Los medios de comunicación vuelven a hablar de "ofertas de negociación" del Gobierno de Mariano Rajoy al Gobierno de la Generalitat. En síntesis, se trataría de abordar la resolución de las 45 reivindicaciones contenidas en el documento que en abril del año pasado entregó Puigdemont a Rajoy. La única condición, según las informaciones, sentarse a hablar y olvidar el referéndum. En la misma línea negociadora, el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, ha desvelado la existencia de contactos "secretos" entre ambos gobiernos, inmediatamente negados por la Generalitat.

¿Cabe imaginar una respuesta positiva por parte de la Generalitat? No. Cualquier negociación de este tipo sólo sería posible si no existiera la pugna entre ERC y los exconvergentes por la hegemonía nacionalista. A las puertas de unas elecciones autonómicas en las que Junqueras y, probablemente, Mas se juegan la presidencia de la Generalitat, un acuerdo en el seno de Junts pel Sí es imposible.

¿Si no ha de servir para un pacto explícito y formal con la Generalitat, para qué serviría, o qué objetivos tendría la propuesta de Rajoy? Caben tres interpretaciones.

La primera un acuerdo "secreto" o simplemente implícito para que se convoque el referéndum pero que la Generalitat se avenga a acatar las ordenes del TC en el último segundo, antes de la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno central. Con ello se evitaría el cacareado choque de trenes. Se basa en la creencia de que el nacionalismo no arriesgará la Generalitat en mano por la independencia volando.

¿Si no ha de servir para un pacto explícito y formal con la Generalitat, para qué serviría, o qué objetivos tendría la propuesta de Rajoy?

La segunda interpretación, muy improbable pero no imposible, consistiría en que ERC o el PDECat aceptaran el reto y se convocasen elecciones, sin convocatoria de referéndum. El partido que optara por esta solución basaría su programa electoral en lo que la mayoría de secesionistas aceptan en privado: que no hay mandato democrático ni condiciones objetivas para celebrar un referéndum unilateral, y de lo que se trata es de seguir ampliando la "mayoría secesionista" y, mientras tanto, fortalecer la Generailtat con más competencias, recursos e inversiones. Asumir este riesgo puede ser una opción para Mas de recuperar el voto moderado y tener opciones frente a Junqueras. Opciones muy escasas --no le doy más de un 2%-- pero no es una opción imposible en función de las encuestas.

La tercera es que, de no darse ninguno de los escenarios anteriores, el Gobierno de Mariano Rajoy tenga un argumento político para poder decir que la aplicación del artículo 155 de la Constitución se ha tenido que ejercer por la falta de voluntad negociadora de la Generalitat y poder así defenderse de las acusaciones de inmovilismo.

En los próximos meses sabremos cuál es la respuesta correcta. En todo caso, el día en que los gobiernos central y autonómico de turno se ocupen de los problemas de los catalanes habrá que añadir algunos aspectos que nunca se plantean. Básicamente, que el Estado de derecho se aplique en Cataluña y se ponga punto final a los déficits de calidad democrática de nuestras instituciones, convertidas por el nacionalismo en instrumentos de agitación y propaganda del secesionismo.