Una de las grandes incógnitas subyacentes que debía resolver el congreso de Vistalegre de Podemos era si permitiría la continuidad del PSOE en el mapa político español. La diferencia entre las posiciones que representaban Pablo Iglesias e Íñigo Errejón permitía conocer cuál sería la evolución futura de la formación morada y, en consecuencia, qué papel le quedaba al espacio de la socialdemocracia, del centro izquierda moderado que representa el PSOE.

La victoria sin paliativos de Iglesias lleva Podemos a posiciones más radicales y combativas en lo ideológico. Esa reafirmación mantiene abierto el espacio que históricamente ocupó la formación socialista hoy sumida en una profunda crisis. De haber conquistado Errejón el control de Podemos, hoy el PSOE dispondría de un papel menor, porque el líder perdedor hubiera acercado a los morados a perspectivas mucho más de gobernanza que de reivindicación.

De haber conquistado Errejón el control de Podemos, hoy el PSOE dispondría de un papel menor, porque el líder perdedor hubiera acercado a los morados a perspectivas mucho más de gobernanza que de reivindicación

El puño en alto de Pablo Iglesias es hoy un alivio para los militantes, votantes y simpatizantes del PSOE, cuyo acomodo en el mapa de la política española todavía es posible una vez que Ciudadanos se aproxima a tesis liberales y de pragmatismo gobernante. El socialismo posibilista de Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero, Joaquín Almunia... todavía puede lograr una representación a la izquierda de PP y Ciudadanos. Susana Díaz y los nuevos líderes del PSOE pueden trabajar por ese hueco que el radicalismo renovado de la nueva dirección podemita deja libre, huérfano de representación.

Con un Podemos en fase de extremar su idealismo, el PSOE puede resultar más útil que nunca a una sociedad ávida de transformaciones, pero inquieta sobre los experimentos político-mediáticos vividos en los últimos años y en las antípodas de grandes revoluciones del sistema. Aquí es donde los nuevos socialistas tienen el mayor reto de cuantos afrontarán en los próximos meses: generar el relato adecuado del centro izquierda transformador, incorruptible y alejado del resto de partidos y formaciones a lado y lado del espectro político. En ese carril, el PSOE puede circular. La velocidad que imprima ya dependerá de su capacidad para autoinventarse después de estar internado largo tiempo en la unidad de curas intensivas del parlamentarismo español.