Pensamiento

Gracias, Pedro J. (1)

1 septiembre, 2016 00:00

El primer sábado de septiembre de 1983 me presenté a los lectores de El Vallés como nuevo director de una revista comarcal, que era la tercera más antigua de Cataluña. Yo tenía 25 años. Lo he sido durante 30 años. En el editorial de presentación escribí una cita del poeta José Bergamín con el que no comulgo en nada, tal vez sólo con esta frase: "Como no soy objeto, no puedo ser objetivo; soy sujeto y, por lo tanto, subjetivo". Era una declaración de principios. No podía ser objetivo, pero prometía ser honesto. No dar gato por liebre. Tengo en honra haberlo conseguido.

A finales de esa década nació El Mundo. Conocía la trayectoria profesional de Pedro J. a través de Diario 16, pero el nuevo diario me marcó profesionalmente desde el primer día. En 1990, impresionado por el estilo y la estética de ese diario, decidí transformar la revista que dirigía en una secuela catalana, pero con importantes distingos, porque abomino de la tradición japonesa de copiar.

Me impresionó su segunda y tercera página de Impresiones: breves comentarios de los principales contenidos de la edición; su laurel y aguijón lo cambié en un Arriba y Abajo; el editorial lo trasladé a la página de la izquierda contraviniendo la regla del periodismo escrito de que lo importante debe estar a la derecha; y el cuidado con el estilo: había que escribir con altura literaria pero a su vez de forma sencilla, como defendía Jorge Luis Borges: simple en la forma, profundo en el fondo.

Pero no era una copia porque, aunque la sección se titulaba Hoy, sábado… Las cuatro noticias (al margen del editorial y el Arriba y Abajo), no era el heraldo de lo que el lector se iba a encontrar, sino un contenido exclusivo de esa sección siguiendo los tres principios que tenía Paco Umbral. Un artículo es un tres en uno: tiene que tener gotas de información, de ensayo y de poesía.

No fue esa sección la única que me inspiró Pedro J., sino La Carátula, que era una larga entrevista de dos horas con un personaje popular que aparecía publicada con una gran caricatura, estilo las Cartas del Domingo de Pedro J. (todos los domingos Revista digital de Catalunya Central, Revista digital del Maresme y Revista digital del Vallés cuelgan un artículo con ese título), en la que diseccionaba la personalidad del protagonista de la semana. Todo el mundo vallesano que destacaba en alguna actividad cultural, económica, social o política quería ser diseccionado por mi retrato periodístico. Y me aproveché de ello, porque ganaba su confianza y se convertían en confidentes.

Hubo otras secciones que me dejaron exánime: la última página era un recopilatorio en clave de humor en forma de la Rue del Percebe en donde se resumía lo más importante de la edición que tenía una medía de 80 páginas. Había otra sección directamente copiada: la Fotomanía, un reportaje gráfico del acto social más importante de la semana con una foto pícara que la empresa me censuró porque los ponía en apuros. La imagen se titulaba la Foto indiscreta. Un mal o feo gesto de cualquier personaje de la crema vallesana...

El resultado de esta atrevida aventura periodística fue espectacular: cada año vendíamos mil ejemplares más que el anterior. Superábamos las ventas de nuestra directa competencia, El 9 Nou, que era el bisemanario indepe de la zona, que gozaba de todos los privilegios y subvenciones de las administraciones. ¡Multiplicábamos por cuatro sus ventas!

El Vallés que dirigí tenía una visión nacional de España, una concepción cristiana de la vida (sin beaterías) y la defensa de los intereses generales, porque no tenía más señor que mis lectores. El Vallés era una rara avis en el mundo de la prensa comarcal. Íbamos a contracorriente.

No exagero un ápice lo que estoy diciendo porque el director de Crónica Global, Xavier Salvador, era un joven periodista que redactaba la información económica en la competencia directa. Xavier se sentía incómodo con las directrices políticas indepes de la empresa y cuando tuvo la primera ocasión, un año después, fichó por El Observador.

Por eso Xavier me fichó con los ojos cerrados cuando, retirado antes de tiempo de la profesión, caído por una enfermedad absoluta, me ofrecí para colaborar con él, primero en Economía Digital y desde julio de 2015 en Crónica Global. Me conocía de esos años mozos... Por eso me acepta lo que le propongo. No vendo humo. Me conoce bien.

Acabo ya para explicar el por qué del título: el pasado martes, cuando Crónica Global explicó el acuerdo alcanzado con El Español me llevé una gran alegría, no tanto por el refuerzo que le supone a Crónica, porque este digital ya está consolidado, sino porque Pedro J. me enseñó cuál era el camino del éxito en esta profesión apasionante.

Sobra decir que no tengo el reconocimiento profesional del alma máter de El Español, pero hace diez años mi hija, que tenía dieciocho años, me preguntó por qué no me echaba la manta a la cabeza y me atrevía a embarcar en naves de más envergadura que un simple semanario comarcal que entonces tenía 72.000 lectores (el control era del Barómetro de la Comunicación, un ente semi público de la Generalitat), era el que más vendía en España. Mi respuesta fue:

-Hija, os he dado una buena educación y a mí no me manda nadie. Soy feliz. ¿Por qué voy a querer cambiar?