Zona Franca

Alierta, sorprender al mercado

30 marzo, 2016 00:00

Tras 16 años al frente de la operadora de telecomunicaciones, de la multinacional no financiera más importante de España, Cesáreo Alierta sorprende al mercado y se va. Su salida no era una noticia esperada. Pese a su edad (se marcha a punto de cumplir los 71 años de edad), en España no se dimite tan pronto cuando se ejerce tanto poder.

Fíjense en los casos de Amancio Ortega, que sigue al frente del imperio Inditex sin dedicarse al dolce far niente como su condición de millonario le permitiría, o los dos empresarios fallecidos con las botas puestas de los últimos meses: Emilio Botín (Santander) e Isidoro Álvarez (El Corte Inglés). Así como todo el mercado espera a ver qué sucede con el futuro de Salvador Gavarró en Gas Natural e Isidro Fainé en el grupo La Caixa (sigue en la fundación y deja el banco o se convierte en nuevo presidente de Gas Natural), lo cierto es que la retirada del zaragozano Alierta no era ni previsible ni reclamada por nadie.

Su salida es una buena noticia en el sentido de que permite un cierto relevo generacional en la máxima dirección del gigante español de las telecomunicaciones, pero resulta triste en otro sentido. Alierta es a la empresa lo que José Ignacio Goirigolzarri a la banca, hombres de negocios que no trabajan, desde hace mucho tiempo, por dinero. Y esa sutileza no es baladí porque la recompensa económica mueve casi todo en este mundo. Ambos, paradójicamente, son profundamente ricos antes de llegar uno a Telefónica y otro a Bankia.

El hombre que ha pilotado la transformación y modernización de Telefónica, la compañía tecnológica que tiene en sus manos buena parte del futuro digital del país, es un ejecutivo plano, sin aristas visibles, un aragonés en estado puro. En su vida profesional es apenas conocido su interés por la familia, que ha demostrado durante años con sus visitas a su primo de Peralta de Alcofea (Huesca) o el golpe que recibió con el fallecimiento de su esposa Ana Cristina Placer hace ahora casi un año. Sus próximos lo definen con los tópicos de aragonés noble, cabezón e infatigable. Habla tan claro Alierta, que en la última reunión de la confederación de directivos CEDE en La Coruña sorprendió al respetable con un discurso sobre el talento profesional español. Ya está bien –vino a decir– de flagelarnos sobre nuestras capacidades: servidor que ha tratado con profesionales de todo el mundo les asegura que no tenemos nada que envidiarles, si acaso al contrario.

El hombre que ha sobrevolado sobre gobiernos de diferente signo político, que se ha comprometido con causas políticas diversas, aquí y allá, se marcha como lo hacen los grandes: dejando un buen recuerdo respecto a su gestión y sorprendiendo al mercado, como era previsible en un personaje grande. Buen trabajo, presidente.