Hay una frase célebre de Josep Tarradellas cuando volvió a España del  exilio de Francia en octubre de 1977: Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!. Sin embargo, en esta alfaguara en el estaque del procés hay otra frase de Tarradellas que va disparada al estrellato: en la política se puede hacer de todo, menos el ridículo. Y eso precisamente es lo que está haciendo el Govern presionado por la banda de las Anna Gabriel y Eulàlia Raguant, que Dios nos guarde de su mirada escrutadora.

Mientras, al Gobierno del PP le crecen los enanos por méritos propios. La última banderilla se la ha puesto el PNV. La debilidad del gobierno de Rajoy hace sacar los colores a Albert Rivera que otrora decía, con razón, que los únicos privilegios que existen en España son el cupo vasco y el veraneo navarro. De esto ahora chitón, no vayamos a despertar a las brujas de Zugarramurdi.

Tenía en la mente escrito otro artículo pero oyendo el miércoles pasado a la Pilar más Rahola que veranea en Cadaqués se me removieron las tripas ante la majadería que soltó por su lengua viperina.

La frase que hay que enmarcar como monumento a la estulticia dialéctica es la que soltó en 8 al día de Josep Cuní, el mismo día que le dieron la Creu de Sant Jordi y besó la mano de Carmen Forcadell. Dijo literalmente con su rotundidad habitual que "la política económica del Estado español desde hace trescientos años ha sido expoliar a Cataluña". Y acto seguido continuó con la misma vomitera demagógica diciendo que a finales del siglo XIX "cuando los españoles perdieron Cuba, la pagana fue Cataluña".

Por muy crispado que ponga el tono, la Rahola no tiene un pelo de tonta, y una cosa es no saber, como es el caso de Rufián, y otra distinta es mentir.

No hay que conocer la historia para saber que los trescientos años de expoliación de Cataluña por parte del Estado es una memez supina. Sólo hay que tener sentido común para no dejarse engañar

¿Qué eso de que Cuba era de los españoles? ¿Nada que ver con los catalanes? Muy cerca de Cadaqués está Calella de Palafrugell en donde todos los veranos TV3 transmite una cantada de habaneras. La costa catalana está llena de palacetes de estilo indiano construidos por catalanes cuando se perdió la Perla del Caribe.

La Pilar de La Vanguardia del procés engaña como indios a los catalanes que la única historia que conocen es la del Barça. Sabe perfectamente que cuando se encabritó José Martí, el Simón Bolívar cubano, fue por una ley arancelaria del Gobierno para que la industria textil española (que era la catalana) tuviera el monopolio de ese comercio, lo que despertó la ira de la competencia estadounidense e inventó el sabotaje al Maine embarcado en La Habana. Fue la chispa que provocó la guerra entre España y Estados Unidos, y que convirtió a Cuba en el casino de Norteamérica.

Pero no hay que conocer la historia para saber que los trescientos años de expoliación de Cataluña por parte del Estado es una memez supina. Sólo hay que tener sentido común para no dejarse engañar por una las mentiras.

La industrialización de Cataluña empezó a mediados del siglo XIX, durante esos tres siglos de explotación económica.

La Rahola piensa, pero no se atreve a decirlo, que la industrialización de Cataluña fue provocada por el Estado para diluir el fet diferencial por el inocente ejército invasor de Cataluña procedente del sur: murcianos, andaluces y extremeños.

No lo dice porque esto perjudica al Bien Supremo del procés que enarbola con tanta pasión.

Estoy seguro de que no se cree sus mentiras.