Fira de Barcelona aplaza la celebración de Alimentaria hasta septiembre por el coronavirus / FIRA DE BARCELONA

Fira de Barcelona aplaza la celebración de Alimentaria hasta septiembre por el coronavirus / FIRA DE BARCELONA

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Alimentaria: más vale tarde que nunca

Cambiar las fechas puede ser una buena idea, pero el debate de fondo es si el coronavirus se quedará o no como una nueva enfermedad

6 marzo, 2020 00:00

El retraso de la gran feria de alimentación del sur de Europa, Alimentaria, es una noticia relativamente buena, o como mínimo inteligente. Estamos en un momento de creciente histeria y se toman algunas decisiones sin mucho fundamento. Ante la cercanía de la celebración de uno de los salones más importantes de Barcelona y su potencial cancelación el posponerlo no solo es un mal menor sino que es una buena idea.

Estamos parando la economía por un miedo injustificado que deriva en histeria. Nada peor que un capitán nervioso al frente de un barco en medio de la tormenta. La OMS quiere evitar que nazca una nueva enfermedad contagiosa, pero me temo que ya es tarde. Cuarentenas, cierres de Universidades, partidos a puerta cerrada, … no dejan de ser escenificaciones de los gobiernos para transmitir tranquilidad después que estos mismos gobiernos son los que han generado la alarma.

Hasta donde se sabe, estamos ante algo parecido a un nuevo tipo de gripe, con consecuencias fatales, como la gripe, para quienes tienen problemas previos de salud o para quienes tienen mala suerte…como ocurre en todas las enfermedades porque hasta la más benigna se puede complicar. Esta epidemia radiada al segundo por las redes sociales muestra números sorprendentes por su incoherencia. La evolución del número de infectados es muy diferente según el país y, sobre todo, la tasa de mortalidad varía muchísimo y aunque las medidas de contención son muy variadas, y que los sistemas de salud también lo son, hay cosas que no cuadran.

Con más de 25.000 infectados activos que solo haya poco más de 100 nuevos casos en China indicaría que el brote ya estaría contenido y en cuestión de días se daría la epidemia por cerrada en el país donde todo comenzó, con una tasa de mortandad del 3,7%, si bien la quinta parte de los infectados activos se clasifican como serios o críticos. Corea del Sur, sin embargo, incrementa casi en un 10% su base de nuevos casos, cada día, pero tiene una tasa de mortalidad muy baja, 0,6%, con solo un 0,8% como críticos. Es evidente que a pesar de todas las diferencias que apuntemos sobre el punto de partida de cada país, las estadísticas no miden lo mismo.

Analizando la lista de países que se actualiza cada día encontramos muchas más incoherencias. Nepal solo tiene un caso y éste se curó, pero el primer fallecido en España parece que se infectó en Nepal. La tasa de mortalidad en USA es una de las más altas del mundo, del 7%, mientras que la de Irán es del 3%. En USA es evidente que no se hacen análisis a casi nadie, entre otras cosas porque ir al médico es carísimo y hay muchos trabajadores que no pueden permitirse estar en cuarentena dos semanas sin trabajar, es lo que tiene no tener un sistema de salud público ni subsidio de desempleo, solo llegan a los hospitales personas realmente enfermas.

Según las estadísticas oficiales en Corea del Sur se han realizado 2,138 test por cada millón de personas, 386 en Italia y solo 1 por millón en Estados Unidos donde, además, se ha dejado de suministrar información porque no está claro que el test sea correcto, algo inédito en la CDC, la prestigiosa agencia contra las epidemias americana que todos hemos visto en películas de catástrofes.

Con esta heterogeneidad en la realización de test y en los criterios es estúpido estigmatizar a un país u otro. Como carece de sentido parar el mundo. Cuanto antes asumamos que entre los miles de enfermedades infecciosas ha venido otra para quedarse antes podremos dejar de perder dinero por la histeria generada por las redes sociales, una OMS que no ha sabido ni comunicar ni unificar criterios y unos gobiernos más preocupados por el tweet que por el bienestar de sus ciudadanos.

Decisiones como la de dejar al albur de la sensación de los comités de empresa el absentismo permitido es de traca, ni ayuda a la salud ni a la economía. Dejemos trabajar a los médicos en cómo tratar esta enfermedad y olvidemos el “carrusel deportivo” de infectados y difuntos. La salud nunca debe ser un espectáculo ni una excusa para decisiones populistas. Por eso posponer la celebración de Alimentaria es una buena noticia porque la alternativa de cancelar un salón bianual solo ayudaría a hundir un poco más a Barcelona en la miseria.