Francisco, un hombre que asiste a terapia de rehabilitación para maltratadores / CG

Francisco, un hombre que asiste a terapia de rehabilitación para maltratadores / CG

Vida

“Me vi identificado como un maltratador y pedí ayuda”

Francisco recibió malos tratos, asiste a rehabilitación y uno de sus principales miedos es que su hijo repita sus patrones

13 marzo, 2017 00:00

Lleva 30 años casado y tiene dos hijos, de 13 y 23 años. Tras sufrir malos tratos en su infancia, supo que estaba reproduciendo las mismas actitudes que su padre y pidió ayuda. En una entrevista con Crónica Global, Francisco, que prefiere no dar sus apellidos, explica sus principales miedos, retos y logros.

- ¿Por qué estás en tratamiento?

- Llegó un día que necesitaba ayuda. Lo primero que hice fue llamar al teléfono del maltrato, porque me veía identificado con un maltratador. Me dije que algo estaba haciendo mal.

- Y te aconsejaron un centro

- Sí, me dieron el contacto de la Fundación AGI (Asistencia y Gestión Integral). Aquí ves que, lo que para ti era normal, no lo es. Me han dado herramientas para encontrarme a mí mismo y me han hecho ver que no es tan difícil. Solo tienes que saber qué sucede y los cambios que tienes que hacer.

- ¿Cómo supiste que eras un maltratador?

- Me sentía como si condujese por una autopista contradirección. Sabía que iba a perder lo más importante para mí: mi mujer y mis hijos. No quería hacerles daño toda la vida.

- ¿Te has preguntado por qué lo haces?

- Siempre, y acabas viendo que todo tiene una causa. Cuando naces, no eliges el entorno en el que lo haces. Llegas allí y ya tienes una vinculación. El entorno en el que crecí me hizo convertirme en un ser que no es el que soy ahora. Intento no serlo.

- ¿Cómo?

- Aprendiendo a reconocer mis estímulos, a saber detectar mi primer pensamiento, las pausas, el primer mensaje que recibes. Lo mejor es el entendimiento, hablarlo y así te das cuenta de que el mensaje que estabas recibiendo no se corresponde con la realidad. A veces estás mal en el trabajo, llegas a casa y lo pagas con otra persona.

- ¿En ese momento te das cuenta de lo que estás haciendo?

- Sí. Por eso cuando llamé sabía que tenía que hacerlo para acabar con esta situación. Piensas en quitarte la vida, crees que eres una mala persona. Miraba a mi hijo y me daba miedo que el día de mañana él también fuera un maltratador. Ahora, si ve que busco soluciones, aprenderá que tiene herramientas si el día de mañana las necesita. Yo hubiera sido feliz si mi padre lo hubiera hecho.

Imagen de detalle de Francisco, que asiste a rehabilitación para maltratadores / CG

Imagen de detalle de Francisco, que asiste a rehabilitación para maltratadores / CG

Imagen de detalle de Francisco, que asiste a rehabilitación para maltratadores / CG

- ¿Cruzaste alguna línea para tomar la determinación de pedir ayuda?

- Fue una situación que se me fue de las manos. Cuando te dicen tantas veces que eres culpable, lo reconoces. Llegué a llamar a los Mossos d’Esquadra y asumí que, si tenía que cumplir una pena, la cumpliría. Si asumes tu culpa, todo funciona.

- Es una lucha interna

- Tienes dentro al diablo y a la persona que eres tú. Sé que yo no soy ese diablo, sino que se me ha generado después de tener conductas que he vivido en mi casa. Acabas aprendiendo a cambiar cosas y aumentas tu autoestima. Te quieres.

- ¿Es una cuestión de falta de autoestima?

- Sí. Yo siempre he mirado más por los demás que por mi. Pero es todo lo contrario. Si te apetece hacer algo, hazlo. No estás haciendo daño a nadie. Nacemos para morir, no es todo estable. Mi mayor miedo es perder a mi familia, lo que más quiero. No soy capaz de que mi hija me vea con odio o miedo. Quiero borrar esa imagen, que me llame papá, convivir, recuperar todo lo que me he perdido.

- ¿Ha cambiado la actitud de tu familia desde que estás aquí?

- Mucho. Se dan cuenta de que ha habido un cambio, porque se palpa. Respiras de otra manera, estoy aprendiendo a gestionar las comunicaciones tanto de uno como de otro. Lo mejor es la comunicación. Antes no se hablaban las cosas y ahora sí. No dejamos nada en el tintero, hay que cerrar capítulos. En el entorno laboral también ha mejorado la situación.

- El problema, entonces, no es con tu mujer sino que lo descargas con ella…

- No. El problema es que yo he sufrido malos tratos y a la mínima me han pegado. Sin querer, tú solo conoces ese idioma y no otro. No te han enseñado que hay que reflexionar y parar. Que si llegas a casa, no está la mesa puesta y quieres comer, tendrás que ponerla tú. Ni que, cuando termines, tendrás que fregar los platos. Yo no aprendí eso, lo he aprendido ahora. Me he preocupado de aprenderlo.

- ¿Qué herramientas te han enseñado a aprenderlo?

- Recuerdo la anécdota del águila que aprendí en AGI. Expone que, cuando el águila se hace mayor, no puede comer porque se le curva el pico y tiene que rompérselo para que le nazca otro y así poder seguir viviendo. Te das cuenta de que nadie se lo explica, él tiene que hacer un esfuerzo. Si no se rompe el pico, morirá. Ves que tienes que hacer como él, sacrificar cosas para ser mejor. Pero tienes que hacerlas tú porque nadie te va a empujar a hacerlo.

- ¿Qué esta fallando en la lucha contra la violencia de género?

- Los medios. Solo se oye la muerte y no se busca más en la educación. Primero hay que educar a los padres, si ellos no están educados no pueden educar a los hijos.

- ¿Has conseguido matar a ese demonio?

- Si. Ya no lo tengo. Me pesaba mucho la mochila de la culpa y he estado arrastrándola hasta ahora. He abierto el armario y he sacado todos los pensamientos y vivencias malas. A veces saltan a tu mente, pero el subconsciente lo aparta.