Las extintas cajas de ahorros han dejado una estela repleta de conflictos, que ahora transitan con pereza por los vericuetos de los juzgados. El aluvión de directivos y consejeros encartados engorda día tras día. Dos peces gordos acaban de sumarse a ellos. Uno es Miguel Ángel Fernández OrdóñezMafo para los amigos y enemigos, gobernador del Banco de España en el periodo 2006-2012. El otro es Julio Segura, capitoste de la CNMV en 2007-2012.

Fernández Ordóñez ejerció la máxima responsabilidad de vigilancia de las entidades de crédito en una fase crítica. El país sufría a la sazón la mayor crisis financiera de la historia. Pero él, a juzgar por los frutos de su labor de control, no se enteró de la misa la mitad.

Los tribunales le escrutan ahora, sobre todo, por un hecho de manifiesta gravedad. Se sabe que los subordinados de Mafo le advirtieron en su día, reiteradamente, de que la salida de Bankia a bolsa era un disparate.

Le demostraron, con todo lujo de pruebas, que el banco se encontraba en quiebra técnica. Que la colocación de sus títulos en el mercado entrañaba una estafa en toda regla a los inversores. Y que tarde o temprano, el Banco de España se vería obligado a intervenirlo.

Mafo suele vanagloriarse de sus cualidades de político experimentado. En el caso de Bankia actuó como político a secas. Simplemente, se hizo el sueco. Desatendió los avisos de los inspectores del BdeE. Y prefirió mirar a otro lado

Mafo suele vanagloriarse de sus cualidades de político experimentado. En el caso de Bankia actuó como político a secas. Simplemente, se hizo el sueco. Desatendió los avisos de los inspectores del BdeE. Y prefirió mirar a otro lado. Huelga subrayar los efectos devastadores de su abulia y su pasividad. Las peripecias de Bankia desembocaron en un rescate estatal que ha sangrado al país más de 22.000 millones de euros.

Otro error mayúsculo de Mafo residió en su obsesión por promover una demencial política de fusión de cajas, casi siempre incestuosas. En particular, alentó las cuatro grandes amalgamas articuladas en 2010.

Me refiero a Unnim, suma de las cajas de Sabadell, Terrassa y Manlleu; Catalunya Banc, unión de Caixa de Catalunya con las de Manresa y Tarragona; NovaGalicia, engarce de Caixa Nova y Caixa Galicia, y por último, Bankia, que engulló las cajas de Ávila, Canarias, Rioja y Segovia, más Laietana, de Mataró, y la levantina Bancaja junto con su filial Banco de Valencia.

Todas y cada una de esas firmas terminaron sus días estatizadas. La gigantesca factura del desastre, como es de rigor, se colgó a las espaldas de toda la población española.

Mafo acumula una larga trayectoria como servidor público. Funcionario de carrera, en 1982 se encaramó a su primer empleo político, secretario de Estado de Economía, durante el inicial Gobierno de Felipe González. Desde entonces hasta su cese como gobernador en 2012, no hizo otra cosa que medrar a costa de los presupuestos oficiales.

Pero no nos engañemos, Mafo cumplía funciones de simple mandado. Es el acólito que utilizó José Luis Rodríguez Zapatero para mangonear el sistema crediticio, con el infausto y catastrófico resultado conocido

La imputación del caballero marca un hito sin precedentes por dos motivos. Uno, que jamás la institución liderada por Mafo vio caer tan bajo su prestigio. Y otro, que nunca antes el supremo jerarca del organismo que supervisa a los intermediarios del dinero se vio en el trance de tener que sentarse en el banquillo para justificar ante los jueces las decisiones tomadas en el desempeño de su cargo.

Al margen de sus andanzas procesales, don Miguel Ángel ya tiene reservado un sitio relevante en los anales mercantiles españoles. No es para menos. Bajo su mandato en el BdE, el sistema financiero nacional experimentó serias amenazas de desplome. Y de paso, las cajas de ahorros quedaron barridas del mapa para siempre. Los jueces determinarán si, además de ser un incompetente de tomo y lomo, incurrió en alguna de las varias figuras delictivas que se le achacan.

Pero no nos engañemos, Mafo cumplía funciones de simple mandado. Es el acólito que utilizó José Luis Rodríguez Zapatero para mangonear el sistema crediticio, con el infausto y catastrófico resultado conocido.

A sus 71 años, cuando ya lleva cinco años saboreando una plácida jubilación, Mafo tendrá que pasar por las horcas caudinas de su declaración como “investigado” en la Audiencia Nacional.

Dado el currículo del personaje, a buen seguro que volverá a echar balones fuera, se sacudirá de encima toda culpa y le endosará el muerto al lucero del alba. Menos probable es que los jueces se avengan a comulgar con semejantes ruedas de molino.