Los cachorros de la CUP han arremetido contra la redacción de Crónica Global a martillazos. Es lo que saben hacer. Han mamado la matraca ideológica de sus mayores y ahora que éstos se han convertido en un partido marginal en el Parlamento catalán, sus juventudes ácratas sobreviven a base de golpes de efecto, es decir, practicando el vandalismo urbano. Es pura kale borroka, pero a la catalana.

“Ahogaremos el fascismo y, para ello, iluminaremos todos los rincones de oscuridad que lo amparan”, aseguran a modo de justificación en un comunicado. Paparruchas. Toda esa parafernalia progresista hace bueno el dicho “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Aseguran luchar contra la intolerancia, pero la practican contra aquellos que no piensan igual. Son antisistema, pero viven del sistema y sus instituciones. Son anticapitalistas, pero pactan con la Convergència del caso Palau y los recortes. No son un partido, dicen, pero han heredado los vicios de la vieja política, pugnas internas incluidas.

Estos niñatos alternativos de Arran exudan rabia, pero también desespero. La existencia de ‘Crónica Global’ les escuece y responden con violencia. Nosotros con la palabra

Para entender la bilis que rezuman esas nuevas generaciones radicales hay que atender a sus orígenes. En los años ochenta asistimos al desmantelamiento de Terra Lliure, el brazo armado de un movimiento independentista fragmentado y que se impuso como reto penetrar en los gobiernos municipales. Así nació la Assemblea Municipal de l’Esquerra Independentista (AMEI), apoyada por una serie de colectivos autodenominados Candidaturas de Unidad Popular (CUP). En las elecciones municipales de 2011, estas nuevas formaciones obtuvieron 109 concejales y representación en capitales de comarca como Girona, Manresa, Vilanova i la Geltrú o Mataró. Apadrinada por el dirigente de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi, la CUP dio el salto al Parlamento de Cataluña, donde alcanzaron los diez escaños. Ello les permitió pedir la cabeza de Artur Mas y marcar el paso al Gobierno de Carles Puigdemont. Pero en las elecciones del pasado 21D sufrieron un varapalo descomunal.

Es muy posible que el ataque a nuestro diario sea un intento de ganar a palos la influencia que perdieron en las urnas. Estos niñatos alternativos de Arran exudan rabia, pero también desespero. La existencia de Crónica Global les escuece y responden con violencia. Nosotros con la palabra.