El consejero de Salud, Toni Comín, lleva camino de ser un personaje habitual de nuestra publicación. Nos dará tardes de gloria a los periodistas con su desparpajo de tertuliano entrenado en las principales escuelas del nacionalismo mediático y su escasa experiencia sobre la política práctica. Parole, parole, parole es su principal divisa en esta nueva función transitoria que ocupa: no tiene ni idea del área que le ha tocado dirigir, pero es capaz de gestionar eso o la escuela de la función pública catalana. Tanto da, se trata de una buena colocación y, después, visto para lo poco que sirven algunas cosas con un poco de labia y un mucho de rostro es suficiente.

Comín ha conseguido que el consejo de administración de Catsalut, donde la Generalitat tiene la mayoría, apruebe la salida de dos hospitales privados del grupo Quironsalud del sistema. Lo ha hecho con el único voto a favor del sindicato UGT, que se está cubriendo de gloria como organización obrera en los últimos tiempos. Hasta tal punto llega su despropósito que sus afiliados del área de sanidad van a pedir cuentas a la dirección por el entreguismo de la central sindical al nacionalismo gobernante. Y ya veremos qué explicación darán cuando fruto de su actuación se produzca alguna reducción de empleo.

Un sindicato independiente hubiera abandonado el paripé del Catsalut. CCOO se abstuvo; UGT se entregó al consejero de Salud Pública

El tema no es que Josep Maria Álvarez acabe sus días como dirigente sindical de la manera menos gloriosa posible, enfrentado con los intereses de quienes dice defender desde hace años. El problema radica en que UGT se avenga a determinados juegos como el del consejo de administración de Catsalut. Un sindicato normalizado e independiente del poder político hubiera hecho que sus representantes en el órgano de gobierno hubieran abandonado la reunión ante los planes del consejero. En vez de participar en el paripé, hubiera hecho política, mientras que los chicos de Álvarez lo único que hacen ya a estas alturas es proteger a pocos cuadros liberados de la función pública donde tienen un buen agarradero y una mejor financiación. CCOO tuvo la vergüenza torera de abstenerse, aunque fuera en honor a su historia. Triste, simple, pero tan real como la vida misma.

Por cierto, a este gobierno tan dado a criticar el centralismo de Madrid quiero hacerle una reflexión en tanto que ciudadano del Vallès Occidental. Se da la circunstancia de que los dos hospitales que saldrán del sistema público son de esa comarca (que no coincide del todo con las áreas sanitarias, pero que se parecen) y una de sus funciones era reforzar las carencias de la principal instalación hospitalaria de aquellas comarcas, el Parc Taulí de Sabadell. A cambio, Comín integrará en el mismo sistema a una clínica privada de Barcelona. ¿Me siguen?

Pues eso, que todos estos nacionalistas catalanes que mantienen su crítica permanente al Estado por un eventual y supuesto centralismo de Madrid debieran mirarse el ombligo al menos una vez al día. Lo de los dos centros alejados del sistema sanitario público sólo nos supondrá a los vallesanos un empeoramiento de la atención. Y el Vallès, señor consejero, no es la Cataluña interior despoblada, sino una zona importante del área metropolitana, de la gran Barcelona, donde habitan decenas de miles de ciudadanos, aunque no sean votantes mayoritarios de la coalición que le ha permitido ejercer un cargo que no le permitirá pasar a la historia por sus conocimientos o capacidades de gestión.