Uno de los habituales atascos en las entradas de Barcelona, la ciudad que está inmersa en un debate sobre la movilidad / EFE

Uno de los habituales atascos en las entradas de Barcelona, la ciudad que está inmersa en un debate sobre la movilidad / EFE

Business

La movilidad de las grandes ciudades pasa por el adiós a los vehículos privados

En pleno debate sobre la regulación de los taxistas y las VTC, incluso los fabricantes reconocen que cada vez hay menos apego a comprar un coche y marcan los retos a corto plazo

28 enero, 2019 00:00

La pugna entre taxistas y VTC que tiene lugar en Barcelona y Madrid ante la regulación en ciernes de los vehículos con conductor privado ha abierto a todos los públicos el debate sobre el futuro de la movilidad. La innovación tecnológica y la necesidad de limitar las emisiones ha propiciado un cambio de paradigma que implica nuevas normativas y el avance hacia una sociedad donde crecerán las diferencias entre la forma de desplazarse en una gran ciudad o en un municipio de menos habitantes. El denominador común será el adiós a los vehículos privados.

Así lo aceptan incluso los fabricantes. “La tendencia es ir hacia grandes ciudades cada vez más restrictivas respecto a la movilidad privada”, afirma el responsable de la oficina digital de Seat, Fabian Simmer. “Los usuarios demandan nuevas formas de movilidad más eficiente. Está cambiando el concepto de propiedad y también de uso”, remarca la responsable de vehículo eléctrico de Nissan en España, Marta Marimon.

Más coches privados que habitantes

La portavoz de la firma de alquiler de vehículos privados Drivy, Raquel Priego, advierte de que en “Barcelona y Madrid hay demasiados coches, casi más que ciudadanos”. Esto supone un problema de colapso permanente que incide más en los episodios de contaminación que ya se arrastran en las principales conurbaciones urbanas. Un problema de salud pública que se intenta atajar en todos los países occidentales.

Imagen de la contaminación del aire en la ciudad de Barcelona / EFE

Imagen de la contaminación del aire en la ciudad de Barcelona / EFE

Imagen de la contaminación del aire en la ciudad de Barcelona / EFE

La responsable de comunicación de la start up indica que su modelo de negocio se basa en “quitar coches de la ciudad”. Consideran que los desplazamientos urbanos se deben realizar con otros vehículos “como las bicicletas, las motos compartidas o en metro o autobús”, por lo que su car sharing se estructura como una alternativa para desplazarse fuera de estos grandes municipios.

Plataformas de movilidad urbana

“La movilidad es un problema. Es una cuestión absolutamente necesaria, casi un derecho fundamental”, reconoce la cofundadora y consejera delegada de la start up SocialCar, Mar Alarcón, la firma española más importante en su ámbito de actividad. En Seat, tienen claro que en los centros urbanos se gestionará “por plataformas donde coexistirán vehículos y soluciones de todo tipo: low cost, conectados, compartidos, premium”, explica Simmer. Todos ellos, “de cero emisiones”.

Y que esto implicará que su industria se adapte para construir “estos coches compartidos, eléctricos, autónomos y conectados” y, por otro lado, para “ser activos para gestionar y ofrecer en algunas ciudades estas plataformas de movilidad de vehículos de distintos formatos, tecnologías y diseñados para diferentes propósitos”.

Proveedor de servicios eléctricos

En Nissan la adaptación de la industria también se hará en dos focos distintos. “Los fabricantes dan pasos para no ser sólo productores de vehículos o proveedores de movilidad, sino también proveedores de servicios energéticos”, destaca Marimon.

Reivindica que los “vehículos de Nissan son los únicos capaces de proporcionar energía a los hogares, oficinas o estadios de fútbol”. Una especificidad ante otros operarios del sector. La ejecutiva indica que las “demandas de la sociedad están cambiando de manera vertiginosa y los fabricantes debemos no solo adaptarnos a ellas, sino intentar ir por delante”.

Posibilidad de escoger

“El usuario pide un gran servicio y la posibilidad de escoger”, asegura el consejero delegado de Barcelona Tech City, Miquel Martí. Lo que lleva a una “atención personalizada, que haya la mínima fricción posible y que sea seguro”. Más trabajo en analizar el uso y la demanda que se puede realizar gracias a los “modelos predictivos” que ofrece la inteligencia artificial.

Un conductor de VTC protestando / EUROPA PRESS

Un conductor de VTC protestando / EUROPA PRESS

Un conductor de VTC protestando / EUROPA PRESS

Es decir, más cambios en muy poco tiempo. La velocidad de la innovación y las nuevas actividades que han generado ha arrollado a los reguladores. Ahora intentan marcar normas a los VTC, operadas en su mayoría por aplicaciones como Uber y Cabify, con las consiguientes quejas sobre la limitación que propician para el desarrollo normal del mercado.

Cómo regular

“La movilidad del futuro se basará en la economía de plataforma, por lo que se debe encontrar el encaje con esto modelo”, demanda Martí, “la tecnología trae nuevas formas de trabajar y se ha de prever cómo cohabitan ambas para que la transición sea suave”. El responsable del Tech City recuerda que Barcelona se reivindica como una localidad “pionera en la adopción de la Smart City”, por lo que requiere estar “preparada para adoptar estos nuevos modelos”.

“Las quejas de los taxistas han sido siempre las limitaciones de precios y los horarios”, señala Alarcón. La emprendedora, que también forma parte del consejo de administración de Fira Barcelona, se muestra sorprendida de que este colectivo haya solicitado “medidas contra las VTC que operan bajo el nombre de Uber y Cabify, pero no ponen sobre la mesa la necesidad de rebajar la regulación personal y liberar las tasas”.

¿Liberalización del sector?

Considera que es debido, en gran medida, a que “los taxistas tienen miedo a innovar”. Lamenta que “nunca se les ha dejado y les va bien”, por lo que una liberalización del sector como ocurrió en 2010 con los vehículos de alquiler suponen entrar en terreno desconocido. Y esto provoca miedo.

Taxis colapsando la Gran Vía de Barcelona durante su última huelga / EFE

Taxis colapsando la Gran Vía de Barcelona durante su última huelga / EFE

Taxis colapsando la Gran Vía de Barcelona durante su última huelga / EFE

Josep Valor, profesor de Sistemas de Información de IESE, asegura que esto no es una excusa par frenar la evolución. “Hagamos un ejercicio, si hoy en día tuviéramos que organizar un servicio como el del taxi, ¿lo haríamos como el actual?”, inquiere. “¿Con coches pintados de un mismo color, luces en el techo y un número limitado de vehículos?”

Modelo superado

El académico advierte de que el modelo actual está superado, que tenía sentido “cuando comprar un coche era muy caro y se tenían que marcar unas normas muy claras de seguridad”. Pero esta situación no es la actual, donde la inversión más alta para un taxista es la de “comprar la licencia a alguien que se quiera jubilar”.

“No es socialmente aceptable limitar de forma artificial un servicio que ha dejado de tener sentido”, sentencia. También destaca que en Nueva York “existen más VTC que taxis y no supone ningún problema”. Allí se ha desarrollado una “regulación muy estricta sobre la calidad” que lleva a que los VTC también estén licenciados. “Pero entre disponer de una regulación y estar limitados hay diferencias”, remarca.

Búsqueda del equilibrio

El gran reto de las Administraciones es conseguir este equilibrio entre los nuevos modelos profesionales y los que han existido hasta la fecha. Con un único gran objetivo, según las voces de los expertos, que el consumidor reciba el mejor servicio posible.

Por ahora, esta meta no se ha alcanzado.