La declaración de Mariano Rajoy en la Audiencia Nacional como testigo en el caso Gürtel fue un homenaje al último disco de Joaquín Sabina en el que canta: “Lo niego todo, incluso la verdad”. Un diputado de la oposición hizo esta confidencia en privado al comentar el juicio, según reveló el jueves Aimar Bretos, conductor en verano del programa Hoy por hoy, de la cadena SER.

La comparación, que seguro que no le gustará a Sabina, refleja bastante bien lo que ocurrió en la Audiencia. Rajoy entró y salió en coche blindado, cruzó la sala de vistas a paso ligero, casi como cuando anda por los bosques de Pontevedra, se sentó a la derecha del tribunal y a su misma altura, en lugar de en el sitio reservado a los declarantes, y respondió a todas las preguntas de los abogados y de la fiscal --menos a las 14 que el presidente del tribunal impidió que lo hiciera--, a algunas con desdén y cierta impertinencia. O sea, que de aquello que se dice que declaró “como un ciudadano más”, nada de nada.

Pero, al margen de los privilegios formales, Rajoy salió bastante airoso por varias razones: se había preparado bien las respuestas; el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, que se había opuesto a que declarara y a que lo hiciera presencialmente, le echó algunos capotes, y los abogados de la acusación no estuvieron a la altura de lo que se sustanciaba, con preguntas repetitivas, sin coordinar y con escasa capacidad para las repreguntas.

Los acusadores ni siquiera desmontaron el principal argumento de Rajoy, que él se había ocupado siempre en el PP de temas políticos y nunca de cuestiones económicas

Los acusadores ni siquiera desmontaron el principal argumento de Rajoy, que él se había ocupado siempre en el PP de temas políticos y nunca de cuestiones económicas, con la ayuda de expertos o de jefes de campañas electorales. Todos han afirmado en diversos medios de comunicación que es imposible dirigir una campaña electoral y no ocuparse o interesarse por el presupuesto con el que se paga. Baste el testimonio de un jefe de campaña de un partido aliado del PP, José Manuel Villegas, de Ciudadanos: “No es creíble que el director de una campaña electoral no conozca los grandes números del presupuesto”, ha declarado Villegas en varios medios.

Rajoy, que declaraba en el juicio sobre la primera etapa del caso Gürtel (1999-2005), fue director de las campañas electorales de José María Aznar al menos en tres ocasiones, en las generales de 1993, 1996 y 2000, y en las municipales y autonómicas de 1995. En 2003, año sobre el que se investiga en esta causa la financiación de la campaña en dos municipios madrileños. Rajoy era vicesecretario general del PP, partido en el que ha sido también secretario general, del que dependen los tesoreros, y después presidente.

Descargar toda la responsabilidad económica en los tesoreros del partido es una argucia tan utilizada como increíble. Es la misma a la que ha recurrido, sin ir más lejos, Artur Mas, en el caso del 3% y la financiación irregular de Convergència. Pero es tan increíble que nadie en sus cabales, por utilizar una expresión de Rajoy en su declaración en la Audiencia, puede creerse que todo lo referente al dinero de un partido, desde los ingresos y los gastos hasta la financiación de las campañas, lo decidan los tesoreros.

Sin duda aleccionado por sus abogados, Rajoy evitó los “no me acuerdo” o “no me consta”

Sin duda aleccionado por sus abogados, Rajoy evitó los “no me acuerdo” o “no me consta”. Al contrario, sobre todo al principio, pasó a la ofensiva con respuestas como “lo recuerdo perfectamente” y otras similares. Conforme avanzaba la declaración, sin embargo, no pudo dejar de ser Rajoy, como cuando, a la pregunta de qué significa “hacemos lo que podemos” –frase de un sms enviado a Luis Bárcenas—, respondió: “Hacemos lo que podemos significa exactamente hacemos lo que podemos”.

Pero, al margen de la ironía, de los retruécanos y de las tautologías, Rajoy no pudo evitar la sensación de que no había dicho la verdad cuando afirmó que se enteró de que Bárcenas tenía dinero en Suiza por los periódicos, cuando negó que supiera algo sobre la financiación ilícita del partido o sobre la caja B y cuando aseguró que “nunca jamás” conoció a ningún empresario que hiciera aportaciones ilegales al PP. Tampoco quedó muy coherente que se adjudicara la decisión de echar a Francisco Correa como proveedor del partido si él nunca se ocupaba de cuestiones económicas.

Rajoy quizá tenga que declarar de nuevo en otra pieza del caso Gürtel, como la de los papeles de Bárcenas, y es probable que vuelva a salirse por la tangente. Sin embargo, no podrá evitar que su etapa al frente al PP esté manchada por la corrupción --no solo referida a la etapa de Aznar—y que se le recuerde por eso. Pero, por el momento, el triunfalismo económico y el conflicto de Cataluña tapan las responsabilidades por la corrupción. El viernes, dos días después de que Rajoy declarara en la Audiencia, convocó una conferencia de prensa para hacer balance del curso. En la primera ocasión en que se le podía preguntar acerca de su intervención en el juicio, solo hubo media pregunta sobre corrupción. Y después deseó a todos buen verano y se preparó para irse a Sanxenxo.