Una de las sucursales de la red de Santander en España / EP

Una de las sucursales de la red de Santander en España / EP

Business

La gran banca cerrará de un plumazo tantas oficinas como toda la red de Santander

El sector financiero había eliminado ya más de un 40% de sus sucursales en España desde el final de la anterior crisis

26 abril, 2021 00:00

A una crisis sin precedentes cercanos como la que ha llegado de la mano del coronavirus le ha correspondido un ajuste en el sector financiero español para el que tampoco hay comparables, especialmente en el corto espacio de tiempo en el que se ha producido. De confirmarse las cifras planteadas en los últimos días por Caixabank y BBVA, la gran banca eliminará de un plumazo unas 3.100 sucursales, volumen equivalente al tamaño actual de toda la red de Santander en España.

La comparativa no resistirá demasiado tiempo porque el banco que preside Ana Botín es precisamente una de las entidades que contribuirá de forma significativa a un adelgazamiento inédito de la capacidad instalada del sector, con un recorte ya acordado con los sindicatos de algo más de 1.000 oficinas.

Más de 13.000 oficinas desde 2012

Las distintas reestructuraciones anunciadas en las últimas semanas por el sector han supuesto la plasmación de una realidad que va más allá de la crisis generada por el Covid-19 y la aceleración radical de una tendencia constante desde los estertores de la anterior crisis, que cambió para siempre el panorama financiero.

Desde entonces, la limitación en el número de sucursales ha sido continuada. La trayectoria no ha dejado de ser bajista desde 2012. En estos años, los fríos números despejan cualquier duda. Algo más de 13.200 sucursales de entidades bancarias han echado el cierre.

De aquellos barros...

De esta forma, en los últimos siete años ha desaparecido algo más de un 40% de la red de oficinas que la banca tenía desplegada en España. Una red que ha sido víctima de múltiples movimientos de concentración en el sector, pero también de circunstancias que en estos momentos están encima de la mesa de los bruscos ajustes que se plantean en estos momentos.

Entonces, ya comenzaban a asomar cuestiones como el proceso de digitalización o la preocupante bajada de la rentabilidad, consecuencia del progresivo descenso de los tipos de interés, cómodamente instalados en terreno negativo desde hace ya unos cuantos trimestres y que amenaza con permanecer con el signo menos hasta bien pasado el ecuador de la década.

Sobrecapacidad

Lo cierto es que la crisis financiera iniciada a finales de la pasada década también puso sobre la mesa la cuestión del tamaño de la red, considerado en los ejercicios de mayor crecimiento de la economía española como demasiado exuberante. Especialmente, si se comparaba con la de los países del entorno.

Sin ir más lejos, durante los siete primeros años de este siglo, el número de oficinas bancarias se incrementó el 18,5%, hasta alcanzar un máximo histórico próximo a los 41.000 establecimientos. Por entonces, fueron principalmente las cajas de ahorros las protagonistas de este crecimiento desorbitado, producto de una estrategia de expansión que llevó a la mayoría a establecerse en plazas diferentes y alejadas del territorio en el que habían surgido y que conocían a la perfección.

Digitalización acelerada

A comienzos de la segunda década del año, cuando los efectos de la crisis y eran evidentes y lo peor estaba por llegar, la ratio habitantes por oficina bancaria en España se situaba en el entorno de 1.250. Pasados 10 años, en los que la población censada no ha sufrido excesivas variaciones, la proporción se ha incrementado de forma extrema, el 88%. De esta forma, en la actualidad la ratio se sitúa próxima a los 2.400 habitantes por oficina.

Los expertos siguen considerando esta cifra incluso demasiado elevada. Y más, con el creciente proceso de digitalización, disparado ahora por la pandemia que ha hecho que las principales entidades financieras ya cuenten con más de la mitad de sus clientes completamente on line.

Sin operaciones

De los tres grandes ajustes presentados en el sector, tan sólo el de Caixabank tiene que ver con un proceso de integración, el de la absorción de Bankia, frente a lo que sucedió cuando la cifra de sucursales bancarias comenzó a descender de forma brusca. Por entonces, los supervivientes de la crisis seguían asumiendo el control de entidades, principalmente antiguas cajas, víctimas en su mayoría de una excesiva ambición por crecer.

Sin embargo, ni Santander ni BBVA ha protagonizado operaciones de este tipo. Este último sí estuvo en el foco de un posible ajuste radical cuando negociaba la fusión con Banco Sabadell, finalmente frustrada. Y aún así, incluso con una desinversión importante como la de su salida de EEUU, la entidad ha planteado finalmente un recorte más que notable en su red y su plantilla.