La terminal T2 del aeropuerto Josep Tarradellas-Barcelona El Prat, uno de los principales activos de Aena / AENA

La terminal T2 del aeropuerto Josep Tarradellas-Barcelona El Prat, uno de los principales activos de Aena / AENA

Business

Aena espanta a los licitadores con sus tijeretazos a las concesiones públicas

El desplome del negocio aeroportuario provocado por la pandemia ha llevado al gestor a fijar condiciones que dejan un escaso margen a los potenciales oferentes

16 septiembre, 2021 00:00

Las últimas licitaciones de peso que ha sacado Aena se han caracterizado por el reducido número de oferentes que se han presentado. Incluso, como ha sucedido con el relativo a los aparcamientos de los aeropuertos, aquellos titulares de los contratos que se renovaban han renunciado a comparecer de nuevo en el proceso. Una de las causas cabe encontrarla en lo ajustado de los montantes en los que el gestor está presupuestando las mencionadas concesiones, que hace muy complicado lograr una rentabilidad adecuada.

En el citado caso de los parkings, ha llamado la atención la ausencia de Saba y Empark (dominantes en los contratos anteriores) en la puja por el lote 2, que incluía el Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, además de otros destacados aeropuertos como Palma de Mallorca, Ibiza o Alicante, entre otros.

Ausencias significativas

Un consorcio formado por las empresas Setex, ACE y Eysa presentó la única propuesta, con un precio de 38,4 millones de euros, que representaba una baja del 5,5% en relación con el presupuesto base.

No se trata precisamente de una baja temeraria ni una oferta a derribo. Pero sí cabe tener en cuenta que ese presupuesto presenta ya, de por sí, una cantidad más que ajustada, que no se corresponde con el valor del contrato.

Un descuento notable

Así se refleja incluso en el propio pliego de condiciones de la licitación, en el que se establece que el valor neto estimado del contrato es de 67,74 millones de euros para el mencionado lote 2. Es decir, que el valor neto de la licitación ya presenta, de entrada, un descuento del 40%.

De este modo, la oferta presenta una rebaja próxima al 44% sobre el valor real del contrato. Una cifra que explica el poco interés que una licitación que suele presentarse como sumamente atractiva ha despertado entre los operadores del sector.

Ofertas ajustadas

En el caso del lote 1, con el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas como bandera, ha sucedido prácticamente lo mismo. El valor neto de la licitación llegaba con un descuento del 40% en relación con el estimado, de algo más de 69 millones de euros.

Aviones de Iberia en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas / EP

Aviones de Iberia en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas / EP

Para este paquete de activos sí presentó una oferta Empark, aunque muy ajustada al presupuesto, con una baja que apenas superaba el 1%. El consorcio que se llevó el lote 2 ofreció una rebaja de algo más del 6% (un 43,7% respecto al valor estimado), con lo que ha resultado ser la más económica y la que finalmente será seleccionada, salvo alguna anomalía de última hora.

El impacto del Covid-19

En otros casos, también con un presupuesto base más que ajustado, la concurrencia de oferentes ha sido algo más elevada y sí se han podido apreciar ofertas con bajas considerables. Uno de los últimos ha sido el referido al recrecido de pista del aeropuerto de La Coruña, un proceso en el que la ofertas más competitivas han presentado descuentos cercanos al 20%, muy llamativos para un tipo de trabajo en el que el margen es ya escaso de por sí.

La pandemia ha golpeado de forma brutal el negocio aeroportuario, lo que ha repercutido especialmente en la situación de Aena que, además, justamente antes de la irrupción del coronavirus, vivía los mejores años de su historia, con registros históricos de pasajeros consecutivos en los últimos ejercicios anteriores a 2020.

Control de costes

La compañía ha sido capaz de abrir nuevas vías de liquidez para asegurar su viabilidad aun en los peores momentos, cuando el tráfico aéreo se desplomó por encima del 90%. Sin embargo, esto también le ha obligado a ser especialmente estricta con los costes.

Del mismo modo, los oferentes también están haciendo muchos cálculos a la hora de apostar por un sector cuya salida de la crisis también se presenta más incierta que la mayoría del resto. Todo apunta a que a la aviación comercial aún le queda una travesía en el desierto considerable y este factor no juega a su favor en el momento de que las empresas de servicios evalúen sus riesgos.