Mucha gente me pregunta a qué restaurante pueden llevar a alguien a quien quieren seducir, enamorar, fascinar. Mi respuesta es invariablemente que un restaurante por sí solo no va a enamorar a nadie que no esté predispuesto a caer en ese estado en el que uno, por un rato, lo ve todo de color rosa. Y sin embargo, aprovechando que en febrero hay billetes muy baratos a París, me atrevo a recomendar un restaurante con una atmósfera especialmente romántica, original y cálida: Pétrelle en la calle Petrelle. La carta es corta pero consistente, la cuenta probablemente subirá más que los billetes easyjet a París, pero Pétrelle tiene ese je ne sais quoi que seduce al/la más pintado. Ya me contarán.