobra política, este cambio es la culminación de una dura y soterrada batalla entre gigantes financieros internacionales, en la que se han terminado imponiendo entidades como los fondos soberanos de Qatar y Singapur, el gigante de la industria de inversión Blackrock y PAI Partners, entre otros.

Se trata de algunos de los accionistas de referencia de los grandes operadores de los espacios comerciales de los aeropuertos españoles, de compañías como Dufry, Áreas o SSP, que verán como el precio de los alquileres se adapta por ley a los volúmenes de tráfico de pasajeros, sin el componente de rentabilidad mínima exigido hasta ahora por Aena y que mantenía pese al desplome en las cifras de usuarios como consecuencia de la pandemia.

Un impacto de 1.500 millones

La medida, que se aplicará además con carácter retroactivo desde la declaración del primer estado de alarma (a mediados de marzo de 2020), contempla mantener este escenario hasta que los datos recuperen la cotas registradas en 2019, ejercicio en el que Aena marcó un máximo histórico, con más de 282 millones de usuarios, que difícilmente va a recuperar en los próximos cinco o seis años, es decir, en todo el periodo regulatorio a punto de entrar en vigor.

Un impacto negativo que la compañía que preside Maurici Lucena ha cifrado en unos 1.500 millones de euros. Una cifra que justifica más que de sobra la guerra financiera soterrada que se ha vivido desde que la irrupción del coronavirus cambió el mundo entero.

El presidente y consejero delegado de Aena, Maurici Lucena / EP

El presidente y consejero delegado de Aena, Maurici Lucena / EP

Condenados al cierre

La paralización de la actividad económica y las medidas de reclusión adoptadas por los gobiernos vaciaron los aeropuertos y, con ello, condenaron a la ruina a los locales que prestan servicio en sus instalaciones, cuyos propietarios no tardaron en indicar a Aena que no podrían seguir sufragando los alquileres sin los ingresos que obtenían de forma recurrente.

Se inició una dura negociación en la que las posturas no han variado demasiado desde los planteamientos originales; la situación era más que complicada para las pequeñas y medianas empresas que cuentan con locales arrendados en los aeropuertos y que veían cómo el paso del tiempo les condenaba al cierre y a la destrucción de puestos de trabajo de los que dependen más de 12.000 familias.

Pymes... y gigantes internacionales

Por su parte, Aena flexibilizaba su postura para rebajar hasta el 50% la cuantía del canon fijo; pero se negaba en redondo a hacerla desaparecer, como pretendían los arrendatarios que, además, denunciaban que el gestor de los aeropuertos comenzaba a ejecutar avales ante las primeras situaciones de impago derivadas de la crisis.

Según los datos de los comerciantes, las pymes están detrás de aproximadamente el 70% de los locales; sin embargo, el 30% restante está en manos de gigantes mundiales, con presencia en aeropuertos y otras terminales de transporte de todo el mundo, con facturaciones mastodónticas de miles de millones de euros. En definitiva, su situación es muy diferente a la de las angustiadas pymes que encontraban en Aena un escollo demasiado grande para avanzar.

Alibaba y Advent

El ejemplo paradigmático es Dufry. Cerca del 50% del capital de la multinacional suiza está en manos de grandes inversores, especialmente fondos internacionales, que apuestan por este tipo de empresas precisamente por la seguridad que proporciona el hecho de que operen en sectores regulados, con ingresos garantizados y que, ante situaciones que ponen en peligro este escenario, no tardan en reaccionar.

El principal accionista de Dufry es un vehículo a través del que se articula una alianza entre Advent, uno de los mayores fondos de capital riesgo del mundo, y el gigante chino del comercio electrónico Alibaba. Su participación se sitúa en torno al 17,5%.

Blackrock y Warren Buffett

Junto a ellos se sitúan los fondos soberanos de Qatar (con cerca de un 7%), Singapur (con casi un 4%), y Noruega (el célebre Norges Bank, omnipresente en la bolsa española), con cerca de un 5%.

Areas, otro de los gigantes de los espacios de los aeropuertos, especializados en restauración, pertenece a PAI, también muy relevante en el mercado del capital riesgo. Por su parte, la británica SSP cuenta con Blackrock, considerado como el mayor fondo de inversión del mundo, como uno de sus principales accionistas, que comparte capital con el mismísimo Warren Buffett, a través de su holding Berkshire Hathaway.

Intensa labor de lobi

Pero enfrente también existen intereses financieros que han hecho a Aena endurecer su posición. El fondo activista TCI, que mantiene una participación de algo más del 6% en la compañía, encabeza una larga lista de accionistas institucionales dispuestos a dar la batalla por el negocio.

Donde no pudieron llegar los pequeños comerciantes, sí lo hicieron los grandes del sector. Cuando las negociaciones con Aena se enquistaron, éstos buscaron el apoyo de los políticos para seguir librando una gran batalla comercial sobre el tablero de Aena. La intensa labor de lobi surtió efecto y el senador canario Fernando Clavijo, perteneciente a un grupo de la Cámara Alta que integra su formación, Coalición Canaria, junto a JxCat y otros partidos de corte nacionalista, logró que el Senado debatiera y aprobara la enmienda de marras que ahora pondrá patas arriba las cuentas de Aena.

Alianzas contra natura

Los argumentos políticos para defender la postura se han basado en los puestos de trabajo que están en juego y, especialmente, en las diversas estrategias de los grupos que han terminado por apoyar la medida, y que no pueden ser más antagónicos: desde ERC a Vox, desde el PP hasta EH Bildu; unos, con la intención de que al Estado no le vaya bien con Aena e, incluso, llenarse de argumentos para pedir la cesión de los aeropuertos para sus respectivos gobiernos autonómicos; otros, en su labor de desgaste del Ejecutivo con vistas a sus aspiraciones de llegar hasta el palacio de la Moncloa.

Otro aspecto que llamó la atención fue el apoyo de los sindicatos CCOO y UGT a la enmienda, pese a que iba contra los intereses de formaciones como PSOE y Unidas Podemos (que finalmente se abstuvo en la votación). El PNV, que iba a apoyar a los socialistas en este trámite, cambió a última hora el sentido de su voto, quién sabe si con la vista puesta ya en las negociaciones de los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Una suerte de aviso a navegantes.

¿Entregados al capital?

En la base de este aparente dislate se encuentra la confluencia de intereses económicos que no se podían repartir. O caían hacia un lado o hacia el otro.

En este sentido, la presencia de estos grandes inversores también ha sido un elemento para el debate político; los partidarios de cada bando se acusaron mutuamente de entregarse al gran capital, entre acusaciones a los gestores de Aena de forzar la situación por seguir las consignas de sus socios. Y, además, para acabar perdiendo la batalla.