"Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", la frase más famosa de Porfirio Díaz, que gobernó México como dictador durante cuatro décadas hasta su derrocamiento en 1910, es hoy de plena aplicación bajo la presidencia de Donald Trump.

¿Qué le pasa al presidente norteamericano con México y, por extensión, con América Latina? El muro que quiere construir a un coste de unos 20.000 millones de dólares, el concurso de miles de trabajadores y tres o cuatro años de labor, como ha dicho el secretario general de la OEA, Luis Almagro, separa a Estados Unidos tanto o más del resto del continente americano que a la inversa. El problema es nominalmente de inmigración, de 11 millones de indocumentados en su gran mayoría mexicanos, a los que Trump acusa de haber llevado a EEUU "lo peor de México, delincuentes, violadores y narcotraficantes". Pero tiene que ver con raíces culturales, religiosas y raciales. De los entre 40 y 50 millones de latinoamericanos o sus descendientes que viven en Estados Unidos, más de un 60% son de origen mexicano y el rechazo viene de que "no son como nosotros", carecen, supuestamente, del ethos protestante del que tan prendado estaba Max Weber. Y con su "intromisión" en el llamado "sueño americano" amenazan con cambiar de raíz la contextura del gran país todavía hoy básicamente anglosajón.

Trump ha entrado como elefante en cacharrería amenazando a Irán, haciendo la vista gorda a la colonización israelí de Cisjordania, en ambigua alianza con Vladimir Putin en Rusia, y con palabras cargadas de antipatía visceral contra la Unión Europea. Pero todo ello, con ser grave, se encuentra todavía en el reino de las peores intenciones. El daño a México es inmediato, contable, y económicamente catastrófico.

El daño a México de la llegada de Trump a la presidencia de EEUU es inmediato, contable, y económicamente catastrófico.

Los efectos de la elección de Trump se han hecho sentir en México desde el día siguiente a su elección con la caída drástica del peso. Fue una de las primeras consecuencias de las promesas electorales que hoy está cumpliendo a golpe de decreto, de expulsar a los ilegales, poner una tasa sobre las remesas que los inmigrantes envían a sus familias en México, exigir a las empresas norteamericanas que terminen con las deslocalizaciones y produzcan en Estados Unidos, cortar importaciones, y el famoso y polémico muro.

América Latina es un vecino en el mejor de los casos ignorado y en el peor no deseado. Pero el problema de fondo es México, que se encuentra probablemente en el peor momento de su historia en las relaciones con Estados Unidos. Las manifestaciones convocadas el pasado domingo contra Donald Trump por 80 asociaciones ciudadanas, políticas y empresariales, en las que participaron más de 20.000 personas en 20 de las ciudades más importantes de México, bajo el lema #VibraMéxico, fue un ejemplo de cuan desconcertado y dividido se encuentra el país. Las consignas contra Peña Nieto por una parte de los manifestantes se hicieron virales con el hashtag de #Vibrocontrapeña. "Cómo puede convocar a la unidad nacional un presidente y una clase política envuelta en corrupción", se leía en Twitter.

México está al borde de lo que se denomina fail-state o Estado fallido. En poco más de diez años ha pasado de un índice de 7 homicidios por 100.000 habitantes y año a bastante más de 20 y subiendo. Las mafias del narcotráfico se han infiltrado en los poderes del Estado y notablemente de la fuerza pública.

No falta quien ve en la situación actual una oportunidad para que un nuevo México emerja del enfrentamiento con EEUU, como si fuera "segunda independencia"

Con la llamada a revertir la deslocalización, cientos de miles de automóviles que se fabrican y ensamblan en México dejarán de dar trabajo a un número parecido de mexicanos. "Todo esto tendrá efectos devastadores en México", me comentaba a su paso por Madrid el director del digital SinEmbargo, Jorge Zepeda. Tenemos un país que se sostiene con alfileres, el 55% de la población vive de la economía informal --un eufemismo para denominar actividades que van desde la rebusca en basuras al trapicheo o tráfico de drogas--. Cuando toda esa pobreza se quede sin el alivio de las maquiladoras, emigración y remesas --eso que ahora mantiene a la mayoría a nivel de mera supervivencia, con lo mínimo para pasar de un día a otro, 200 ó 300 dólares al mes como mucho--, los efectos son impredecibles”.

"Gracias a la globalización, en 12 años se han creado fortunas en México que están en el primer y segundo lugar de las del mundo, algo impensable un tiempo atrás. No sabemos ahora cómo puede ser el ajuste de cuentas de todas esas masas empobrecidas con sus propios ricos", añade Zepeda.

Frente al peligro de un "colapso institucional" del que advierte el director del digital SinEmbargo, no falta quien, como el reputado historiador mexicano Lorenzo Meyer, ve en todo ello una oportunidad para que un nuevo México emerja del enfrentamiento con Estados Unidos, equiparándolo a una "segunda independencia".