¿Es una buena carta de presentación apostar por la misma fórmula que el especulador y multimillonario húngaro George Soros? El Gobierno español llevará este jueves al Consejo Europeo una propuesta que es la misma que defiende Soros: un fondo de hasta 1,5 billones de euros que se podría financiar con deuda perpetua, y que se repartiría como transferencias entre los países más afectados por la crisis. Se pagarían los intereses, pero no el capital, y la financiación sería a través de nuevos impuestos en la Unión Europea como una tasa a las emisiones de CO2 o un impuesto a las importaciones que pueda penalizar un exceso de emisiones, a partir de los presupuestos de la UE. Pero, ¿tiene posibilidades de éxito?

El Gobierno que preside Pedro Sánchez ha mostrado desde el primer minuto en el que explotó la crisis por la pandemia del coronavirus que la solución debía llegar de la Unión Europa. Y juega ahora un papel intermedio entre la voluntad de Italia de insistir en la opción de los eurobonos, y el de Francia, interesada en un fondo de “reconstrucción” propio, que no sea el mismo que el MEDE, el fondo de rescate que se utilizó con la crisis de 2008, y que implicaba la condicionalidad, con los llamados 'hombres de negro' dispuestos a hacer cumplir las exigencias de reformas económicas. Sin embargo, la opción de Sánchez puede topar, de nuevo, con la negativa de los países del norte, y, fundamentalmente, de Alemania.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una videoconferencia / EP

Devolver los intereses

La fórmula del Ejecutivo español es similar a la que ha planteado el eurodiputado de Ciudadanos, el economista Luis Garicano. Y coincide con la de George Soros, que ha publicado en los medios internacionales un artículo con cierto detalle sobre la propuesta: “Propongo que la Unión Europea recaude el dinero necesario para el Fondo de Recuperación con la venta de ‘bonos perpetuos’, en los cuales no hay que devolver el capital (aunque su emisor los puede recomprar o rescatar a discreción). Esa emisión debe ser la principal prioridad para la próxima cumbre del Consejo Europeo”; que tendrá lugar este jueves.

¿Hay precedentes sobre ello? Soros se refiere a la experiencia del Reino Unido, que utilizó bonos consolidados (Consols) para financiar las guerras napeoleónicas y bonos de guerra para financiar la Primera Guerra Mundial. Esas emisiones de bonos, señala, se negociaron en Londres y en 2015 fueron rescatados. También Estados Unidos lo hizo en la década de 1870.

Anclaje presupuestario en la UE

El economista Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de CUNEF, valora la idea del Gobierno español, que podría encontrar una buena recepción por parte de la Comisión Europea, aunque fuera un primer paso para seguir negociando: “Puede resultar positivo, porque contentaría a los que quieren recibir los recursos como transferencia, y los que no desean ir más allá con la fórmula de la mutualización. El conjunto de países sí se haría cargo de los intereses, con los nuevos impuestos. Y puede tener la ventaja que no precise la intervención del Tribunal Constitucional alemán, al no cambiar, a priori, ninguna de las reglas de la Unión Europea”.

El Fondo de “recuperación”, según el documento que ha elaborado el Gobierno español, debería financiarse a partir del presupuesto de la Unión Europea. Es decir, del margen entre el gasto en estos momentos, el 1% del PIB, y el techo disponible, que es del 1,20%, aunque con el propósito ya admitido de la Comisión Europea de elevar ese techo hasta el 2%. Habría, pues, un anclaje con el presupuesto de los países de la UE, además de los otros instrumentos disponibles: el MEDE y el BCE, el elemento clave para seguir comprando deuda desde ahora mismo.

¿Y qué condicionalidad?

Pero el plan podría no ser nada realista. El analista de mercados de IG, Sergio Dávila considera que los países del norte “no admitirán un fondo sin una condicionalidad clara: en qué se gastará esos recursos, si sólo es para hacer frente a la pandemia sanitaria, y cómo realmente se financia”. Davila cree que, por ahora, lo único seguro es el BCE y la compra de la deuda, aunque se haya incrementado la prima de riesgo este mismo martes en la colocación de bonos a diez años. Y que el Gobierno español debiera esclarecer mejor sus objetivos y lo que pretende hacer en los próximos meses.

En esa tesitura también está el analista de mercados Juan Ignacio Crespo, que ve más una cuestión “política” que económica en la propuesta del Gobierno. “Lo importante es el papel de Alemania, y hasta qué punto considera que estamos en una situación límite”. En el juego de intereses en la Unión Europea, según Crespo, lo que se dirime es que puede hacer un país y a cambio de qué. Pero hay una cuestión de fondo sobre cómo se negocia.

La diplomacia en la negociación

España levanta la misma bandera que Soros, con esa demanda de un fondo de “recuperación”, pero aprovecha en el documento que ha elaborado para tocar la cara a los países que, a su juicio, practican el dumping fiscal, en una clara alusión a Holanda, que se ha opuesto a cualquier mutualización de la deuda. Irlanda también se podría sentir sacudida por la inclusión de esa cuestión que señala que se debería avanzar hacia una armonización fiscal, que evitara la fuga de ingresos, mirando sin dudar al impuesto de sociedades, mucho más reducido en Holanda o en Irlanda o en Luxemburgo. Para Crespo, “la diplomacia es esencial, y no parece que España entre con buen pie con esas peticiones”.

Sin embargo, sea o no de la mano de Soros, un inversor no muy apreciado en el conjunto de los gobiernos europeos --forzó la salida de la libra esterlina en 1992 del sistema monetario europeo, ganando la friolera de 1.100 millones de libras de una tacada-- España acude al Consejo Europeo con un plan, con una propuesta para iniciar una negociación, que puede durar meses.

Carbó destaca ese hecho: “Es España quien lidera una posible opción y eso está bien, buscando, además, un espacio intermedio”. Mientras no se llega a un acuerdo claro, principalmente sobre cómo se financia esos recursos y cómo se condicionan, lo que queda y no es menor es el BCE. Para Crespo, a diferencia de lo que ocurrió en la crisis de 2008, es “esencial”, y, principalmente, para países como España que generarán en los próximos meses un gran aumento de la deuda.