Los escritores de novela negra, policiaca, de intriga, en todas sus variantes, nos rompemos la cabeza para sorprender al lector, dar un giro a la historia que le haga perder el aliento. Eso cada vez es más difícil, será que ya está todo inventado. Los hay que recurren a animales cuya picadura es mortal y casi invisible en la piel, a gorilas asesinos, a venenos administrados de mil formas, a métodos psicológicos para desquiciar poco a poco a una persona inestable con la intención de conducirla al suicidio, al uso de sofisticados instrumentos de tortura; en fin, la lista es larga e interminable, tanto como la imaginación. El disparo, el cuchillo, la soga, la piedra o los simples golpes, se mantienen, porque para eso son los clásicos.

Por si a nadie se le había ocurrido, un mensaje, un dispositivo electrónico y las manos, son suficientes para causar la muerte. Twitter también puede ser un arma letal. Hemos sabido del proceso que se sigue en Texas (EEUU) contra John Rayne Rivello por atentar contra la vida de un periodista, Kurt Eichenwald, mediante un gif (archivo animado que se crea a partir de la reproducción rápida de una serie de imágenes). El agresor le mandó una serie de mensajes en los que le deseaba la muerte y además animaba a otros a hacer lo mismo. El jurado considera que un archivo de estas características es un "arma letal" ya que la víctima sufre de epilepsia y las imágenes con relámpagos y luces parpadeantes fueron la causa directa del ataque que sufrió y de las graves secuelas que le impidieron hablar y moverse, así como poder seguir con su vida cotidiana durante un tiempo. El periodista explica que dada su enfermedad, ello le provoca el mismo efecto que una pistola, un cuchillo o una carta bomba.

Por si a nadie se le había ocurrido, un mensaje, un dispositivo electrónico y las manos, son suficientes para causar la muerte. Twitter también puede ser un arma letal

La investigación la llevó a cabo el FBI y llegó a la conclusión de que el motivo de la agresión fue que el periodista es judío, así como sus opiniones sobre Donald Trump (el investigado es un entusiasta del presidente). La defensa alega que las imágenes podrían considerarse una obra de arte y están amparadas por la libertad de expresión, pero la acusación lo rebate, ya que la intención era la de hacer daño y no la de dar a conocer una obra gráfica, existiendo además una clara motivación antisemita. Antes decíamos que "a las pistolas las carga el diablo", ahora podríamos sustituir la palabra "pistolas" por "redes sociales". No es la primera vez, ni la última, que hay quien piensa que el anonimato en la redes  legitima para insultar, vejar y si es posible, dañar.

Leo que Donald Trump empieza su día enviando mensajes en Twitter, usando un viejo móvil que puede ser hackeado con mucha facilidad, lo que desespera a su personal de seguridad ya que no puede convencerle de que lo cambie por otro más sofisticado. Pero, me asalta la duda, si el señor del rubio tupé ahuecado descubre el poder letal de esa red social que tanto le gusta, ¿no deberíamos cerrar nuestra cuenta? Por prudencia, por si las moscas. Quién sabe si no se le ocurrirá un arma letal que los escritores negros todavía no hemos descubierto.