El lunes el bocamoll de Carles Puigdemont volvió a soltar una majadería que ofende a mi inteligencia, no digo a la inteligencia en general porque alguna persona inteligente hay en la otra acera, paro sí a la mía; cuando el lunes, aniversario del atentado salvaje de Hipercor, soltó la gansada de que al Estado español se le puede vencer si se le combate con la misma "persistencia" que la sociedad para vencer a ETA.

No podía, decir el Estado porque hablar bien del enemigo debe producir un ictus. Estas fueron sus palabras: "Hoy hace 30 años del atentado de Hipercor, si no hubiera sido por la persistencia, por el valor de tantas personas, algunas anónimas, seguramente ese combate no se habría ganado".

A ETA le ha derrotado "el valor de tantas personas, algunas anónimas". A la policía y las casi mil viudas y miles de huérfanos que dejó ETA en su lucha por la independencia se les habrán removido las tripas ante las palabras de este embustero compulsivo.

Esas personas anónimas a las que se refiere son los confidentes de la Policía Nacional y Guardia Civil.

No sé quién le escribe los discursos pero parece imposible tanta tontería. Vive instalado una realidad paralela que ya me resulta insufrible porque no se pueden decir más estupideces con menos palabras. Yo me veo incapaz de tanta falta de destreza política. Incapaz.

Nadie que está en su corte se atreve a decirle que el rey está desnudo porque eso es equivalente a ser botifler, y una cosa es estar montado en el confortable sillón de las consellerias y otra tener el atrevimiento de decirle al jefe que enseñan impúdicamente sus vergüenzas.

No sé quién le escribe los discursos a Puigdemont pero parece imposible tanta tontería. Vive instalado una realidad paralela que ya me resulta insufrible porque no se pueden decir más estupideces con menos palabras

El Govern de Carles de Puigdemont no tiene el mínimo sentido del ridículo. Si lo tuviera, no avergonzaría en todas y cada una de las intervenciones organizadas por Diplocat, su embajada para asuntos exteriores.

El objetivo del Departament de Afers Exteriors del excomunista Raül Romeva es señalar la deriva autoritaria del Estado que venció a ETA.

La consigna es denunciar "la deriva antidemocrática y autoritaria de España". Lo que el domingo 11J leyó Pep Guardiola en Montjuïc no era suyo sino del Diplocat de Romeva.

TV3 la pléyade de medios subvencionados trabajan para el consumo interior, sudando sangre para maquillar los gallitos de voz en el desconcierto del Liceu de la plaza de Sant Jaume.

En ese trabajo de zapadores para volar los puentes interiores, en esta política de tierra quemada con el resto de España, este lunes sacaron las declaraciones parciales de Puigdemont y la reacción completa de la oposición. Sabía de sus palabras porque previamente las había leído por los digitales (tengo la sana costumbre de leer una noticia polémica en digitales contrarios; antes y ahora, costumbre higiénica y profesional que aconsejo para los enfermos de la política), pero el teleespectador común no entendía la reacción visceral de Ciutadans, el PSC y el PP.

David Bassa, el jefe de informativos, ya se preocupó de hablar de refilón de las palabras del hijo del pastelero de Amer y, por el contrario, reprodujo la réplica completa de la oposición.

El teleespectador del Telenotícies no entendía que hubiera tanta perfidia en la respuesta de la oposición por las palabras parciales que había oído al exalcalde de Girona. Los periodistas de TV3 son muy profesionales, son leales a quienes les paga la nómina. Tengo sobrada garantía de su profesionalidad política.

Me he quedado sin espacio para retratar las meteduras de pata de Diplocat en este año perpetradas por Romeva, o sus colaboradores, así que lo dejo para el próximo miércoles, Dios mediante.

Los calores y tanta tontería me agotan...