Joan Josep Nuet está que trina porque no lo han incluido en la querella contra la Mesa del Parlament por el tema del referéndum. Puede que en su interior se alegre de haberse librado del marronazo, pero en el exterior no para de hacer aspavientos, como si considerara una ofensa que no le cantaran las cuarenta a él también. Teniendo en cuenta que no es independentista, según insiste constantemente, lo normal sería dejar que cada palo aguante su vela y dedicarse él a lo suyo, que es hacerse el comunista en Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), pero el hombre forma parte de esa izquierda lela que sufrimos en Cataluña y en toda España y que parece creer que no hay vida fuera del nacionalismo. Por otra parte, hacerse el solidario le permite darse ciertos aires, algo de lo que están muy necesitados tanto él como su irrelevante partido, al que Albano Dante Fachín y Ada Colau amenazan con llevarse por delante. Realmente, lo mejor que podría hacer la justicia por EUiA y el señor Nuet sería empapelar a éste junto a la señora Forcadell, pues la gente tomaría conciencia de la existencia del partido y del empático ser humano que milita en él.

La izquierda catalana lleva años ejerciendo de tonto útil del nacionalismo, y el señor Nuet no es una excepción

La izquierda catalana lleva años ejerciendo de tío Tom o de tonto útil del nacionalismo, y el señor Nuet no es una excepción. Su referencia a Brecht --lo de que ahora van a por los independentistas, pero que luego irán a por todos los demás, aunque pueda estar en la mente de ciertos sectores del PP-- es una falacia. Insinúa el hombre que emprenderla con la secesión es un primer paso de la derecha para ir reduciendo libertades, convirtiendo así el separatismo en un problemilla social al que no hace falta conceder tanta relevancia. Perdóneme, señor Nuet, pero estamos hablando de la destrucción de un país, no de un avance o un retroceso en problemas como la violencia de género o la cada día mayor diferencia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada. Si a usted le conviene hacerse el simpático con los nacionalistas porque se ha tragado la extendida teoría de que el nacionalismo equivale a progresismo, para usted la perra gorda, pero dudo mucho que su sobreactuación le sirva para pintar más de lo que pinta ni para insuflar nueva vida a su agónico partido.

Lo máximo que logrará será el privilegio de acompañar al juzgado a la señora Forcadell entre una turba de nacionalistas, junto a otros tontos útiles de nuestra lamentable izquierda actual. Menos da una piedra, supongo.