Syriza se presentó en las elecciones griegas de 2014 con un programa económico radical. Este economista observador lo criticó y anticipó que crearía más paro y pobreza a los ciudadanos de los que ya sufrían. El Syriza de Alexis Tsipras vendía a los griegos un mundo sin restricciones y con plena soberanía en la toma de decisiones. Luego llegaron la confrontación, la fuga de capitales, de depósitos, el referéndum y el caos.

Contaba los acontecimientos con mucha precaución, ya que tras ellos había ciudadanos griegos sufriendo. Es el problema de las crisis económicas: que detrás de las estadísticas siempre hay personas e infelicidad. Las críticas que recibí desde la extrema izquierda fueron muy duras. Me acusaron de neoliberal, de no tener corazón y de cosas peores que ya he olvidado.

Tsipras reconoce ahora, en una entrevista, que entonces ni tenía experiencia ni era consciente de las dificultades a las que se enfrentaba. La soberanía griega entraba en conflicto con el resto de socios europeos, que también son democracias y también son soberanos hasta para equivocarse. Hollande y Renzi le tendieron la mano pero, como reconoce en la entrevista, prefirió ir a la confrontación. Si hubiera aceptado, Grecia podría haber sido como Portugal hoy.

Tsipras reconoce ahora, en una entrevista, que entonces ni tenía experiencia ni era consciente de las dificultades a las que se enfrentaba

Los vecinos ibéricos hace dos años que crecen y crean empleo. Para ello, el Gobierno socialista, liderado por Antonio Costa, tuvo que aplicar un pequeño ajuste fiscal y recapitalizar bancos con fondos públicos para restablecer el canal del crédito y permitir, así, que las pymes se financiaran a tipos razonables para reactivar un ciclo de inversión y creación de trabajo.

Una de mis escenas favoritas del cine es cuando a Elliot Ness, al final de la película de Los Intocables, después de haber conseguido condenar a Capone y tras haber enterrado a varios de sus compañeros, le dicen que han eliminado la Ley Seca. Se abraza a su compañero y se van a tomar una copa legalmente. Criticar saltarse las normas europeas no implica aceptarlas.

En el libro Hay Vida Después de la Crisis, este economista observador criticó con dureza los numerosos errores de la gestión de la crisis griega por parte de la Troika. Pero si queremos mejorar Europa, se debe hacer ganando elecciones y convenciendo a una mayoría de ciudadanos para avanzar hacía la unión política, que implica reforzar las instituciones y mejorar la gobernanza y la toma de decisiones.

Recuperar niveles de inversión próximos al 20% del PIB es condición necesaria para que Grecia vuelva a una senda de sostenibilidad y pueda reducir la tasa de paro y la deuda a la vez

Me sorprende positivamente la honestidad intelectual de Tsipras. El problema es que llega tarde, ya que en Portugal los socialistas le sacan a la derecha más de 15 puntos y en Grecia, la derecha (que provocó la crisis) le saca 15 puntos a Syriza. Como nos enseñan los neuropsicólogos, los votantes tenemos poca memoria y en el caso griego todo apunta a que los errores de gestión de Syriza han hecho que los ciudadanos confíen más en la derecha para gestionar la economía y sacarles de la crisis, a pesar de ser los que la provocaron.

Pero en Grecia empezamos a ver cosas esperanzadoras. Las exportaciones en 2017 crecen un 25% anual. Eso implica una entrada de renta del exterior que se puede convertir en más inversión, más empleo y más consumo interno. No obstante, se observa cómo la inversión griega sigue en mínimos, la mitad que el promedio europeo. Recuperar niveles de inversión próximos al 20% del PIB es condición necesaria para que Grecia vuelva a una senda de sostenibilidad y pueda reducir la tasa de paro y la deuda a la vez.

Grecia ha vuelto a emitir deuda en los mercados a tipos próximos al 4%. Les ha permitido canjear una emisión anterior que se hizo a tipos disparatadamente altos durante el caos. Detrás de la compra está el ávido apetito de los inversores sabiendo que luego el BCE les comprará esa deuda. Pero el BCE sólo puede comprar un 33% de cada bono y el 66% seguramente será reestructurado y sufrirá quitas en el futuro. Grecia tiene casi el doble de deuda que el promedio europeo y su renta por habitante y su capacidad de pago es la mitad. Comprar un bono que con elevada probabilidad sufrirá una quita es una temeridad. Pero tras la peor crisis financiera en los últimos ochenta años, los inversores internacionales siguen repitiendo comportamientos que fueron la causa de la crisis.

Los griegos en algún momento tendrán que salir del programa y tendrán que financiarse en los mercados, y con esa elevada deuda son una economía con extrema sensibilidad a subidas de tipos

Aunque Grecia no ha tenido quita, sí se ha beneficiado de una profunda reestructuración de la deuda. Se ha alargado significativamente el plazo de la misma y se han rebajado los tipos de interés. El resultado es que pagan por intereses sobre PIB menos que Portugal o Italia y casi lo mismo que España. El problema es que los griegos en algún momento tendrán que salir del programa y tendrán que financiarse en los mercados. Y con esa elevada deuda son una economía con extrema sensibilidad a subidas de tipos.

Conviene vivir en el presente, concentrados en el futuro y mirando por el retrovisor para no cometer errores del pasado, pero poco para no estrellarte. Lo más positivo es que las exportaciones griegas crecen con fuerza dentro del euro. Pronto el BCE comprará sus bonos, los bancos griegos podrán normalizar el crédito y las pymes volver a invertir. Eso les permitirá salir del programa y aumentar la inversión pública y retomar los fondos estructurales y de cohesión.

Eso implica viento de cola y fuerte crecimiento a corto plazo, como ha sucedido en España desde 2014 y está sucediendo en Portugal. Esperemos que los griegos, Tsipras y las instituciones europeas no se confundan con el crecimiento del PIB, como está sucediendo en España. La deuda sigue siendo elevada, Grecia sigue en el filo de la navaja y es una economía dependiente de los mercados financieros internacionales. Eso les hacer ser muy vulnerables a recaer en la recesión, como sucedió en Latam en los años ochenta y noventa. Que la fuerza acompañe al Gobierno griego y mis mejores deseos para una sociedad que ha sufrido tanto durante esta maldita crisis.