El 21 de septiembre del pasado año, el consejo de administración de Gas Natural aprobó la incorporación de Isidro Fainé Casas como presidente del consejo de administración de la energética. El banquero de Manresa sustituía en el cargo al recientemente fallecido Salvador Gabarró, el hombre que hizo la transición de la compañía desde que la dejara Antoni Brufau hasta la llegada del presidente de la Fundación Bancaria La Caixa.

Brufau intentó en su día hacer de Gas Natural un auténtico monstruo empresarial. Recuerden que desde la vicepresidencia de la empresa fue el urdidor de una oferta pública de adquisición (OPA) sobre Endesa que hizo las delicias de los políticos y del mundo económico español en general. Un aguerrido Manuel Pizarro --entonces al frente de la eléctrica, hoy desaparecido de la política y del mundo empresarial-- logró dejar a los gasistas compuestos y sin novio. En 2005, tras una oferta alemana y con la colaboración de los rentistas Entrecanales (Acciona), Endesa quedó en manos de los italianos de Enel, que se llevaron a su caja tributaria los beneficios de una firma líder en varios mercados españoles, el catalán, el andaluz, el balear y el aragonés, entre otros.

Con la llegada de Fainé, Gas Natural cotizaba en la bolsa a un precio de 17,97 euros. Tras su irrupción se desataron los problemas en su filial colombiana Electricaribe, que ha sido tomada al asalto por el Gobierno de aquel país en un contencioso difícil de entender por los profanos, pero que según los gasistas españoles pasa porque no cobraban de las administraciones y, en consecuencia, no cumplían con las inversiones en mejora del servicio. Todo ese lío no ha impedido que hoy Gas Natural Fenosa cotice a 21,12 euros, el 17,5% más que hace siete meses. ¿Qué ha cambiado? En apariencia sólo la presidencia de la compañía, el resto continúa como estaba.

La conversión de Gas Natural en un gigante español energético tiene muchas posibilidades de convertirse en una realidad en los próximos meses de la mano de Fainé

Los mercados, sin embargo, saben que el paso de Fainé por Gas Natural no será para perder el tiempo o retirarse cómodamente en una empresa cercana a su domicilio. El hombre que ha presidido el imperio de La Caixa durante los últimos años con innegable éxito tiene planes para la firma energética que, por sí solos, cotizan al alza. ¿Se imaginan que Fainé pudiera culminar con éxito la operación que en su día fue un fracaso del auditor (hoy presidente de Repsol) Brufau?

Esa conversión de Gas Natural en un gigante español energético tiene muchas posibilidades de convertirse en una realidad en los próximos meses. A la par que se solucionan problemas en Colombia o en Egipto, Fainé ha puesto en marcha los resortes para encontrar operaciones de consolidación que incrementen la dimensión de la firma barcelonesa en el mapa español y mundial. Una posibilidad pasa por hacerse con la Endesa que en su día Pizarro blindó. Otra, y no excluyente, por cambiar la política en materia de energías renovables (que su consejero delegado, Rafael Villaseca, siempre esquivó) y tomar algunas de las que en España han funcionado bien y estarían en disposición de cambiar de propietario. Y, es obvio, examinar otras operaciones fuera de las fronteras que son igual de interesantes para que la cuenta de resultados siga aumentando los ingresos y generando unos beneficios recurrentes tan importantes para los accionistas. Hoy, los propietarios de Gas Natural Fenosa son básicamente tres: Criteriacaixacorp, Repsol y el fondo estadounidense GIP. A cualquiera de ellos les interesa mejorar la rentabilidad de la compañía española, que como todas las utilities asegura un buen dividendo regular.

La nueva Gas Natural Fenosa de Fainé será, en cualquier caso, una empresa con una morfología muy diferente de cómo la encontró a su llegada. Ya lo hizo con Abertis, con el grupo La Caixa y ahora le toca el turno a la energética. De ahí que los mercados, a pesar de los problemas heredados, sigan apostando por darle confianza en la gestión y que los políticos y administraciones del país no se atrevan a decir esta boca es mía ante lo que pueda ocurrírsele. Todo muy diferente de cuando en 2005 las opas eran hostiles y algunos políticos mesetarios y escasamente clarividentes decían aquello de "antes alemana que catalana". Esas supinas estupideces ya no caben en el lenguaje de la política tras la crisis financiera y la absoluta globalización de nuestros mercados. En apenas una década todo ha cambiado de manera inapelable, Gas Natural incluida.