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Amber acorrala a Santander en Prisa con la llegada de Vivendi

La fallida oferta de Blas Herrero por la división de medios del grupo fue el detonante para que su primer accionista desplegara una estrategia para evitar perder el control

23 enero, 2021 00:00

La incorporación de Vivendi como socio significativo de Prisa supone un paso determinante por parte de Amber Capital, primer accionista de la editora, para controlar el grupo pero, sobre todo, para evitar maniobras en su contra procedentes del bloque liderado por Santander, con el que ha mantenido evidentes discrepancias. El frustrado asalto a la división de medios de Prisa a través de la oferta de Blas Herrero desencadenó la estrategia del fondo.

Paradójicamente, Amber no había ejercido en ningún momento como el accionista con mayor peso en Prisa hasta finales del pasado año. Participaciones como la suya, que roza el 30% (el límite para evitar la obligación de lanzar una OPA por la totalidad del capital) e incluso notablemente inferiores son suficientes en el caso de otras cotizadas para que su propietario ejerza un control efectivo sobre la compañía.

Influencia en la gestión

Sin embargo, el caso de Prisa es un tanto peculiar. Una parte relevante de los accionistas lo son en virtud de herencias del pasado, como son los casos de Telefónica (con la operación de Sogecable) y las entidades financieras, fruto del acuerdo alcanzado en su día con la empresa para capitalizar parte de la deuda.

En este sentido, la inacción de Amber había sido aprovechada por Santander para ejercer una influencia en la gestión de Prisa que no se correspondía con la participación del 6% que mantiene en el capital.

Complicaciones financieras

Un escenario que había provocado fricciones con Amber, cuya estrategia para el futuro de la compañía basada en el negocio de los contenidos educativos no coincidía con la que planteaba Santander. Lejos de ejercer como un simple socio financiero en busca de poner en valor su participación, la entidad que preside Ana Botín no pretendía ser uno más en una compañía con un perfil más que interesante para la entidad financiera, en tanto en cuanto es propietaria de medios líderes en sus respectivos segmentos: El País y la Cadena Ser.

Desde el punto de vista financiero, Prisa es, sobre todo, un problema y no precisamente de tamaño menor debido a un endeudamiento que roza lo insostenible y que le obliga a deshacerse de preciados activos (el último caso, los negocios internacionales de la editorial Santillana). Sin embargo, la influencia de sus medios enseña puede compensar todo lo demás.

La presidencia de Monzón

Ana Botín nunca ha ocultado su interés por el mundo de los medios de comunicación y hasta sus inquietudes de juventud por ejercer el periodismo. Su papel en Prisa fue determinante para que Javier Monzón, con el que le una buen relación y que, además, preside Openbank, la entidad online de Santander, se hiciera con el sillón presidencial de Prisa hace un par de años, cuando el futuro de la empresa era más que incierto.

Detalle de la sede de Prisa en Madrid / EP

Detalle de la sede de Prisa en Madrid / EP

Desde entonces, las discrepancias entre la dirección y la propiedad no han jugado a favor de la compañía. Pero sin duda, el punto de inflexión se produjo a finales del pasado año, cuando hasta el consejo de administración llegó por sorpresa la propuesta del empresario Blas Herrero, respaldado por inversores afines cuya identidad no trascendió, para adquirir la división de medios de comunicación de Prisa por 200 millones de euros.

Maniobra en la junta

La oferta fue descartada por el órgano ejecutivo de la empresa por considerarla insuficiente pero encendió todas las alarmas en Amber por el hecho de que la maniobra se había visto con buenos ojos por parte de Santander, hasta el punto de llegar a sospechar que incluso la podría haber impulsado, como parte de una estrategia para apartar al fondo de su camino. Si Amber apostaba sobre todo por el negocio educativo, el que más aporta a la cuenta de resultados de Prisa, la alternativa de repartirse la empresa aparecía de repente convertida en una posible realidad.

Ante los rumores de que Herrero podría volver a la carga, Amber se puso manos a la obra para resolver la cuestión y encontró la oportunidad apenas tres semanas después. En la junta extraordinaria de accionistas convocada con anterioridad a la oferta para aprobar la operación de Santillana, el fondo acudió tras haber acordado el apoyo de Telefónica, que ostenta cerca de un 10% del capital, para forzar el cese de Monzón como presidente.

Un socio estable

Fue un primer golpe de efecto y una manera de evitar situaciones comprometidas en el futuro más inmediato pero no dejaba del todo tranquilo a Joseph Oughourlian, responsable de Amber y encargado de asumir de forma provisional la presidencia del grupo.

El fondo necesitaba un socio estable dentro de la compañía, que no le obligara a tener que recurrir a alianzas improvisadas con accionistas como Telefónica que, además, no tienen precisamente vocación de permanencia en el capital.

Contra la desestabilización

Este papel será el que cumpla Vivendi, un compañero de viaje que Amber conoce bien. El gigante francés de la comunicación surgió como el comprador que buscaba HSBC para salir del capital de Prisa, toda vez que la negativa rotunda de Oughourlian a poner a la venta El País y la Ser descartaba la posibilidad de un movimiento alcista en bolsa que pudiera incrementar a corto plazo el precio de sus acciones.

En conjunto, Amber y Vivendi controlarán cerca de un 38% del capital y no se descarta que la cifra se incremente algo más gracias a otros paquetes minoritarios que pueden ser adquiridos en breve por el grupo galo. Una garantía para desarrollar una estrategia sin obstáculos y sin temor a maniobras desestabilizadoras. Un movimiento muy rápido que ha sido capaz de dejar a Santander, por ahora, fuera de juego.