Pensamiento

La fugaz primavera del diálogo nacionalista

11 febrero, 2014 09:02

El diálogo es una de las joyas de la corona del nacionalismo catalán. "¡Que el Estado dialogue!", exigen los soberanistas. "¿Pero, cómo es posible que el Estado no se reúna para dialogar?", exclaman. "¿Acaso la democracia no es diálogo? ¿Verdad que sí? Pues, que el Estado dialogue", claman. "Son incapaces de dialogar. Si no dialogan, por algo será", lamentan.

La vocación monologuista del nacionalismo catalán está ahí. ¿Qué diálogo puede esperarse de un Presidente de la Generalidad que, en sede parlamentaria, afirma que "no hay marcha atrás" en el "proceso" y que "sin consulta no hay nada que negociar"? ¿Así se dialoga?

El diálogo. ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de diálogo? En su tercera acepción, el DRAE afirma que el diálogo es la "discusión o trato en busca de avenencia". Veamos. ¿Qué es la avenencia? Recurramos otra vez al DRAE: "Convenio, transacción". De acuerdo. El nacionalismo catalán, ¿busca la avenencia entendida como convenio y transacción? Propiamente hablando, el nacionalismo catalán –al no contemplar condiciones al llamado derecho a decidir: ni siquiera los requisitos exigidos por la ley- no busca la avenencia, sino que desea imponer su avenencia. Busca la conformidad y el compromiso del Estado para celebrar el referéndum. Su referéndum. El nacionalismo catalán no dialoga, monologa.

La vocación monologuista del nacionalismo catalán está ahí. ¿Qué diálogo puede esperarse de un Presidente de la Generalidad que, en sede parlamentaria, afirma que "no hay marcha atrás" en el "proceso" y que "sin consulta no hay nada que negociar"? ¿Así se dialoga? Al respecto, cabe recordar que el Presidente de la Generalidad, en el discurso institucional (?) de la Diada 2013, señaló la hoja de ruta del independentismo: "derecho a decidir, consulta, transición nacional y forma de Estado". Otra declaración institucional (?), la del discurso de Fin de Año de 30 de diciembre de 2013: "Toda nación tiene implícitamente el derecho a decidir su futuro". Para los amantes de la historia y las emociones fuertes, unas palabras de Francesc Macià –pronunciadas en el acto de inauguración del Parlamento autonómico republicano, 1932- que Artur Mas recuperó en un artículo titulado El amor ardiente a la libertad (25 de diciembre de 2013): "Renacido el espíritu inmortal de nuestra raza, tomo posesión victoriosa de esta fortaleza, para celebrar de nuevo Cortes, que dictarán leyes nuestras, en nuestra lengua. ¡Sentid la alegría de este momento! ¡Y, con ella, vuestra responsabilidad y vuestra gloria!". ¿Así se dialoga? Hay más citas que abonan el monólogo del Presidente de la Generalidad. Una: "primero hay que intentarlo de acuerdo con las leyes y, si no se puede, hacerlo igualmente. La consulta debe producirse en cualquier caso". Otra: "ni los tribunales ni la Constitución pararán el proceso soberanista".

Prosigo. ¿Qué diálogo puede esperarse de quien formula de antemano la pregunta y fecha del referéndum? ¿El Presidente de la Generalidad facilita el diálogo cuando compara a Mariano Rajoy con un jugador de fútbol que avanza mediante "empujones y zancadillas" y "para hacer creer que no es él, se tira al suelo"? ¿Reivindicar el diálogo tildando al adversario de marrullero? Y el caso es que el Presidente de la Generalidad parece estar muy seguro de lo que dice: "la cámara lenta no se equivoca, la secuencia es muy clara y la cámara ve perfectamente quién hace comedia y quién no la hace". Para redondear la faena, se puede tomar nota del folleto de la campaña Derecho a decidir y Estado propio, impulsada por CDC en 2013: "estamos avanzando en la construcción del Estado propio y Convergència es la garantía del rigor y la solvencia del proceso de Transición Nacional, y también de su éxito". Otra campaña impulsada por CDC (2014): la del triple "si" a favor de la consulta de autodeterminación, el Estado propio y la independencia. Una declaración a la prensa: "Que nos dejen hacer, que no se metan y después ya iremos a Madrid a negociar". Continúa: "Todo el mundo tiene que entender que la única solución posible es que el pueblo catalán pueda decidir su futuro. Ya no hay otra salida". Con estos mimbres, uno se pregunta sobre qué quiere dialogar el nacionalismo catalán.

¿Cómo interpretar las palabras del consejero de Presidencia de la Generalidad? ¿La búsqueda desesperada de un acuerdo con el Estado para evitar el fracaso que se avecina y salvar lo que se pueda? ¿Una propuesta para que el Estado diga "no" e insistir en el victimismo y la cultura de la queja?

Y en eso que Francesc Homs, consejero de Presidencia de la Generalidad, se suelta y declara –detalle: en la Cope- qué cosa "plantea al Estado español". Lo siguiente: "Fíjese en lo que le estamos planteando al Estado español: ¿está usted de acuerdo en conocer con precisión lo que opina el pueblo de Cataluña, para después gestionarlo?" El consejero habla de "conocer" y "gestionar" la opinión. "Digo la opinión, no la decisión", recalca. Y añade que "la decisión vendría después de un proceso de negociación" en el que "probablemente se tendría que volver a votar, entonces por todo el mundo". Francesc Homs llega a decir que una consulta en Cataluña "no generaría una situación jurídica nueva" y ello podría conducir a "una reforma de la Constitución". ¡Menudo escándalo! ¡Francesc Homs acepta, implícitamente, la legalidad española y la soberanía española!

¿Cómo interpretar las palabras del consejero de Presidencia de la Generalidad? ¿Un impulso sobrevenido pro diálogo y negociación? ¿Un globo sonda dirigido al Estado, a ERC y a la ANC? ¿Una rectificación táctica o estratégica que apuesta ahora por la vía del artículo 92.1 de la Constitución que contempla un "referéndum consultivo de todos los ciudadanos"? ¿La búsqueda desesperada de un acuerdo con el Estado para evitar el fracaso que se avecina y salvar lo que se pueda? ¿Una propuesta para que el Estado diga "no" e insistir –de nuevo- en el victimismo y la cultura de la queja? ¿Un desliz del consejero? ¿O quizá se trata de otra muestra de desorientación? Vaya usted a saber. Lo que sí sabemos es que, al día siguiente –ERC y la CUP han manifestado previamente su disconformidad con lo dicho por el consejero- Francesc Homs matiza y rectifica sus palabras: "no se trata de depositar la capacidad de decidir del pueblo de Cataluña en manos de otros. Si el pueblo de Cataluña vota independencia, se pueden negociar las condiciones, no la decisión". Y Artur Mas concluye que "la decisión de lo que ha de ser Cataluña corresponde a los catalanes, como es lógico". Y reitera -¿Se hace de la necesidad virtud? ¿Se busca una manera de sobrevivir dando otro paso hacia ninguna parte?- que la Generalidad no ha modificad su postura: "Estamos donde estábamos y donde estaremos en el futuro”. Sí señor, a eso se llama diálogo.

Y así concluye la fugaz primavera –apenas 24 horas- del diálogo nacionalista. Vuelve la imposición disfrazada de diálogo. Vuelve el monólogo. Si bien se mira, una manifestación de debilidad de quien tiene las manos atadas y presiente la que se avecina.