La podredumbre en todas las esferas de la administración es un cáncer que se extiende como mancha de aceite y carcome los cimientos del país. El saqueo del 3% perpetrado por Convergència y las andanzas calabresas del clan Pujol se superponen a las tramas protagonizadas por relevantes miembros del PP a escala nacional.

Con pocos días de diferencia, han caído sobre el partido conservador tres proyectiles nucleares. Por un lado, las operaciones Lezo y Trajano. Por otro, la interposición de una querella de la fiscalía contra un bufete jurídico constituido, entre otros, por actual ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Por último, los magistrados que juzgan el vetusto caso Gürtel han citado a declarar como testigo nada menos que al mismísimo Mariano Rajoy.

Vayamos por partes. Lezo es un inmenso andamiaje de cobro de mordidas urdido por el exadalid de la Comunidad de Madrid Ignacio González y su extensa banda de compinches. Tiene el epicentro en la empresa pública Canal de Isabel II, que abastece de agua a la capital.

La podredumbre en todas las esferas de la administración es un cáncer que se extiende como mancha de aceite y carcome los cimientos del país

Las pesquisas judiciales sobre unas inversiones ruinosas de la compañía en Iberoamérica han descubierto que en ellas medió el pago de comisiones a destajo en una retahíla de paraísos fiscales. En este y otros fregados Ignacio González involucró a media familia. Están imputados su esposa, un hermano, el padre nonagenario y hasta un cuñado. La presencia de este último compone una estampa celtibérica típica, digna del mejor esperpento de Valle-Inclán.

El propio González reside en una espectacular mansión de Aravaca, más propia de jeques del petróleo que de una persona cuya única ocupación conocida es la de profesional del servicio público. ¿Nadie en el PP se sorprendió jamás de que su jerarca madrileño viviera como un potentado?

De los más de 60 encartados en Lezo, un par de pesos pesados son ajenos por completo al campo de la política. Me refiero a Juan Miguel Villar Mir y su yerno Javier López Madrid. El primero, con 85 años a cuestas, lucía una trayectoria impecable en todos los órdenes. Ahora, de golpe, anda imputado en tres escándalos. Primero, Lezo; segundo, Gürtel y la financiación irregular del PP; y tercero, los presuntos amaños en la adjudicación de las obras de un enorme hospital de Palma de Mallorca.

A su vez, López Madrid, yerno de Villar, compañero de yoga de la Reina Letizia y amigo de la infancia del Rey Felipe VI, fue detenido y luego puesto en libertad bajo fianza. En febrero se le condenó a 6 meses de cárcel en el infecto bodrio de las tarjetas black de Caja Madrid.

El saqueo del 3% perpetrado por Convergència y las andanzas calabresas del clan Pujol se superponen a las tramas protagonizadas por relevantes miembros del PP a escala nacional

A este personaje se le acusa del supuesto pago de comisiones a los prebostes populares. A la vez, está metido en unos rocambolescos líos de faldas sazonados con la presencia de turbios elementos de las cloacas policiales.

Por si lo transcrito fuera poco, Cristóbal Montoro, recaudador mayor del Reino, sufre salpicaduras de una querella que la fiscalía ha presentado contra los integrantes del bufete Equipo Económico, fundado por Montoro en 2006. Se reprocha a tal gabinete haberse beneficiado de contratos que el Consejo de las Cámaras de Comercio le otorgó a dedo. La denuncia penal se dirige contra Ricardo Montoro, hermano del ministro, y contra Manuel Teruel, ex gerifalte de dicho Consejo, entre otros.

Como una cereza tira de otra, sobre el PP pende también el asunto Mercamadrid, gestora de los mercados de abastos. La fiscalía indaga a su ex jefa Concepción Dancausa, actual delegada del Gobierno en Madrid y hermana de la presidenta de Bankinter María Dolores Dancausa. Cuando pilotaba Mercamadrid, suscribió un contrato de alquiler absolutamente lesivo para los intereses de la sociedad.

Me dejo en el tintero otros muchos mejunjes en los que está enfangado hasta la coronilla el partido del Gobierno. Lo de esta formación empieza a ser de traca. Por la multiplicidad de sus irregularidades, cada día que pasa se asemeja más a la difunta Convergència. Y mientras tanto, Mariano Rajoy se fuma un habano tan campante.