Pensamiento

Éxito

17 noviembre, 2014 07:01

Compruebo, atónita, como no solo los secesionistas hablan de éxito del pseudo-referéndum del 9N sino que, al otro lado del Ebro repiten la misma cantinela y concluyen que alguna salida hay que dar a ese tercio de la población que ha participado de la última performance separatista. Estupendo. ¿Y no se les ocurre pensar que alguna salida hay que dar también a los dos tercios que no participamos?

Los secesionistas, lejos de ser esa mayoría que machaconamente se señala, no llegan ni al 30%

Vaya por delante que confiar en las cifras de participación y en el recuento de los voluntarios de la ANC, ERC, CiU y CUP ya es un acto de auténtica buena fe, máxime cuando estamos acostumbrados a que se den cifras oficiales de manifestaciones tan desorbitadas y alejadas de la realidad que, simplemente, resulta imposible que sean ciertas porque no caben en el trazado urbanístico. Aun así, si aceptamos pulpo como animal de compañía y las damos por válidas, lo que tenemos se aproxima bastante a lo que vengo repitiendo desde hace casi dos años: que los secesionistas, lejos de ser esa mayoría que machaconamente se señala, no llegan ni al 30%. No es demasiado difícil llegar a esta conclusión si comprobamos los votos de diferentes partidos sobre el censo sin pasar por el filtro de la Ley de Hondt.

Da la casualidad que esa cifra es bastante similar a la audiencia de TV3 y a los que tienen el catalán como lengua materna con lo cual la idea de “un sol poble” queda bastante en entredicho, al igual que la de la transversalidad del movimiento. Basta mirar los mapas de participación y ver en qué lugares ha tenido menos éxito la convocatoria para que esa creencia quede inmediatamente fulminada.

Pese a las evidencias, los mantras no cesan. Así tenemos que desayunarnos cada día con la cancamusa de que se necesita hacer algo con Cataluña. Que no, que ya está bien, que no es Cataluña, que es una parte de su población, que Cataluña no tiene un problema con España, que el problema lo tienen una minoría de catalanes ya no solo con el resto de españoles sino con el resto de catalanes, ese 70% que no hemos participado de la consulta y que con frecuencia somos tachados de antidemócratas, fascistas, franquistas, quintacolumnistas, botiflers, colonos y todo lo que se les pasa por la mollera a los secesionistas y dejan ir por sus boquitas con total impunidad.

Da la casualidad que esa cifra es bastante similar a la audiencia de TV3 y a los que tienen el catalán como lengua materna con lo cual la idea de “un sol poble” queda bastante en entredicho

Artur Mas debería ser el presidente de todos los catalanes, tanto los que lo han votado como los que no y, sin embargo, da la sensación que solo es el presidente de ese 30% que acude a las innumerables actividades del gigantesco esplai en el que ha convertido Cataluña la ANC con las inefables Carme Forcadell y Muriel Casals al frente. En principio, no tengo nada en contra de que la gente ocupe su tiempo libre como mejor le plazca, en mosaicos a lo régimen comunista con camisetas de colores o dándose las manos para cadenas nudistas. Todo lo que puedo alegar es el horror estético que esto me produce, pero con no mirar, asunto arreglado. El problema es que esta gincana infinita tiene un alto coste económico.

Por una parte, tenemos el millón de euros que parece que han costado los servicios de “Independent Diplomat” para la internacionalización del conflicto, que, a la vista de los resultados, mejor lo hubieran gastado en otra cosa. Por otra parte, los 200.000 semanales que cuesta la campaña de “Ara és l’hora”. ¿La sufragan íntegramente ANC y Òmnium? ¿De dónde consiguen tantos ingresos? ¿De la venta de camisetas? Por supuesto, no se puede acusar al Gobierno catalán de estar sufragando esta campaña, pero lo cierto es que hay imágenes en las que se puede ver sin ningún género de dudas, que una brigada municipal les cuelga los carteles. Y eso sin contar la publicidad gratuita en los medios de comunicación públicos y subvencionados. Y, finalmente, en el presupuesto anual se destinaban casi 9 millones de euros al 9N.

Estas cifras, ya de por sí escandalosas, se tornan inmorales en una época de crisis en las que CiU, con el beneplácito de ERC, ha acometido unos recortes brutales que han dejado en la UCI nuestro sistema sanitario y que ha empeorado drásticamente las educación pública catalana dejando, por ejemplo, hasta 15 días sin profesor a los alumnos que han tenido la mala suerte de que uno de sus docentes haya enfermado. Y eso sin contar la paga extra que ha desaparecido de la vida de los funcionarios catalanes mientras sí la disfrutan los homólogos españoles. No sé ustedes, pero yo ya empiezo a estar cansada tener que pagar una fiesta a la que no me considero invitada y en la que, desde luego, no me apetece nada participar.