Un apicultor manipulando colmenas para extraer miel / PIXABAY

Un apicultor manipulando colmenas para extraer miel / PIXABAY

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La amarga batalla de los mieleros

Los apicultores, tras ruinosas cosechas, esperan un etiquetado claro prometido por Sánchez que detalle la composición y frene la invasión china

13 octubre, 2019 00:00

La miel en España se está volviendo amarga para los productores. La cosecha lleva tres años cayendo al 50% por la crisis climática. Además, el Gobierno en funciones sigue sin promulgar una norma de calidad transparente, como prometió ante el 28A, que permita al consumidor conocer su composición y origen y frenar la invasión de miel china y mezclas de baja calidad.

Esta demanda histórica se ha atascado en la reforma de un decreto de 2003 del ejecutivo de Aznar sobre calidad de la miel. El titular de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, confió en tenerlo aprobado en abril, tras las preceptivas consultas al sector y al Consejo de Estado. Y si no, “dejarlo ultimado para hacerlo en el próximo Gobierno”.

Enjambre de problemas 

España es uno de los principales productores de Europa, con una media anual de 31.000 toneladas elaboradas por millones de abejas de 31.500 apicultores. Solo 5.500 de ellos producen el 80%. La mayoría son pequeños y aficionados, sobre todo en la zona norte y noreste, donde la cosecha ha sido buena cosecha esta temporada. El sector cuenta, según datos oficiales, con casi tres millones de colmenas ubicadas sobre todo en Extremadura, Andalucía, Castilla y León, Valencia, Castilla-La Mancha y Galicia.

La calidad de la miel española es reconocida en todo el mundo. Pero el mercado presenta un enjambre de problemas con la importación de otras 33.500 toneladas. Luego se exportan 20.000 de producción hispana y buena parte de la importada hasta sumar 50.000 toneladas, que salen etiquetadas como españolas.

Miel luso-polaco-rumana-china

La mayor parte de la miel importada y comercializa en España viene de lejos. Sobre todo de China, un 60% oficialmente. El resto procede de Portugal, Polonia o Rumanía. Según la COAG, es de origen chino camuflado, como en su día sucedió con las importaciones de ajos vía países del este o Marruecos.

Con el nuevo etiquetado obligatorio, los consumidores sabrían la patria exacta de las abejas que producen la miel que se llevan a casa y se evitaría la opacidad que envuelve la fabricación de otras, que escapan a las normas de seguridad alimentaria españolas.

Mezclas sospechosas

Los apicultores exigen que se indiquen el país o países de procedencia, detallando el porcentaje que corresponde a cada uno, a diferencia de lo que ocurre ahora, que solo existe la obligación de señalar si ha sido elaborada dentro o fuera de la UE. 

También lo reclaman las 70 asociaciones apícolas, medioambientales, empresas y apicultores puestos en pie de guerra para que que no se pueda seguir utilizando la denominación "Origen: China, España" cuando el envase contenga un 99% de la primera y un 1% de la segunda.

Dos apicultores ante un enjambre de abejas / EUROPA PRESS

Dos apicultores ante un enjambre de abejas / EUROPA PRESS

Apoyo de los consumidores

Junto a las organizaciones COAG, UPA, Asaja y Cooperativas Agroalimentarias, la plataforma Etiquetado Claro Ya (en la que participan la Asociación Española de Apicultores y las Denominaciones de Origen Alcarria, Tenerife y Galicia) pide al Gobierno que se permita también conocer si la miel ha sido sometida a tratamientos de calentamiento por encina de 45º C o microfilmados que eliminen el polen intrínseco. En ese caso, debería ser obligatorio especificar en la venta que se trata de un “edulcorante o miel industrial”.

Un total de 113.596 consumidores apoyan estas tesis a través de Change.org. Incluso reclaman controles de calidad como la Resonancia Magnética Nuclear y medidas antidumping contra los países que están introduciendo el producto por debajo del coste de producción, como ocurre ahora, que supone la ruina para los apicultores españoles. Un portavoz de la plataforma asegura que el actual borrador de decreto varado solo incluye que el consumidor pueda leer de forma clara en las etiquetas el lugar de origen de la miel. Faltaría que el envasador informe del porcentaje de mezclas y si ha sido pasteurizada.

Envasadores en contra

La industria envasadora no considera necesaria una modificación normativa. Admite identificar el origen en el etiquetado, pero defiende que es competencia de Bruselas y que sea de aplicación europea para evitar que haya una “competencia desigual” entre las empresas que operan en el mercado de la UE.

Rebeca Vázquez, secretaria general de Asemiel-Animpa, aseguró a Efeagro que con la miel china “se está creando una alarma tremenda y difundiendo información completamente falsa”, ya que “los controles de calidad europeos y españoles son exhaustivos”. También rechaza que se pasteurice la miel. Dice que simplemente es sometida a “un calentamiento muy suave” para quitarle impurezas medioambientales como las “patitas de abeja”. La posible solución, cuando haya Gobierno. Los partidos en campaña guardan silencio.