El físico nuclear Manuel Fernández Ordóñez, autor del libro 'Nucleares: sí, por favor' / CEDIDA

El físico nuclear Manuel Fernández Ordóñez, autor del libro 'Nucleares: sí, por favor' / CEDIDA

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Manuel Fernández: "Las renovables necesitan un respaldo y solo se lo puede dar la nuclear"

El físico desmenuza en 'Nucleares: sí, por favor' los mitos que rodean una tecnología que ha ganado aceptación a raíz de la crisis energética

20 marzo, 2023 00:00

En torno a la energía nuclear orbita una constelación de mitos que la actual crisis energética y sus urgencias están ayudando a disipar. Aunque también contribuyen obras como Nucleares: sí, por favor, escrita por el físico Manuel Fernández Ordóñez y publicada por Deusto. El analista desmenuza los tópicos que rodean una fuente de energía que genera más del 20% de electricidad consumida en España. Además, esboza cómo serán los reactores del futuro y no escatima críticas a una industria renuente a la autodefensa.

–Pregunta: En el libro se dedica a desmentir varios mitos sobre la nuclear. El primero: las centrales son inseguras.

–Respuesta: La seguridad de las centrales nucleares no está en entredicho, no existe debate. Lo que existe es una preocupación social porque no es lo mismo el riesgo que la percepción del riesgo. El riesgo es una magnitud matemática objetiva que en el caso de una central nuclear es extraordinariamente pequeño. Sin embargo, la percepción del riesgo, que es psicológica, subjetiva, es muy alta en la mayoría de la población. Por lo tanto, perciben la energía nuclear como algo arriesgado, pero que la ciencia no sustenta. Pasa lo mismo con los aviones: la gente considera que viajar en avión es muy peligroso, cuando en realidad es el medio de transporte más seguro. Es la dicotomía entre riesgo real y percepción del riesgo.

–Otro mito: si vives cerca de una central contraes cáncer.

–Este mito fue muy extendido durante muchos años. Durante mucho tiempo, los propios grupos ecologistas pidieron que se desarrollara un estudio epidemiológico en las inmediaciones de las centrales nucleares españolas y el Congreso de los Diputados finalmente accedió a que se hiciera. Y los resultados del mismo fueron los que sabemos todos los profesionales energéticos: que no hay un aumento de incidencia en las tasas del cáncer.

–Tampoco Chernóbil es un desierto nuclear.

–La tasa de dosis de radioactividad después del accidente de Chernóbil fue muy alta en algunas zonas, pero la radiación no se distribuye de manera homogénea. Hubo ciertas partes donde se depositó más radiación y ahí en momentos posteriores al accidente hubo efectos intensos de la radiación, como en el Bosque Rojo. Era un bosque de donde, debido a los altísimos niveles de radiación, las acículas de los pinos tomaron un tono rojo. Pero fue un efecto temporal. Lo que se ha demostrado es que pasados los años no hay efectos biológicos sobre la fauna relacionados con la radiación. Y al final, nos guste o no, el ser humano es un estresor enorme sobre los sistemas naturales. Lo que ha pasado en Chernóbil es que como se hizo una evacuación de la zona de exclusión, que mide aproximadamente 30 kilómetros alrededor de la central, la naturaleza ha vuelto a reclamar su espacio. Ahora es un enorme zoo natural donde especies que habían desaparecido como el oso europeo vuelven a estar. De hecho, debería hacerse algún tipo de tratado a nivel internacional para conservar este ecosistema.

Imagen actual de la central nuclear de Chernóbil / EE

Imagen actual de la central nuclear de Chernóbil / EE

–Pero sí es cierto que cuando se visita Chernóbil no se puede superar un tiempo máximo, se debe ir acompañado...

–La ciudad de Pripyat está en absoluta ruina y debes tener cuidado dónde te metes, pero por un tema de peligro, no de radiación. Efectivamente hay límites a la estancia en Chernóbil, pero son para cumplir la legislación nuclear. Hay zonas del mundo donde la gente vive todos los días con mayores niveles de radiación. De hecho, en Chernóbil hay personas de manera continua.

–Vayamos a otro punto de debate: no hay suficiente uranio para llevar a cabo una política nuclear ambiciosa.

–Es la discusión continua de los recursos naturales. Da igual el recurso natural que el ser humano necesite, siempre hay voces de que ese recurso escasea, ya sea petróleo, gas, carbón, ahora lo vemos con el litio o el silicio para hacer paneles solares... Son argumentos que históricamente siempre se han demostrado falsos. Fundamentalmente porque los recursos naturales no son recursos per se, sino que es el hombre quien hace los recursos. El uranio llevaba 4.500 millones de años en la Tierra pero no sirvió absolutamente de nada hasta 1940. Además, hacemos un uso muy ineficiente del uranio en las centrales nucleares. Utilizamos el combustible nuclear y cuando lo sacamos de la central, no hemos usado ni el 5% de la energía que contiene. El otro 95% lo guardamos porque no tenemos reactores comerciales apropiados para extraer esa energía. Pero esos reactores existen, son reactores rápidos, solo que no se han desplegado nunca a nivel masivo. Los reactores de agua ligera tienen un diseño más sencillo y en los años 70 se optó por este. Pero si los quisiéramos desplegar tenemos la tecnología para hacerlo. Por tanto, con las reservas conocidas de uranio y la tecnología que tenemos ahora tenemos uranio para unos 120 años. Ojo: hace 30 años teníamos uranio para 60 años. Es decir, tenemos mucho más uranio ahora que hace 30 años.

–Pero en clave geopolítica, ¿de dónde sacaríamos el uranio? Porque Australia y Canadá son ricos en este mineral, pero también Rusia y China.

–Son varios argumentos. Como te decía, cuando saco el combustible del reactor, el 95% de la energía no lo he usado. Pero si pongo reactores rápidos en España, solo con lo que todos conocemos con residuos radioactivos tendría combustible para cientos de años. Por otro lado, el uranio tiene una densidad energética brutal. Cuando compro combustible de uranio, me va a producir electricidad durante casi cinco años, lo cual me elimina muchas de las inestabilidades geopolíticas asociadas a los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque el flujo de los combustibles fósiles es continuo. España solo tiene reservas para seis semanas de gas. Si tengo un conflicto con Argelia y me corta el grifo, dentro de un mes y medio no tendré gas. Si me cortan el grifo del uranio, tendré para cinco años. Y, además, hay más tecnologías del ciclo nuclear que no hemos utilizado todavía a nivel masivo como el ciclo del torio. El torio es otro combustible nuclear con reservas tres veces mayores que el uranio y muy distribuidas. Tomando todo en cuenta, la escasez del uranio no es un argumento contra la energía nuclear.

–Ahora mismo España importa casi el 40% de su uranio de Rusia.

–Ahora ya no. El uranio que tenemos ahora lo compramos hace años en Rusia. Pero lo comprábamos a Rusia no por un problema de oferta y demanda, sino por su precio. Era más barato que el de Canadá.

–¿Y se podría cambiar de suministrador fácilmente? Con el gas algunos países europeos no lo han tenido tan fácil.

–Pero todos hemos cambiado a gas natural licuado. La distribución de compra de gas de España de hoy y de hace un año y medio no tienen absolutamente nada que ver. Ni la nuestra ni la de Alemania.

El físico nuclear Manuel Fernández Ordóñez, autor del libro 'Nucleares: sí, por favor' / CEDIDA

El físico nuclear Manuel Fernández Ordóñez, autor del libro 'Nucleares: sí, por favor' / CEDIDA

–Pagado más caro, también.

–Sí, pero allí tienes un argumento a favor de la energía nuclear. En los costes de operación de una central de gas, el precio del gas puede llegar a alcanzar hasta el 70% de estos costes. Con lo cual, si se te duplica el precio del gas, casi se te duplica el precio de la electricidad. Sin embargo, los costes del uranio son aproximadamente el 5% de los costes de operación de una central nuclear. Si se doblasen los costes, casi ni no lo notas en el precio.

–¿Tendría sentido explotar las minas de uranio españolas como las de Retortillo en Salamanca?

–Cuando hablamos de recursos naturales siempre nos hacemos la pregunta equivocada. Nos preguntamos hasta cuándo tenemos reservas. La pregunta correcta es: cuántas reservas tengo y a qué precio. ¿Cuánto petróleo hay en el mundo a 10 dólares el barril? Pues poco. ¿Y a 100 dólares el barril? Mucho más. ¿Y a 1.000 dólares? Mogollón. Con el uranio pasa igual. ¿Qué pasa con el uranio español? Que la calidad de la mena, del mineral, es baja respecto a otros productores internacionales. Por tanto en el mercado global no es competitivo. Pero imaginemos, aunque no se prevé, que hay una restricción de uranio a nivel mundial. Si el precio del uranio alcanza un determinado nivel puede volver a ser rentable explotar las minas españolas.

–Con los residuos radioactivos también explicas que una cosa son los hechos y otra la percepción de los hechos.

–Los residuos radioactivos no son un problema técnico, sino un problema social. Los residuos se gestionan de manera adecuada, nunca han producido ninguna muerte a personas ni daño al medio ambiente, pero la sociedad los percibe de manera muy peligrosa porque durante décadas ha escuchado discursos catastrofistas. Digamos que se les ha bombardeado con un discurso único que les decía que eran muy peligrosos. Y lo son si no se gestionan adecuadamente. Pero la clave está en este condicional. La realidad es que se gestionan adecuadamente porque tenemos una tecnología para conseguir que algo potencialmente muy peligroso no lo sea en absoluto.

–Un tirón de orejas: ¿se ha dejado ganar demasiado terreno a los opositores de la nuclear por parte de la industria, que siempre ha sido renuente a defenderse?

–En la introducción del libro le doy yo ese tirón de orejas a la industria. La industria ha llegado muy tarde y ni siquiera es la industria la que comunica, somos personajes sueltos como yo u Operador Nuclear. Pero no solo en España, sino en todo el mundo. La industria nuclear se ha caracterizado siempre por una comunicación pública nefasta. Lo cual es entendible porque la energía es una tecnología difícil de explicar, mientras que enfrente tienes a grupos antinucleares que apelan a los sentimientos, al miedo. Como dice Pinker: estamos programados para prestar mucha más atención a las noticias negativas. Pero el problema es que cuando tú no comunicas los espacios del diálogo los rellenan otros. Y, durante décadas, ha habido un discurso único al que no vas a dar la vuelta en pocos años.

–Incluso en Francia la opinión pública sigue siendo bastante antinuclear.

–No nos engañemos, esto de la energía no le preocupa a nadie. La energía es una commodity y en los países avanzados como el nuestro la considera un derecho. Llegas a casa y siempre hay luz. Nunca te has preocupado de los pormenores del sistema energético hasta que ay amigo, te llega una factura de luz de 200 euros.

–¿Por qué sigue habiendo un lobi antinuclear?

–Son claramente corrientes ideológicas. La gente no creo que sea antinuclear per se, es antinuclear dentro de un marco conceptual de cómo ven el mundo y cómo entienden cómo debería ser. Es un hecho muy admitido por los grandes ecologistas de los años 70, que fueron los pioneros del movimiento antinuclear. Ellos son los primeros que no se oponían a la energía nuclear per se, sino al crecimiento y al progreso. Como estas corrientes buscan el decrecimiento, como consideran que el hombre es un virus para el planeta, cuantos menos seres humanos haya mejor. Ven una fuente de energía que proporciona bienestar a millones de seres humanos y se oponen a ellos. La peligrosidad de la nuclear es un argumento que elaboran para oponerse.

–En la parte final del libro hablas del futuro de la industria. Por ejemplo, y lo has mencionado, los reactores de torio.

–Hay países del mundo como India con muchísimo torio y por eso tienen planes de desarrollar el ciclo del torio. El torio tiene ventajas e inconvenientes, como todo. Las principales ventajas son que es abundante, más que el uranio. Lo segundo es que se trata de una tecnología que no es proliferante porque no genera plutonio. Y, además, se pueden construir reactores de núcleo fundido con lo cual se pueden evitar accidentes de fusión del núcleo como el de Fukushima. La desventaja es que es una tecnología que no está del todo desarrollada. Se hicieron prototipos en los 50 y 60...

–Toda la tecnología nuclear es muy antigua realmente.

–Sí, cuando la nuclear se desarrolló en los 50 y 60 se probaron todo tipo de reactores. El coche eléctrico también se inventó 30 años antes que el coche de gasolina. La tecnología está ahí.

–Otro desarrollo interesante son los reactores modulares pequeños, conocidos por las siglas SMR. Son más baratos, más fáciles de instalar y se pueden ubicar en más localizaciones. ¿Alguna desventaja tendrán no?

–¿Sabes qué pasa? Que el mundo está cambiando. Las necesidades de las economías ahora no son las mismas que hace 50 años. Hace 50 años todas las centrales de producción eléctrica se llamaban centrales precisamente porque eran grandes centros de producción. Pero ahora vamos hacia modelos de generación de electricidad distribuida donde necesitamos reactores más pequeños puestos en muchos sitios. Ese modelo nos lleva al SMR. Volvemos a lo mismo: ya existen de toda la vida. Pero siempre se pensó que una gran central nuclear era más fácil de amortizar que centrales pequeñitas. Pero hoy se pueden fabricar reactores pequeños de manera modular y en serie. Polonia va a comprar 79 SMR, ¡cuando en el mundo funcionan 400 reactores grandes!

Central nuclear de Ascó / EUROPA PRESS

Central nuclear de Ascó / EUROPA PRESS

–Además, tienen muchos más usos.

–Porque tienen un rango de potencias desde cinco megavatios hasta 400 o 500 megavatios. Imagina que eres una industria intensiva en uso de electricidad: te compras tu SMR y en tu polígono industrial lo pagas a medias con las empresas que te rodean y tienes electricidad casi gratis para los próximos 30 o 40 años. También son muy apropiados para desalar agua o producir hidrógeno. Hemos cambiado de paradigma y hemos abierto el mercado a empresas privadas. Además, están aflorando un montón de startups. Los SMR seguramente vayan a estar muy presentes en el futuro de la nuclear.

–¿Llegados a este punto, ¿crees que se revisará el calendario de cierre de los reactores en España?

–De los países que tienen centrales nucleares, únicamente España y Alemania tienen una postura antinuclear. Hay otros con posición como Austria y Luxemburgo pero que no tienen centrales. Francia hace poco formó una alianza con los países que tienen centrales nucleares menos España y Alemania. La situación de España es que tenemos un calendario de cierre sobre la mesa acordado entre Gobierno y propietarios de las centrales. Pero está acordado porque PSOE concurrió a las elecciones con esta medida en su programa electoral y está negociado antes de la crisis energética que estamos viviendo. Igual que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) está escrito mucho antes de esta crisis internacional. La labor de un político es reevaluar la situación y adecuarla a la coyuntura de altísimos precios de energía, enorme dependencia del exterior, episodio inflacionista, pérdida de competitividad de la industria, paro... prescindir de una industria que genera más del 20% de la electricidad en España no tiene sentido.

–Una fuente de generación que además es compatible con la eólica y la fotovoltaica.

–Las tecnologías de generación discontinuas necesitan un respaldo sí o sí. Durante años nos han hecho creer que ya era posible un mundo 100% renovable y nos lo hemos creído, pero no era verdad. Puede haber una penetración muy grande de energías renovables si se tiene tecnología de almacenamiento. Mientras eso no exista, olvídate, las renovables van a necesitar un respaldo. Y solo hay dos opciones: o se lo das con nucleares o se lo das con gas. Si no es con gas, solo se lo puede dar la nuclear. Por tanto, la discusión no es renovables sí o nucleares sí, la discusión es con qué vas a dar el respaldo a tus renovables que todos estamos de acuerdo en que sí.