Baleares: cómo sobrevivir a la saturación turística

Baleares: cómo sobrevivir a la saturación turística

Vida

Baleares busca una salida para sobrevivir a la saturación turística

El Gobierno autonómico restringirá el acceso de vehículos a ciertos parajes mientras el consistorio de Palma trata de aliviar la congestión de la catedral

15 mayo, 2017 00:00

La masificación turística en Baleares es un hecho patente desde hace varios años. Sólo en un día, el 10 de agosto del año pasado, se concentraron en las islas más de dos millones de personas, el doble de la población residente, batiendo todos los récords de presión humana en toda su historia. Por este motivo, las administraciones están planteando medidas para evitar que las cifras se repitan, sobre todo en temporada alta.

Las instituciones quieren, sobre todo, poner freno a la saturación que supone la entrada de nuevos vehículos en el archipiélago. Para ello, el departamento de Territorio e Infraestructuras del Consell de Mallorca va a implantar este verano un sistema que permitirá contabilizar la cifra de turismos que circulan cada día por varias carreteras isleñas a fin de poner coto a esta problemática.

Limitaciones de cara a 2018

Más en concreto, el detector se establecerá en las transitadas vías que dan acceso al cabo de Formentor, Sa Calobra y el Port de Valldemossa, zonas cuyos elevados valores ambientales pretenden preservar desde la institución insular. Unas máquinas instaladas en estas carreteras permitirán cifrar el número de coches y autobuses turísticos que pasan diariamente y a final de temporada los datos serán analizados para comprobar si estaría justificado, de cara a 2018, el impulso de limitaciones a la entrada de vehículos en estos lugares.

Sin embargo, para entidades ecologistas como el GOB, estas medidas, “aunque necesarias, son del todo insuficientes”. Su portavoz, Margalida Ramis, recrimina en declaraciones a este diario que “en ningún caso” la conservación del espacio es el motivo que mueve a la Administración para poner en marcha estas restricciones, sino “más bien cuestiones de seguridad y de capacidad física”.

“Creemos que las cuestiones clave son establecer limitaciones numéricas en función de estudios de capacidad de carga de estos espacios en función de criterios de conservación del espacio y de su biodiversidad”, subraya Ramis, quien aboga además por fomentar el acceso por transporte público, prohibiendo la entrada de vehículos privados e impulsando buses lanzadera regulados a partir de aparcamientos disuasorios situados en los ámbitos urbanos.

Descongestión de la catedral de Palma

La problemática va más allá. El incremento de la llegada de turistas a las islas, principalmente procedentes de cruceros, está provocando la excesiva concentración de visitantes en puntos concretos, sobre todo de Palma de Mallorca. Las administraciones quieren tomar cartas en el asunto.

Uno de los casos más ilustrativos es el del entorno de la catedral, cuya descongestión es uno de los objetivos de las instituciones públicas. Una solución que pasa, subrayan, por la puesta en marcha de rutas alternativas que permitan redistribuir a los turistas entre varias zonas a fin de que no se concentren a la vez en la Seu, uno de los enclaves preferidos de los visitantes.

De hecho, el año pasado ya fue impulsada una iniciativa de estas características: el ayuntamiento de la capital balear decidió habilitar cuatro nuevos puntos de inicio para las excursiones de cruceristas, al margen del tradicional situado en el muelle viejo, para repartirlas entre varias áreas y descongestionar, de este modo, los alrededores del templo gótico ante las críticas de los vecinos de la zona.

Áticos por 30.000 euros en Ibiza

En Ibiza, una de las consecuencias de la masificación turística es la gentrificación y la subida desorbitada del precio de los inmuebles, tanto encompra como en alquiler. Plataformas como Terraferida y GEN-GOB Eivissa lamentan, además, que se haya disparado la construcción en todo tipo de suelo y que el acceso a la vivienda sea “una quimera” para miles de personas. Una de las causas de esta problemática, señalan, es el fomento del alquiler vacacional.

En febrero pasado, de entre los centenares de anuncios que se ofertan en las redes, un particular pedía 30.000 euros por el alquiler de un ático de tres dormitorios en la Platja d’en Bossa hasta final de temporada, mientras que más recientemente la web ofertaba una habitación con dos camas en el puerto de Ibiza por 1.000 euros al mes.

Autocaravanas, camas y balcones

Otro portal publicaba fotografías de un estudio de 15 metros cuadrados por 650 euros al mes y una autocaravana por 800. Camas y balcones por 500 euros, sin derecho a disfrutar del resto de la casa, se suman a estos anuncios.

El grupo de Facebook "Ibiza, afectados por los alquileres" da voz a los perjudicados por estos precios, pero, sobre todo, a los residentes y trabajadores que buscan alojamiento en la pitiusa mayor y no pueden permitirse costear los alquileres actuales.

Una de las iniciativas de protesta que se llevarán a cabo próximamente será la organizada por la asamblea "Ciutat per a qui l’habita, no per a qui la visita". La fecha, el próximo día 20. Se realizará en forma de ruta que arrancará en la plaza del Ayuntamiento de Palma con el objetivo de denunciar los efectos de lo que denominan la “turistización” y las consecuencias “devastadoras” de esta industria en el territorio.