Vivimos momentos de agitación política en los que la batalla principal en el conglomerado de partidos independentistas no es alcanzar la independencia a corto plazo, de hecho prácticamente no se habla de ello, sino cómo posicionarse de la mejor manera posible ante las próximas elecciones autonómicas.

La CUP se ha doblegado a Junts pel Sí (JxSí)  aprobando los presupuestos para evitar ser acusada de provocar un adelanto electoral . Ahora agita las movilizaciones callejeras para radicalizar la situación y espera que JxSí flaquee en el último suspiro y el referéndum no se celebre. Si culmina su estrategia, podrá presentarse a las autonómicas como la única formación capaz de plantar cara y no arrugarse frente al colonialismo español.

El PDECat, y su candidato in pectore Artur Mas, se aferra al juicio del 9N para tratar de dar la vuelta a las encuestas, que vaticinan un amplio triunfo de Junqueras en las próximas elecciones autonómicas. Hasta Jordi Pujol ve al líder republicano como próximo presidente de la Generalitat. Para los exconvergentes, un partido de poder, perder la hegemonía del bando secesionista le puede condenar a la desaparición, si Junqueras sabe convertir a ERC en el Partido Nacionalista Catalán, transmutación que CDC no llegó a materializar.

La batalla principal en el conglomerado de partidos independentistas no es alcanzar la independencia a corto plazo, sino cómo posicionarse de la mejor manera posible ante las próximas elecciones autonómicas

Ante la evidencia de sus escasas posibilidades de conservar el poder, piensan los exconvergentes que su única baza es convertir las próximas elecciones autonómicas en un acto de solidaridad con Artur Mas. De ahí la necesidad de convertirle en un héroe, de tensar al máximo la situación, desobedeciendo las resoluciones del TC, aprobando las leyes de desconexión, con el único objetivo de forzar que el Gobierno tenga que intervenir de una u otra forma para evitar la celebración de la consulta. Amortizado Puigdemont y con Mas con ganas de revancha, la estrategia del PDECat se inspira en Lenin: cuanto peor, mejor.

Por su parte, ERC, y más concretamente su líder Junqueras, se encuentra en una situación incómoda. No pueden distanciarse del movimiento de solidaridad con Mas, ni parecer que frenan la consulta. Pero evidentemente no tienen el menor interés en reforzar a Mas. Por eso ha sido una magnífica noticia para Junqueras la reactivación del caso 3%, iniciado, recordémoslo, por una denuncia de una exconcejal de ERC. Y, desde luego, no tienen ningún interés en que la sangre llegue al río y se suspenda la autonomía. Son muchos años esperando la Presidencia de la Generalitat como para quedarse sin ella en el último suspiro por la estrategia maximalista de los exconvergentes en su batalla por recuperar el terreno perdido.

No puedo terminar este articulo sin denunciar radicalmente el llamamiento de la consejera Meritxell Borràs a que los funcionarios pidan un día de fiesta para acudir a apoyar a Mas. Este lunes puede manifestarse quien quiera legítimamente. Pero poner a los funcionarios ante la tesitura de mostrar su ideología, pidiendo o no su día de fiesta para acudir a la manifestación, es un claro atentado a su derecho a no hacer pública su ideología y otra evidente transgresión de la Constitución. Los secesionistas que se autodenominan demócratas no dudan en amenazar con purgas, en señalar a los disidentes, en conculcar las leyes y los procedimientos. La democracia ni les importa ni saben lo que es.