Amancio Ortega, fundador de Inditex / EFE

Amancio Ortega, fundador de Inditex / EFE

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"La única vez que vi llorar a Amancio Ortega": el drama de la sucesión en Inditex

La llegada de Marta Ortega a la presidencia del gigante textil resuelve una complicada encrucijada entre la faceta empresarial y la personal de la mayor fortuna de España

7 diciembre, 2021 00:00

El anuncio del relevo que situará a Marta Ortega en la presidencia de Inditex es sólo el final de un largo proceso que ha ocupado buena parte de los desvelos de su padre, Amancio Ortega Gaona, fundador y accionista mayoritario del imperio textil que lidera el Ibex 35 y poseedor de una de las 15 mayores fortunas de todo el mundo. Una operación en la que lo empresarial se ve envuelto en una encrucijada con lo personal: un hombre, una compañía, una fortuna... pero dos familias. Y un constante anhelo de que su obra, forjada por tantos años de trabajo, no pierda el rastro de su apellido.

Nunca resulta sencillo en un caso como el de Inditex que, al fin y a la postre, no es es más que una empresa familiar, como pueda serlo un pequeño establecimiento de hostelería de barrio, por más que valga cerca de 95.000 millones de euros en bolsa. Pero en el caso de los Ortega, el asunto ha sido algo más complicado, hasta el punto del amargo drama.

Predestinada desde el principio

Cuando la compañía quedó expuesta a los focos del mundo de la inversión, con su espectacular salida a bolsa, Marta Ortega no era aún mayor de edad. Pero sí la que más papeletas tenía para asegurar la continuidad generacional pese a ser, en realidad, el tercer descendiente del empresario de origen leonés pero afincado en Galicia.

Amancio Ortega empezó a construir los cimientos de Inditex a mediados de la década de los 70 junto a su primera esposa, Rosalía Mera (fallecida hace algo más de seis años). En 1975, en medio de los últimos compases del régimen franquista, abrieron el primer establecimiento de Zara en La Coruña. Por entonces, el matrimonio ya había tenido sus dos hijos: Sandra y Marcos.

Aquella empleada llamada Flora Pérez

En silencio, con mucho esfuerzo, el imperio iba tomando cuerpo, al mismo tiempo que la pareja se iba distanciando en lo personal. A comienzos de los ochenta, el entorno familiar de Amancio Ortega, en particular sus hermanas Dolores y Josefa, es consciente de la relación que mantiene con aquella empleada de la empresa llamada Flora Pérez Marcote, que ya trabajaba para el germen de lo que hoy es Inditex junto a sus hermanos Óscar y Jorge (hoy en día, directores generales de Massimo Dutti y Zara, respectivamente).

Inditex siguió su fulgurante camino pero, naturalmente, la relación quedó rota para siempre, aunque Ortega no contrajo matrimonio con su nueva pareja hasta 2001, precisamente el año de la salida a bolsa.

El papel de Sandra Ortega

Rosalía Mera siguió implicada en la trayectoria de la empresa, de la que no dejaba de ser accionista. Incluso tras la salida a bolsa, mantuvo un paquete del 5% del capital, que tras su fallecimiento pasó a manos de Sandra Ortega.

Muy estrechamente unida a su madre y su dedicación a inversiones relacionadas con la tierra gallega, el arte y la filantropía, esta no se interesó por participar en Inditex, más allá del papel de socia de referencia que mantenía Rosalía Mera, que tampoco reclamó siquiera el lugar que le correspondería en el consejo de administración. Dado que la minusvalía que padece Marcos Ortega Mera le incapacita para tales menesteres, todas las opciones quedaban reducidas a la figura de Marta Ortega.

Guerra familiar

La OPV de Inditex puso en valor aquel denodado esfuerzo de tantos años, que resultó ser muy superior a lo que jamás pudo soñar aquel niño que empezó cosiendo batas con apenas 12 años. Y dadas las circunstancias expuestas, la cuestión sucesoria (tanto del mando empresarial como del patrimonio) comenzó a rondar la cabeza del empresario cuya imagen seguía siendo aún un misterio, dado que apenas circulaban un par de fotografías de mala calidad en un universo aún muy analógico.

En medio de esta situación, el dueño de Zara trató por todos los medios de que los Ortega Gaona, los Ortega Mera y los Pérez Marcote enterraran las hachas de guerra que habían aflorado a la superficie con motivo de su relación con su actual esposa.

Reconciliación frustrada

La Coruña no deja de ser un pueblo grande, o una ciudad pequeña, como se prefiera; pero, al fin y al cabo, un lugar donde muchas cosas están interconectadas. Todo el entorno de Amancio Ortega, sus hermanas y demás familia se comporta al margen de la fortuna que atesoran y es habitual verles dar sus paseos por la ciudad, comprar en los sitios de siempre, sentarse en los bancos de siempre y ataviados con las ropas de siempre”, relata un testigo de excepción de aquellos tiempos en los que, no sin mucho esfuerzo, logró sentar en torno a una mesa a las dos familias para tratar alcanzar una paz que el empresario necesitaba como el aire que respiraba.

“Aquella situación fue de las más tensas que recuerdo en mi vida. Y lo peor fue que no funcionó. Era imposible la reconciliación. Fue la primera y la única vez que vi llorar a Amancio Ortega pero, además, con mucho desconsuelo, como si fuera un niño”.

En busca del mejor

Fueron complicados aquellos años que siguieron al debut en el parquet. Después de mucho tiempo al lado de Ortega, José María Castellano, sempiterno consejero delegado de la compañía, decidió emprender vuelo en solitario en busca de nuevas aventuras empresariales; en concreto, pilotar una entonces emergente empresa de telefonía llamada Ono hasta su venta al gigante Vodafone.

Amancio Ortega hizo entonces lo que estaba acostumbrado con los edificios que elegía para situar los establecimientos de las diferentes enseñas de Inditex por diversas ciudades del mundo. Preguntó y consultó quién era el mejor ejecutivo de España. Y la respuesta fue casi unánime: Pablo Isla.

La herencia

Necesitaba a alguien en quien dejar la compañía mientras su hija Marta, que poco a poco se incorporaba a los negocios familiares y a la Fundación, completaba su formación. Y se incorporaba a la compañía desde muy abajo. Si un día quería ocupar el puesto de su padre también tendría que imitar su trayectoria.

El trabajo que le restaba a Amancio Ortega era más que delicado: resolver la cuestión de la herencia, donde tenía que lograr lo que no había conseguido con la empresa: que nadie se quedara fuera. Fueron meses y años de trabajo con fiscalistas, notarios, abogados del Estado en su tiempo libre…

Con todo resuelto

Las malas lenguas señalaban que los cambios fiscales promovidos desde la Xunta de Galicia, especialmente en lo referido a Sucesiones y Donaciones se negociaban entre el presidente del Gobierno regional, ya por entonces Alberto Núñez-Feijóo y Amancio Ortega; quizá de aquellos contactos surgieran los rumores sobre una más que tentadora oferta al líder del PP gallego para que dejara la política y tomara las riendas de la Fundación. Eva Cárdenas, la pareja de Feijóo era por entonces una destacada ejecutiva de Inditex, en concreto de su división Zara Home, aunque hace dos años que decidió dejarlo y emprender otros negocios.

Tras muchos años de trabajo en la sombra y una vez superado lo peor de la pandemia, el horizonte aparece al fin despejado para Amancio Ortega. Asegurado de que las peleas familiares no podrán influir en la gestión de la herencia y que ésta no podrá despedazarse, como ha sucedido en muchos otros casos similares, llegó el momento de dar el paso a la siguiente generación.