Recientemente, los independentistas han experimentado genuinas hemorragias de satisfacción gracias al ya célebre editorial del The New York Times en el que se recomendaba al Gobierno español que permitiera el referéndum anunciado para el 1 de octubre, aunque aconsejando a los votantes que se inclinaran por el no. ¿De dónde salía esa toma de postura?, se preguntaron muchos. Pues todo parece señalar al corresponsal del diario en España y Portugal, Raphael Minder, un suizo educado en universidades de Inglaterra y Estados Unidos, que así pasa a incorporarse a esa peculiar parodia de la Brigada Lincoln que ya contaba con lumbreras como Matthew Tree, Liz Castro y Patrícia Gabancho. La única diferencia entre Minder y estos tres radica en que el suizo parecía un hombre dotado de bastantes más luces. O a esa conclusión llegué cuando lo conocí el año pasado, durante una cena en casa de mi amiga Isabel Coixet: el Minder con el que yo hablé era un tipo simpático y culto al que una pequeña editorial británica le había encargado un libro sobre el prusés, tema sobre el que andaba bastante pez y para el cual solicitó ayuda y consejo a los presentes.

El señor Minder está en su derecho de simpatizar con quien le apetezca, pero no creo que lo esté cuando silencia a todo un sector de un conflicto. Muy profesional no me parece esa actitud

Recuerdo que Isabel le acabó pasando una lista de 10 o 15 nombres del sector no independentista para que cotejara sus opiniones con las de los procesistas a los que pensaba entrevistar. De esa lista, ¿cuántos recibieron la llamada del señor Minder? Lo acertaron: ninguno. No sé qué hizo con la lista de marras. Ignoro si la tiró a la basura o si la utilizó para limpiarse el trasero tras una urgencia fisiológica, pero el caso es que solo habló con independentistas, lo cual no dice mucho sobre su respeto a la vieja ley del periodismo que aconseja consultar a las dos partes de una disensión. Cuando me enteré de que había salido fascinado de entrevistar a Mikimoto y a Pilar Rahola, ya intuí que pintaban bastos. Todo parece indicar que un suizo culto y políglota puede ser abducido por los procesistas hasta el punto de no querer saber nada con los no procesistas.

Evidentemente, el señor Minder está en su derecho de simpatizar con quien le apetezca, pero no creo que lo esté cuando silencia a todo un sector de un conflicto. Muy profesional no me parece esa actitud, aunque, eso sí, le garantiza la traducción al catalán de su panfleto y su presencia en los programas de Xavier Graset, Mònica Terribas y Jordi Basté. No descarto, incluso, que le pongan una silla fija en las inacabables tertulias monocolores de El Punt-Avui Televisió. Que le aproveche, aunque ya le digo que en la casa de cierta cineasta barcelonesa no volverá a comer gratis en la vida.