Tomás Fuertes, presidente del grupo empresarial que lleva su nombre y que controla El Pozo / EP

Tomás Fuertes, presidente del grupo empresarial que lleva su nombre y que controla El Pozo / EP

Business

El dueño de El Pozo queda atrapado en el cambio normativo de las sicav

La familia Fuertes transformará sus sociedades de inversión en sociedades anónimas convencionales tras intentar adaptarse a las nuevas reglas fiscales con una fusión que no ha dado sus frutos

2 febrero, 2022 00:00

La avalancha de transformaciones y disoluciones de sicavs provocada por el cambio normativo del Gobierno, que reduce de forma significativa sus ventajas fiscales, ha afectado en la mayoría de los casos a las sociedades de este tipo con menor volumen. Pero entre los damnificados también hay ejemplos de grandes patrimonios. Uno de los más llamativos, el de la familia Fuertes, propietarios del grupo de alimentación El Pozo y de una de las mayores fortunas de España.

Los empresarios murcianos saldrán del circuito de las sicavs, a través del que hasta ahora gestionan un volumen cercano a los 90 millones de euros. De las tres sociedades de este tipo que mantenían, las dos más pequeñas se disolverán mientras que la mayor, denominada Fueribex, se convertirá en sociedad anónima convencional.

Accionistas con participación mínima

Precisamente, Fueribex es producto de una fusión con otra de las sicav familiares, en lo que fue un último intento por seguir en este régimen societario y poder superar el obstáculo introducido por el Gobierno en la Ley para seguir beneficiándose de un tipo del 1% en el impuesto de Sociedades.

Para eso, la normativa obligará ahora a las sicavs a contar con un mínimo de 100 accionistas, como hasta ahora, pero además cada uno de ellos deberá acreditar una participación mínima valorada en 2.500 euros.

Disolución

La fusión de Fueribex con su “hermana” Fusopar no ha resultado suficiente. Al cierre del pasado ejercicio, la sociedad acreditaba en torno a 130 accionistas, sin especificar si todos ellos cumplían con la condición mínima. Aunque la decisión final de los Fuertes de inscribir a Fueribex como una sociedad anónima convencional da una pista más que válida.

Anteriormente, los empresarios murcianos ya habían optado por aprobar la disolución de Fuerfin y Fuerfondo, con una cartera conjunta valorada en algo más de 50 millones de euros.

Entrada a la sede de la CNMV en Madrid / EP

Entrada a la sede de la CNMV en Madrid / EP

Además de la familia Fuertes, otra de las damnificadas ha sido la gestora de Caixabank, que se había quedado con la encomienda de la sicav fusionada. Las otras dos estaban a cargo de las gestoras de Santander y BBVA.

Se estima que aproximadamente dos tercios de las sicav que estaban registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se darán de baja al no ser capaces de cumplir con el requisito que ahora se impondrá para poder beneficiarse del tipo del 1% en Sociedades.

Ruido político

Establecidas en la segunda mitad de la década de los 80, prácticamente en coincidencia con la creación del propio supervisor, las sicav fueron uno de los vehículos predilectos para que los grandes patrimonios gestionaran parte de su fortuna.

Sus numerosas ventajas fiscales fueron objeto de polémica, especialmente en el ámbito político, lo que ha hecho que a lo largo de los últimos años los sucesivos gobiernos hayan reducido de forma progresiva estos estímulos.

Un imperio empresarial

La familia Fuertes es una de las mayores fortunas de España. Su patrimonio está valorado aproximadamente en unos 1.500 millones de euros. Su grupo empresarial, El Pozo, es una de las grandes compañías españolas, con una facturación anual que supera los 2.000 millones de euros. El grupo da trabajo de forma directa a más de 7.000 personas.

Además, los Fuertes también son accionistas de referencia de la compañía de construcción y concesiones Sacyr, con una participación de algo más del 6%. A precios actuales de mercado, este paquete accionarial está valorado en cerca de 85 millones de euros.

Los propietarios de El Pozo se encontraban en el cada vez más reducido grupo de grandes fortunas españolas que mantienen su confianza en las sicavs como vehículo adecuado para la canalización de su patrimonio.