El gran libro de la Historia Universal, en sus capítulos dedicados a la infamia, está lleno de ejemplos que ilustran hasta qué punto la responsabilidad individual se diluye y busca refugio en actos perpetrados colectivamente. Nadie en Roma se atrevía a matar a Cayo Julio César --porque a pesar de que el dictador no era el modelo de líder ilustrado que un Cicerón pudiera desear, tampoco era un tirano sanguinario y cruel-- hasta que un puñado de republicanos recalcitrantes decidieron acuchillarlo al alimón. Eso de matar de forma alegre e inclusiva, en plan killer party, calmó mucho los nervios de Casio Longino y Marco Junio Bruto, que fueron claro referente de nuestros Puigdemont y Junqueras.

También la literatura está llena de situaciones idénticas. Recuerden la Comedia famosa de Fuente Ovejuna, de Lope de Vega, donde la acumulación de odios viejos y agravios lleva a todo un pueblo a lapidar, con nocturnidad y alevosía, a Hernán Pérez de Guzmán, comendador mayor de Calatrava, o simplemente revisen alguna de las novelas de Agatha Christie, escritora que se lo pasaba de miedo orquestando crímenes en los que todos resultaban ser una pandilla de matones juramentados, desde el hermano del finado hasta su esposa, pasando por el mayordomo, el jardinero y el párroco del pueblo.

Tras la condena ejemplarizante a Mas, Ortega y Rigau, todos teníamos claro que esto se iba a acelerar una barbaridad, y que a la democracia, en Cataluña, le quedan dos cafés

Tras la condena ejemplarizante a Mas, Ortega y Rigau, todos teníamos claro que esto se iba a acelerar una barbaridad, y que a la democracia, en Cataluña, le quedan dos cafés. Si no estaba suficientemente mancillada, vilipendiada y pisoteada, ahora, en breve, veremos cómo la zurcen a cuchilladas dos enajenados con despacho oficial, máximos representantes del Estado, secundados en su felonía por un alegre tropel de cantantes con almorranas, bolcheviques menstruantes y charnegos conversos.

Sí, vuelvo al principio: "¿Quién mató al comendador? / ¡Fuente Ovejuna, señor! / ¿Y quién es Fuente Ovejuna? / ¡Todos a una!".

Aunque en este caso sería mejor escribir: "Font Ovejuna... tots a una!".

Los medios de comunicación recogen las declaraciones de nuestro insaciable vicepresidente tumbaollas, anunciando a los cuatro vientos que todo el Govern --y seguramente toda la tribu de felices zulúes cuperos--, firmará, tras aprobar previamente la secretísima Ley de Rodillo Jurídico Transitorio, la convocatoria del prometido referéndum de independencia; porque hacerlo así, en masa, en plan falange libertaria, insufla épica y envalentona y reconforta a cualquier destripaterrones. Ya que ni el TSJC ni el TC les dejan resquicio legal para futuras astucias y tejemanejes, se impone una nueva vuelta de tuerca...

Arrogándose un inexistente mandato SPQR --en nombre del Senado y de "todo" el pueblo de Roma-- estas luminarias de la paz y la concordia procederán a dejar sin voz a la oposición; propinarán puñaladas a diestro y siniestro al Estatut; rasgarán sentencias; enterrarán leyes, tribunales, Constitución y Estado de derecho. Y toda esa escabechina la harán invocando la Democracia, por supuesto en mayúscula. Una vez consumada tan terrible tajadera, procederán a limpiar la sangre de la convivencia, acumulada en el filo de sus dagas, en un pliegue de esas togas que visten, y que en su caso nunca han sido albas, cándidas --de ahí, candidato--, porque la ignominia jamás es blanca.

En el supuesto de que hasta la AMI fuera puesta en solfa por el TC, un selecto grupo plenipotenciario patriótico (Toni Albà, Dyango, Núria Feliu, Pilar Rahola, Terribas y sor Citröen Caram) procederá a formar Gobierno en el exilio

Ese acto supondrá la apertura solemne de las puertas del Templo de Marte, dios del conflicto violento. Puigdemont y Junqueras mostrarán ufanos la Lanza de la Guerra al pueblo, y los pretorianos estelados de la ANC rugirán jubilosos. Jordi Sánchez ya ha anunciado que en el horizonte sólo visualizan tres posibles escenarios. El primero pasa por efectuar el referendo y proclamar la República de Catadisney, sin fijar participación mínima y despreciando la más que previsible negativa de la ciudadanía no nacionalista a jugar juego tan vil; el segundo escenario contempla una declaración de independencia del Parlamento de Cataluña a las bravas si el Estado impide la consulta; el tercero, finalmente, y en caso de inhabilitación de cargos y aplicación del artículo 155, desembocaría en una declaración de independencia por parte de la AMI, la Asociación de Municipios por la Independencia.

Esos son los tres futuribles que nos esperan. Pero hay más, y no nos lo cuentan. En el supuesto de que hasta la AMI fuera puesta en solfa por el TC, un selecto grupo plenipotenciario patriótico (Toni Albà, Dyango, Núria Feliu, Pilar Rahola, Terribas y sor Citröen Caram) procederá a formar Gobierno en el exilio (Paris-sur-mer), mientras Tardà y Rufián denuncian a España por holocausto, genocidio, asesinato, fascismo, latrocinio, secuestro, canibalismo y pitorreo general ante el Tribunal de Nuremberg, porque en el de La Haya lo tienen fatal.

En conclusión, si todos estos monigotes diletantes y totalitarios, que no llegan ni a pésima caricatura, fueran conscientes de la hilaridad que suscitan, se sonrojarían. Viven, parafraseando el título de la ópera prima de Marsé, encerrados con un único juguete, sumamente peligroso, cargado con nitroglicerina. La única respuesta posible del Estado es, ley en mano, pararles los pies, sin miedo, sin violencia, pero con una contundencia inclemente y absoluta.

Y si hay que ir al 155, se va, como diría José Mota; que no ir, es tontería.