Carles Puigdemont y Quim Torra, durante una rueda de prensa en Bruselas / EFE

Carles Puigdemont y Quim Torra, durante una rueda de prensa en Bruselas / EFE

Política

Así prepara Puigdemont su Crida para forzar un referéndum

Agitadores como Colomines tratan de minar la resistencia de los militantes del PDeCAT para organizar la Crida y competir con ERC

18 octubre, 2018 00:00

La Crida Nacional per la República, el nuevo instrumento político que impulsa Carles Puigdemont, tiene una fecha en el horizonte, el 27 de octubre, cuando se constituirá como movimiento, aunque el congreso fundacional quedará para más adelante. Lo que se pretende es asociarse con esa fecha, la de la declaración de independencia de hace un año, y también con el referéndum del 1 de octubre. El máximo objetivo es, precisamente, “forzar” un referéndum de autodeterminación, sin descartar vías unilaterales.

Y los planes se han acelerado con el concurso de agitadores como el historiador Agustí Colomines, que insiste con sus mensajes: el último el de que la independencia será "más lenta", porque se ha decidido que no debe haber "muertos". Será en Manresa, en el Pavelló Nou Congost, con la pretensión de convertir el movimiento en el eje central del independentismo, con un carácter transversal, y con la figura de Carles Puigdemont como aglutinadora. Lejos, por tanto, de abandonar las vías unilaterales, de intentar pasar página, como quiere hacer Esquerra Republicana, sin olvidar la situación de los políticos presos, la Crida quiere aprovechar toda la potencialidad que todavía tiene la ANC, dispuesta a proclamar la República.

Jordi Sànchez, el estratega

Puigdemont es el impulsor, pero el movimiento ha cobrado vigor con el compromiso de un pequeño círculo en el que se encuentra Agustí Colomines, Antoni Morral, Gemma Geis, Ferran Mascarell, y como ideólogo en una segunda línea David Madí. Y el presidente Quim Torra apoya la iniciativa sin fisuras.

La Crida, sin embargo, tendrá un primer estratega, Jordi Sànchez, que, curiosamente, o no tanto, dirigió la Crida per la Solidaritat en los años ochenta, junto a otros activistas entonces como Àngel Colom. Sànchez, desde la prisión de Lledoners, prepara la ponencia política que insistirá en no renunciar, “desde cualquier concepto”, al referéndum del 1-0. Lo que ocurrió ese día, con las cargas policiales, y la participación de la ciudadanía --el sector independentista en su gran mayoría-- se ha convertido en un signo de la capacidad de “plantar cara al Estado”. Y eso se podría repetir en los próximos meses si no se produce ningún avance político con el Gobierno español.

Nada de acercase al Gobierno

La Crida tendrá un segundo momento, el 6 de diciembre, con un congreso en Barcelona. Lo que se espera es “minar” la resistencia del PDeCAT para que sus militantes se integren de forma directa en el nuevo instrumento, con el empuje de arietes como Colomines. La tesis principal, como apuntan a Crónica Global fuentes conocedoras de los trabajos de la Crida, es que “no hay nada que negociar”, que no sea un referéndum de autodeterminación.

Las aproximaciones para pactar los presupuestos con el Gobierno de Pedro Sánchez, o para obtener mejoras en el autogobierno no servirán para nada si no se consigue ese referéndum, se asegura.

Desacatar sentencias

Para el acto de constitución de La Crida, en Manresa, podrán participar unos 6.000 adheridos, a pesar de que el manifiesto fundacianal lo suscribieron 50.000 personas. El compromiso de otras formaciones no ha llegado, porque ni ERC ni la CUP pretenden integrarse en un movimiento que no tiene interés en decantarse ideológicamente. Lo único que se promete es “aglutinar fuerzas” para forzar un referéndum o para proclamar la República y dar paso a una situación que nadie es capaz de vislumbrar.

La Crida dejará claro que desacatará las sentencias judiciales, y que el ánimo es el de denunciar de forma constante al Estado español. Se trata de un movimiento insurreccional que, sin embargo, tiene otro objetivo no declarado con tanta claridad: superar en las elecciones a Esquerra Republicana, ser un activo electoral, que vaya comiendo el terreno al resto de partidos y movimientos independentistas.

El PDeCAT se resiste

El problema, sin embargo, lo tiene en casa. El PDeCAT no desea integrarse como un mero instrumento en la Crida. Es lo que esperaba Puigdemont y Colomines, pero también David Madí y Artur Mas, que ha presionado a David Bonvehí --diferentes entrevistas en las dos últimas semanas-- para que lleve el partido a esas aguas “transversales”.

La previsión era que la Crida pudiera beber inicialmente del PDeCAT y de Junts per la República, el movimiento creado por diputados de Junts per Catalunya, como Antoni Morral, Aurora Madaula o Eduard Pujol, para buscar apoyos posteriormente en entidades y personalidades no adscritas políticamente.

Esquerra espera

El PDeCAT vive un intenso debate en su seno, aunque, oficialmente, se asegure que Puigdemont tiene todo el apoyo. El presidente del partido, David Bonvehí, no se integrará en la Crida, según apuntan diversas fuentes nacionalistas. Y eso es todo un mensaje para la militancia interna, que está esperando indicaciones. Lo que pretenden muchos dirigentes y cuadros medios es pulsar la recepción que tenga la Crida, para actuar en una determinada dirección. Y una de las posibilidades, que ya nadie descarta, es que se pueda producir una escisión.

Los alcaldes del PDeCAT, muy cautos, no quieren muchos cambios hasta las elecciones. Se juegan mayorías en sus localidades que no dependen únicamente del pulso entre independentistas. Y se presentarán con las siglas de Junts per Catalunya, más el añadido de cada municipio.

La suerte de la Crida será determinante para todo el independentismo. Esquerra Republicana lo espera con ansiedad.