El escritor Ramón de España

El escritor Ramón de España

Política

Ramón de España: "Arreglar la Constitución para que los nacionalistas se encuentren cómodos es perder el tiempo"

El escritor y columnista -nacido en Barcelona en 1956- repasa para CRÓNICA GLOBAL la actualidad política catalana, aprovechando el lanzamiento de su nuevo libro: 'El derecho a delirar, un año de manicomio catalán'. Considera que Mas se ha "endiosado", cuando estaba llamado a ser un simple "encargado" de la "pseudomonarquía norcoreana" en la que Pujol quería convertir a Cataluña. "Junqueras es el independentista pata negra, es el típico político de ERC y es uno de esos que cada setenta años ha de ir al trullo por el bien del partido después de salir al balcón a proclamar la independencia", añade. Y lamenta que ICV se haya convertido en los "monaguillos" de "los burgueses de Convergència".

17 noviembre, 2014 01:51

"¡Me estoy enganchando a Cataluña, y es más difícil dejar ese vicio que abandonar el alcohol y las drogas!". Así de categórico se muestra en la primera página de su último libro, 'El derecho a delirar, un año en el manicomio catalán' (La Esfera de los Libros). ¿Cuál es la cura?

No creo que haya cura, requeriría una desintoxicación radical, como irse a vivir a otra ciudad, otra zona de España u otro país. Mientras esté aquí, me siento irremediablemente enganchado a la realidad. Me temo que esto lo trae la edad adulta, pasé muchos años de mi juventud viviendo en un solipsismo absoluto, lo único que me interesaba era el nuevo disco de David Bowie o la siguiente película de Wim Wenders. Y me doy cuenta que de un tiempo a esta parte he dejado que la realidad se impusiera.

¿Y cómo es esa realidad?

La realidad más cercana y más cutre que tenemos al alcance, que es la majarada nacionalista en nuestra querida ciudad, sobre todo desde hace dos años, desde que tomaron el mando Forcadell y Casals. Y así me he ido enganchando a absurdos diarios digitales que predican el odio a España. Estoy totalmente al corriente del asunto y, aunque en realidad me importa un bledo, he acabado adoptando una postura pública que me ha llevado a escribir dos libros, el que has mencionado y 'El manicomio catalán', que salió el año pasado. Espero cerrar el tema con 'El derecho a delirar', porque creo que la cosa no da para más.

¿No habrá trilogía?

No. Con el primero, que sirvió para explicar el estado de las cosas, y el segundo que es un dietario que explica, con pelos y señales, lo que va de Diada a Diada, lo que es vivir esta situación absurda, creo que ya es suficiente. El objetivo didáctico ya se ha cumplido.

¿Quién 'delira' más, Artur Mas, Oriol Junqueras o Joan Herrera?

Cada uno a su manera. El personaje de Mas es curioso porque es un tipo elegido por Pujol para guardar la silla caliente al heredero. Es como si el viejo Pujol tuviera en la cabeza una especie de pseudomonarquía norcoreana, que siempre hubiera un Pujol al mando de la Generalidad. ¿Cuál es el problema? Que el heredero es un 'chori' como sus hermanos, pero con menos luces y lo pillan en grado de tentativa cuando está montando el toco-mocho de las ITV. Eso da opción a alguien como Mas, que en principio estaba designado como regente en el mejor de los casos o 'masover’ en el peor. Empieza a endiosarse y a creer realmente lo que dice su spot, "que la historia nos convoca" y sobretodo le convoca a él para hacer algo grande, cuando es un tipo que siempre había sido un probo funcionario, nacionalista de última hora, un tío que hasta hace muy poco iba diciendo que esto de la independencia era una cosa rancia y decimonónica, y ahora la defiende más que nadie. Su delirio tiene este punto mesiánico y también de agarrarse al sillón. Aunque la realidad le va soplando diputados y él por su cuenta le va regalando votos al Ogro melancólico, que es Junqueras. Aspira a una lista conjunta en la que él pueda estar al frente, cuando creo que los independentistas pata negra no le necesitan. Entre otras cosas porque es un farsante y un sobrevenido, como todos los de su partido. Convergència no ha sido más que una máquina de ganar dinero. Era una variante del libro de Dale Carnegie, 'Cómo ganar amigos e influir en la sociedad'; en su caso, 'Cómo influir en la sociedad para trincar sin tasa', que es lo que se ha visto con Pujol y su familia. Va a pasar a la historia por la causa que él no quería, que es cargarse Convergència como máquina de ganar dinero, cargarse la útil unidad con Duran y Unió Democràtica y ceder el testigo del poder y del control social a Esquerra. Vamos, un éxito absoluto.

¿Y Junqueras?

La locura de Junqueras es la típica de Esquerra Republicana. Un partido que de izquierdas no es, pero es una formación intratable, quimérica, pequeño-burguesa, y que casi todo lo que toca lo convierte en mierda. Desde la charlotada del 1934 de Companys, hasta ahora, la actividad de Esquerra nunca ha llevado a nada razonable. Cuando ganaron las pseudoizquierdas en Cataluña con Maragall, enseguida le pusieron al lado uno de Esquerra para que, aprovechando que ya no estaba muy fino, lo acabara de zumbar. Y ya vimos cómo acabó todo aquello. Junqueras es el independentista pata negra, es el típico político de Esquerra y es uno de esos que cada setenta años ha de ir al trullo por el bien del partido después de salir al balcón a proclamar la independencia.

¿Herrera?

En su caso ni siquiera es majarancia, es pura tristeza. Es lo que queda del PSUC, que fue la única oposición que hubo al franquismo, y se ha convertido en una gente acomodaticia que ha enviado a la porra el eje social y ha caído a cuatro patas en el eje patriótico que le ofrecían los burgueses de Convergència y se han convertido en sus monaguillos. En ese sentido, Iniciativa per Catalunya-Verds básicamente lo que dan es pena. Si Marx o Engels resucitaran, les correrían a gorrazos y les meterían la bicicleta por el recto. Lo único que han hecho ha sido traicionar todos los valores de la izquierda uno detrás de otro. Pero no cabe aquí hablar de locura, sino de un intento de evitar la progresiva irrelevancia.

Define a la 'Via catalana' en su libro como 'El corro de la patata'. ¿Considera el independentismo una especie de regresión a la infancia?

Es un sentimiento que siempre había estado ahí. Lo que pasa es que pese a lo que digan Mas y Junqueras y compañía, no me acabo de creer que es un movimiento que va de abajo arriba. Diría que ha sido fabricado desde despachos gubernamentales con la ayuda inapreciable de la enseñanza puesta en manos de profesores soberanistas y con los medios públicos de comunicación convertidos en aparatos de agitación y propaganda, y los medios privados sobornados en forma de subvenciones a la edición en catalán. Creo que lo empieza a parir Pujol desde 1980. Su famoso lema es 'primer paciència i desprès independència', que es una cosa que le gusta mucho citar al amigo Carreras, que creo tiene más razón que un santo. Aquí hay un plan a largo plazo que solo se ha acelerado en los últimos dos años. Pero la hoja de ruta estaba en marcha desde el principio y los diferentes gobiernos de España prefirieron mirar hacia otro lado por un cortoplacismo de pillar unos votos de Pujol mientras tuviera la tribu catalana tranquila. Se le trató siempre como a un jefe tribal, no como a un político. Por lo tanto, que no venga ahora Rajoy a rasgarse las vestiduras cuando su antecesor decía que hablaba catalán en la intimidad, aunque muy mal, por cierto. Y después de haber mirado a otro lado durante treinta años y habernos dejado tirados a la gente que estábamos advirtiendo de que esto empezaba a tomar un cariz muy cutre.

Otra cita de su libro es que "para el jolgorio nacionalista siempre hay presupuesto". ¿Por qué la izquierda catalana permite que se cierren ambulatorios mientras no falta el dinero para el 'procés'?

La izquierda es un fracaso absoluto. Lo que queda de los comunistas, más el PSC, han vivido siempre con un síndrome de Estocolmo de "no ser prou catalans i que per tant no tenim dret a guanyar", que es lo que han interiorizado toda la vida. Al final, el eje social se lo han pasado por el arco de triunfo para caer en este papel de secuaces del buen burgués nacionalista. Esta famosa revolución de la que hablan es, en todo caso, una revolución burguesa. Yo no veo un obrero en las manifestaciones de la señora Casals, lo que veo son buenos burgueses de los que comen seis veces al día y que consideran que deben comer ocho. Cuya actitud me recuerda mucho a los del Berlín Occidental cuando cayó el muro y se quejaban de que los 'uñas negras' del Este entraban en sus barrios y se llevaban todos los yogures del supermercado y cuando llegaban los señoritos estaba todo vacío. Veo que el patriotismo va muy bien para disimular la insolidaridad, el egoísmo y la hijoputez. Una vez me llamó Mascarell ofendido por un artículo mío, para decirme que no había dinero para el Museo del Cómic, y le dije que no lo había porque se lo gastaban todo en 'collonades nacionalistes'. Y se me enfadó y no nos hemos vuelto a dirigir la palabra. Pero es que lo creo sinceramente. Para empezar, cómo te atreves a poner de consejero de Salud a un tipo que era el portavoz de las mutuas.

Boi Ruiz...

Esto ya es reírse del votante en sus narices. Lo que piensa cualquiera con dos dedos de frente es que ha habido dinero de las mutuas en la campaña de Convergència que permitió a Mas ganar. No puedes poner al frente de la Sanidad pública a alguien cuya misión parece ser cargarse la Sanidad pública y conseguir que cada catalán "estigui pagant una mutua, que és allò que dóna calerons". O privatizar zonas del Clínico o de otros hospitales. Que la sanidad pública la lleve un tipo que cree en la sanidad privada o, en todo caso, en una sanidad de dos velocidades, la de quien puede pagar y la del desgraciado que tiene que apañarse con la Seguridad Social. Y eso se ha tolerado porque se ve que cerrar camas de hospitales da igual, lo importante es la patria, la bandera, el desfile y la kermesse. Y así llevamos, sobre todo, dos años. Yo escribí 'El manicomio catalán' porque hasta entonces había sido un ruido de fondo molesto, pero de repente ese ruido ya no me dejaba ni respirar. Los dos libros son de autodefensa.

En otro paraje del libro dice que "prefiero antes que los independentistas a las vírgenes obesas y a los trekkies porque son inofensivos". ¿Los independentistas no son inofensivos?

Lo que quería decir en el libro es que no veía muchas diferencias entre hacerse 'trekkie' o hacerse de la ANC, todo es una manera de pasar el rato y entretenerse. El problema es que el trekkie no molesta a nadie, vive su insania con los suyos, montando congresos ridículos en los que van con las orejas del Dr. Spock. Lo de ahora es como si los filatélicos pretendieran que fuera obligatorio coleccionar sellos. Quédese usted con sus manías, disfrútelas y déjeme en paz. A mí me gustan los cómics pero no pienso encabezar una cruzada para que los catalanes los compren. Es cosa mía y ya me apañaré. Mientras que la excusa patriótica siempre te da como el permiso para molestar, para imponer a los demás tu visión del mundo y tus manías. Y sobre todo permite dividir a la sociedad en dos partes, los 'buenos', que son los independentistas patrióticos, y los 'malos', que somos los que ya nos está bien ser catalán y español al mismo tiempo sin que eso nos cause especial quebranto. Por eso no son inofensivos, sobre todo cuando cuentan con el apoyo de un gobierno y de esas supuestas asociaciones, digamos de la 'sociedad civil', como Òmnium y la ANC, que en realidad todos sabemos que viven de las subvención de dinero público que les va soltando el Gobierno para hacerles el trabajo sucio, para montar manifestaciones y parezca que todo viene de abajo.

En el libro también asegura que "los nacionalistas son, por definición, insaciables". ¿Cómo hay que tratar con ellos?

Cuando veo al nuevo inútil del PSOE, este Sánchez que es tan inane o más que Zapatero o que la Chacón, o a otros diciendo que hemos de arreglar la Constitución para que los nacionalistas se encuentren cómodos, creo que lo hacen de buena fe, pero es perder el tiempo. El nacionalista, por definición, nunca se va a sentir cómodo en un país que considera que no es el suyo. La más elemental lógica nacionalista lleva a intentar conseguir la independencia. Todas las concesiones bienintencionadas del Gobierno central para que el señorito se sienta cómodo no bastaran, son imposibles de satisfacer, nunca estarán a gusto, o harán que lo están durante diez años, pero en el fondo quieren siempre que se les trate mejor que a los demás. Consideran que por ser catalán o vasco le han tratar mejor que al extremeño, que es un chusmas. La única cosa mínimamente real que veo es lo de la contribución a la caja común. Que esto lo podría haber arreglado Maragall si en vez de haber tirado de la épica se hubiera ido a Madrid a decirle a Zapatero: "Estamos tiesos, arréglanos un poco el menú que no llegamos". Aparte es un problema que compartimos, que yo sepa, con Madrid y Baleares, tres comunidades que aportamos más que lo que recibimos. Por una parte porque somos más ricos, y por otra porque hay una cosa que se llama "solidaridad con el más pobretón", que recuerdo que era algo bien visto y que se consideraba bueno. Y que ahora parece que es traición a la patria. Las cesiones del Gobierno central ya no conducen a ninguna parte.

Este es su segundo libro sobre el 'procés' y parece ser que el primero sufrió cierto vacío informativo. ¿Cree que los libros que en Cataluña no van en la línea oficial son ignorados?

Lo he sufrido en mis carnes. Tengo un amigo que fue a comprar dos ejemplares para regalar y se los han sacado de debajo del mostrador. Me hacía ilusión porque me sentía como los autores de Ruedo Ibérico. Aquí no pasa el tiempo. Observé con el anterior que los primeros días estaba muy escondido en muchos sitios, que quitando los que, como la FNAC u otras grandes superficies, lo pusieron muy a la vista, la librería de barrio o no lo tenían o si lo pedías te lo encontraban, pero no había muchas facilidades para verlo en la mesa de novedades. Esto es muy de aquí, es una especie de boicot que no se nota y que, si te quejas, te pueden acusar de paranoico. Se parece mucho al silencio sepulcral de la prensa, que con 'El manicomio catalán' fue absoluto. Hubo un gol en propia puerta, que fue el artículo de Carreras en La Vanguardia hablando bien del libro, cosa que sentó muy mal a toda la nómina de lameculos del régimen que escriben allí. El Periódico y El País, silencio sepulcral, en parte porque en El País todo lo que venga del grupo de La Esfera de El Mundo pasa por la trituradora directamente y viceversa. Es curiosa la tendencia al silencio en Cataluña, al "su libro nunca salió y usted no existe", a la omertá, que aplican a rajatabla. Si el libro llegó a vender cuatro ediciones fue más por el boca a oreja que por las apariciones en la prensa. En Madrid igual, hice una semana de promoción, y no hubo un 'progre' de los míos que me haya dirigido la palabra. Estuve los siete días atendiendo amablemente a todas las variantes de la derechona. La izquierda esta tan lista que tenemos parece que me ha confundido con Pío Moa o con César Vidal. Eso es otra cosa que han conseguido los nacionalistas en toda España.

Si no eres de los suyos, te ponen la camisa azul.

El que se meta con ellos es identificado inmediatamente como facha o simpatizante del PP, y no me considero ninguna de las dos cosas. Es como en aquella época que te decían: "Perdone, del País Vasco usted no puede hablar si no es vasco". Perdone, el tiro en la nuca lo entiende todo el mundo, ¿cómo que no puedo opinar? ¿Esto qué es, el planeta Plutón? Pues ahora pasa un poco esto, el "cuidado, no le hagamos el juego al PP, o a la derecha". Perdone, estoy intentando decir cosas con una sensatez absoluta, y he sido votante del PSC durante un montón de años y tengo derecho a decir lo que me salga del níspero. Que me escondan en Cataluña, tal y como está todo, lo encuentro hasta normal, pero que hasta en Madrid la supuesta progresía tenga miedo como a ensuciarse tocando mi libro, ya me parece señal que en España hay algo que no pita.

¿Fue la 'votación' del 9N el punto culminante de lo que llama 'el derecho a delirar'? ¿Por qué?

Punto culminante... hasta ahora. La tabarra va a continuar. Lo que me pasma es que Mas crea haber logrado un gran triunfo porque fue a votar el 30% del censo, incluyendo extranjeros, niños y animales domésticos, colectivos ausentes en las votaciones de verdad. El hombre está muy crecido y va de macho alfa, para desesperación de Oriol Junqueras, el Ogro Melancólico, que ya lo daba por amortizado.

¿Con qué imagen del día se queda, con Junqueras en una mesa electoral o con Jordi Pujol votando tranquilamente?

Con la mía, en casa, siguiendo por la tele la consulta de chichinabo y preguntándome hasta cuándo va a durar esta ridícula revolución de burgueses bien alimentados, insolidarios y vagamente racistas.