Sede corporativa del BBVA, en el barrio madrileño de Las Tablas / EP

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BBVA reduce a la mínima expresión la obra social de las antiguas cajas catalanas

Nueve años después de incrementar de forma notable su presencia en Cataluña con la compra de Unnim, el banco está lejos de cumplir con su compromiso con la RSC en el territorio

18 julio, 2021 00:00

A comienzos de 2012, BBVA daba la sorpresa y se imponía en la subasta de Unnim, la entidad que agrupaba a las antiguas cajas catalanas de Girona, Manlleu, Sabadell y Terrassa. Nueve años después, la entidad que ahora preside Carlos Torres está lejos de cumplir con uno de los compromisos que estableció como prioridad: el mantenimiento de la obra social que las corporaciones procuraban para sus territorios y que, a día de hoy, sobreviven en la mínima expresión.

Después de todo este tiempo y una vez superada ampliamente la anterior crisis financiera, la cantidad destinada por BBVA a obra social en Cataluña seguía anclada en el entorno de los cinco millones de euros anuales poco antes de la llegada de la pandemia del coronavirus. Justamente, en el punto donde estaba cuando se hizo cargo de Unnim y asumió un compromiso que, además, le llegó en forma de petición desde diversos ámbitos, sociales y políticos.

El líder en España

La operación no sólo convirtió al banco de origen vasco en una sociedad con enorme arraigo en Cataluña, algo que incrementó incluso después al quedarse también con Catalunya Caixa, sino que le otorgaba de forma momentánea el liderazgo en España, por delante del Santander.

Aquel primer año, la entidad que por entonces presidía aún Francisco González aportó 2,2 millones de euros a Unnim Caixa, que así se denominaba la estructura no financiera del conjunto de las cuatro cajas que se fusionaron en Unnim Banc.

La primera aportación

Junto a los fondos propios de Unnim Caixa, transformada posteriormente en fundación especial (como era preceptivo), la denominada Fundació Antigues Caixes Catalanes, conformaban un colchón de unos cinco millones de euros, que eran los que estaban programados para destinar a obra social durante aquel complicado 2012.

Se trataba de tiempos más que difíciles, probablemente del año más peliagudo de la crisis, con España al borde de un rescate al que el Gobierno, aliado con el italiano, se negó, aunque tuvo que acceder al rescate del sector financiero, con una inyección de más de 40.000 millones.

Una prioridad...

No obstante, desde el primer momento BBVA expresó su compromiso para que la obra social en el territorio y la responsabilidad social corporativa fueran aspectos prioritarios.

En un marco tan significativo como el de la escuela de negocios Esade, el entonces consejero delegado del BBVA, Ángel Cano, aseguró que para la entidad priorizar la obra social de las entidades adquiridas iba a ser una cuestión de continuidad porque “a esto le dedicamos mucha atención en general en el grupo”.

...que no fue tal

Sin embargo, los primeros pasos a la hora de establecer compromisos con el territorio no fueron equívocos acerca de la intención del BBVA. En el correspondiente ajuste de plantilla y sucursales que siguió a la asunción del control de Unnim, la mayoría de los sacrificados fueron empleados y oficinas correspondientes a las antiguas cajas catalanas.

Mientras tanto, la obra social se ha movido año a año en unas cifras similares a las del primero, lo que ha alejado definitivamente la posibilidad de volver siquiera a aproximarse a los números en que se movían las entidades en conjunto antes de la crisis.

Otros tiempos

Por entonces, a mediados de la primera década del siglo, la suma de las aportaciones a obra social de las cajas de Girona, Manlleu, Sabadell y Terrassa rondaba los 15 millones. Cuando BBVA tomó el control de Unnim, la aportación estaba en zona de mínimos.

La misma en la que se mantiene casi una década después, con renovaciones anuales de los convenios con la Fundación Antigues Caixes Catalanes y con las propias aportaciones de la Fundación BBVA y otros conceptos.

Aportación residual

Según el informe anual del BBVA correspondiente a 2020, la aportación de la Fundación BBVA a obra social fue de unos 30 millones, de los que poco más de dos fueron a parar a Cataluña (es decir, menos del 10%). En conjunto, la cuantía destinada a este tipo de actividad en España se fue por encima de 60 millones.

Del mismo modo, una relación que no se corresponde con el peso del territorio catalán en el negocio del banco, ni con su implantación ni mucho menos con el compromiso que ha expresado de palabra en numerosas oportunidades.

Un consejo no ejecutivo

Un compromiso que en los últimos tiempos se ha plasmado en el refuerzo de un consejo asesor, a modo del que tienen numerosas grandes corporaciones en las comunidades autónomas en las que cuentan con mayor implantación pero que raramente tienen un verdadero peso ejecutivo. El caso del BBVA no es una excepción.

Mientras, la última reestructuración de plantilla y red de sucursales del banco, aprobada recientemente y cuyo proceso de adhesiones está en la recta final, también se ha cebado especialmente con Cataluña, pese al considerable ajuste ya realizado en su día tanto con Unnim Banc como con Catalunya Caixa.