Las cifras del paro han sido demoledoras. Más de 300.000 personas han pasado a engrosar las cifras del Inem, sin contar el más de millón y medio de trabajadores que están inmersos en expedientes temporales de regulación de empleo. Los datos son malos, pero pueden ser peores si no inyectamos en la economía la liquidez suficiente.

La clave de la situación es cuándo superaremos la pandemia. Cuándo volverá todo a recobrar una normalidad paulatina. Hasta que llegue ese cuándo estaremos atados de pies y manos esperando que el sistema sanitario aguante los embates y la cifra de recuperados sea mayor a la cifra de infectados y, que ni decir tiene, los fallecimientos se reduzcan sensiblemente.

El Gobierno de España se ha puesto las pilas y ha ido adoptando medidas. Se podrán considerar insuficientes, pero creo que son razonables y convenientes. Parar la economía desde el principio como defienden los agoreros hubiera sido un error mayúsculo y las cifras de paro hubieran hecho estremecer al más inasequible al desaliento. Las ayudas plasmadas en los diferentes decretos están pensadas para la superación de la crisis a mediados de abril, cuestión que ahora se está poniendo en duda. Solo hace falta repasar los países que han prolongado el confinamiento. Italia, Alemania, Francia o Portugal lo llevan al 19 de abril. España, todavía, lo sitúa en el día 12.

Si la situación se alarga, y parece que se alargará, habrá que inyectar dinero en la sociedad. Después de los datos del paro, el debate sobre la renta básica volverá a tomar fuerza, lo que elevará la deuda del estado a la que habrá que sumar las prestaciones por desempleo, las ayudas a las empleadas del hogar, las prórrogas a los autónomos y el apoyo del estado con avales en los créditos ICO. ¿Con esto será suficiente?

La mayoría de empresas han presentado los ERTE pensando en recuperar su actividad el 12 de abril, pero si el periodo de confinamiento se alarga, estas empresas necesitarán liquidez para reactivarse cuando se abra la veda. El dinero de los créditos no será suficiente porque, hoy por hoy, las peticiones a las entidades bancarias han superado de largo los 20.000 millones. La liquidez se puede inyectar por este método --el Gobierno se planteó 100.000 millones-- pero también facilitando la liquidez de las empresas suspendiendo los impuestos de abril --el día 20 autónomos y empresas deben liquidar IVA e IRPF-- posponiéndolos para el mes de junio.

Sin la ayuda del Estado no se superará la crisis. Muchas empresas que han cerrado no podrán volver a abrir si no tienen liquidez, y a los créditos solo podrán acceder las empresas más solventes y en mejor situación. Hemos de convenir que muchas pequeñas empresas y autónomos si no tienen liquidez inmediata morirán de inanición. El Gobierno se resiste pero quizás debería mirar a Europa. Hasta 22 países han adoptado medidas de este tipo porque el déficit cero ya ha pasado a la historia. España se podrá endeudar y pelear, al tiempo, por fondos europeos. Si no se ponen ahora los medios, el día después, el “cuándo” será tarde para muchos.