La foto del presidente venezolano Nicolás Maduro con la estelada es el penúltimo --el último es la suspensión del viaje de Carles Puigdemont a Marruecos por falta de interlocutores-- fiasco de la internacionalización del procés. No es extraño que en el PDECat, cuyos jóvenes dirigentes quieren recuperar su liberalismo para distinguirse de ERC, estén que trinan con la imagen de un patrocinador que les iguala a Podemos, únicos defensores de un régimen que cada día está más desprestigiado gracias a la incompetencia y a la desvergüenza antidemocrática del sucesor de Hugo Chávez.

La icónica imagen de Maduro con la estelada sucede al doble fracaso de la visita del president Carles Puigdemont a Jimmy Carter --de la que ni siquiera sacó una foto, pero sí una declaración en la que el expresidente norteamericano se desentendía del hipotético referéndum en Cataluña-- y del comunicado de la embajada de Estados Unidos en Madrid en el que reafirmaba su apoyo a una España unida a propósito de la presencia en la Generalitat de los congresistas Dana Rohrabacher, un republicano ultraderechista, y Brian Higgins, del Partido Demócrata. Una visita que el agit-prop independentista había presentado como algo extraordinario y único cuando en realidad los parlamentarios, miembros de comités de relaciones exteriores, visitaban varios países europeos.

El episodio más ridículo de las últimas vicisitudes del procés se produjo con motivo de la propuesta de solicitar a la Unesco la declaración de la Diada del libro y la rosa como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

El episodio más ridículo de las últimas vicisitudes del procés, sin embargo, se produjo poco antes de la festividad de Sant Jordi, con motivo de la propuesta de solicitar a la Unesco la declaración de la Diada del libro y la rosa como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Para hacerlo es necesaria la petición conjunta de los gobiernos español y catalán, pero la presencia en el acto previsto en Barcelona para solemnizar la petición de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría destapó todos los demonios. El Govern se cogió un rebote que de tanta sobreactuación resultó ridículo y los medios independentistas más radicales se dedicaron a hinchar el supuesto agravio con calificativos como Operación Sant Jordi y otras exageraciones similares.

Hasta el moderado conseller Santi Vila, que debía presidir el acto, se enfadó ante la “instrumentación indelicada” de la cita, y Puigdemont lanzó una advertencia que superaba con mucho la indelicadeza denunciada por el titular de Cultura. Si se consigue la denominación de Patrimonio de la Humanidad, “no será gracias a los herederos políticos de aquellos que persiguieron la cultura catalana durante décadas, sino a los que han mantenido viva la llama de la lengua y la cultura catalanas a través de los siglos”, espetó el president comparando de nuevo a los dirigentes del PP con el franquismo.

Todo este presunto follón porque a la vicepresidenta se le ocurrió sustituir al secretario de Estado de Cultura en el acto y ese deseo de elevar el nivel de respaldo a la candidatura se transformó en intento de apropiación de algo, recordemos, en que la presencia del Gobierno central es imprescindible.

En el último informe económico destinado a los inversores internacionales y en la petición de la Agencia del Medicamento se reconoce la verdad, diga lo que diga la propaganda

La pelea contrasta con la placidez con que se está desarrollando la petición de que Barcelona acoja la sede de la Agencia Europea del Medicamento cuando se aplique el Brexit y Londres deje de albergar el organismo. El pasado jueves se presentó la solicitud, en la que participan hasta ahora sin querellas inútiles los gobiernos español y catalán y el Ayuntamiento de Barcelona. La torre Glòries estará preparada para acoger la sede de la agencia, según la propuesta.

¿Por qué una colaboración, la de Sant Jordi, hace saltar chispas y otra, más importante y más determinante para confirmar que en la independencia no creen ni quienes la proponen, no provoca rencillas? ¿No será porque el procés en el fondo vive del postureo, pero solo en lo que es irrelevante? En el último informe económico destinado a los inversores internacionales la Generalitat reconocía que iba a depender de la financiación del Gobierno español al menos hasta el año 2026, y ahora se pide la Agencia del Medicamento cuando es inimaginable que la Unión Europea la conceda para una Cataluña independiente fuera de la UE. En estas dos actuaciones dirigidas a los organismos internacionales --inversores y UE-- se reconoce la verdad, diga lo que diga la propaganda.