Vida

La virgen Lola y el autocar del obispo

Encontronazo entre las dos Españas: la eterna brama contra el Carnaval de Las Palmas; la atea, contra el autobús del pene y la vulv

5 marzo, 2017 18:00

La campaña de que los niños tienen pene y tal parece un débil y esperpéntico estertor de la España preconciliar, pero también se puede interpretar como el último grito en propaganda de la era Trump.

El color naranja del autocar de HazteOír y la simpleza de las frases remiten directamente al sistema empleado con indudable éxito por los químicos en las redes sociales del actual presidente de Estados Unidos. Algo así como al pan, pan, que no dice nada pero cala hasta un punto en que la sobreexposición puede convencer al más escéptico de que el Arca de Noé es un hecho tan extraordinario como el impacto de un meteorito.

Así es que el creacionismo vuelve a estar en la onda y si no se lo creen pregunten a un chaval de 18 años. ¿Que venimos del mono? ¿Pero qué dices, julai? Venguemos del Puente Aéreo y vamos al Desfase.

La proposición cerrada del teorema de HazteOír, que acaba con la coletilla "que no te engañen", es tan rudimentaria como una clasificación del reino animal que sólo diferenciara a las especies por su hábitat, con lo que las ballenas, como mamíferos que son, estarían viviendo una vida submarina que no les corresponde. No es desdeñable el impacto negativo que puede causar la campaña, como tampoco que las proclamas más combativas son las que otorgan visibilidad y viralidad al asunto.

Hay que tener el ojo entrenado porque, a bote pronto, pasa un autocar con ese mensaje y lo mismo es cosa de Recio, el que no limpia pescado (los bogavantes tienen pinzas, las langostas, no) o el anuncio del último hallazgo del Mobile sobre un teléfono que sirve para hablar por teléfono. Sea como fuere, detectada la guagua, frente a la España eterna, la no menos eterna España atea gracias a Dios, que blasfema, pero en arameo, y pasea en procesión un rato a Nuestra Señora de los Dolores y otro rato al Cristo crucificado, ambos en versión burlesque y obra de un mismo autor.

Hay una batalla sin cuartel en el campo del trending topic. El psicodélico autobús de los niños que sólo tienen pene combate con el pasmo del obispo de Las Palmas, Francisco Cases, quien advertido de que un sujeto disfrazado de procesión de Semana Santa había ganado la Gran Gala Drag Queen del Carnaval, declaró que hasta la fecha su peor trance como pastor de almas había sido el día del accidente aéreo de Spanair, pero que lo del Carnaval rompía el vidrio del calibre del pesar. Se le fue la mano al mitrado y le dio tal cuartelillo a la sacrílega performance que lo de la elección del cantante de Eurovisión se ha quedado en un anécdota menor.

Borja Casillas se llama el joven tras la máscara, ídolo de comecuras y pavor de meapilas, graduado en Educación Infantil y aspirante a profesor de Religión porque lo que es él, dice ser agnóstico, pero, oyes, a lo mejor hay algo, abunda. Y hete que este hombre que por la mañana incendia un convento por la noche enciende una vela tiene en ascuas a toda España. Medio país le pondría mirando a la Meca; el otro medio, mucho más tolerante, se cargaría al medio primero. La sal es que los escandalizados de profesión escandalizan mejor que los escandalizadores de oficio, que a su vez se escandalizan mucho más y mejor, todo hay que decirlo, que los profesionales.