Pensamiento

Barcelona, ¿capital de un país imaginario?

7 abril, 2015 08:47

Aunque siempre me ha interesado la política, nunca había participado activamente hasta hace un par de años. En 2012 tuvo lugar la multitudinaria manifestación de la Diada y, de repente, me sentí como si viviera en una ciudad que no era la mía. En los balcones empezaron a florecer esteladas y muchos de sus ciudadanos decían abrazar la nueva fe secesionista. Fueron, para mí, unos días realmente descorazonadores.

Barcelona, esa ciudad que siempre había tenido una vocación cosmopolita y europeísta parecía verse abocada a convertirse en la capital de un país imaginario

Barcelona, esa ciudad que siempre había tenido una vocación cosmopolita y europeísta parecía verse abocada a convertirse en la capital de un país imaginario. De un país que, si llegaba a ser, se me antojaba muy poco deseable. No quería ni imaginarme tener que escoger entre ser catalana o ser española o que mis padres acabaran convirtiéndose extranjeros en la tierra en la que han vivido desde adolescentes. O que yo misma pudiera acabar siendo una apátrida porque, cabe recordarlo, en aquella época ponían las repúblicas bálticas como ejemplo.

Primero, empecé a escribir artículos sobre el tema de la secesión; después, creé junto con Rafael Arenas el colectivo Puerta de Brandenburgo y, finalmente, me afilié a Ciudadanos-C's. Lo primero que me fascinó de este partido fue la calidad humana de las personas que lo componen, tanto de sus representantes públicos como de las personas anónimas que de forma totalmente desinteresada dedican gran parte de su tiempo libre a intentar mejorar la sociedad.

De esta manera, hará cosa de un año, comencé a colaborar con un grupo liderado por la diputada Carina Mejías para crear un proyecto firme y transformador para la ciudad de Barcelona. Fue justo cuando empezaban las anteriores vacaciones de Semana Santa cuando realizamos nuestro primer cursillo para formarnos en municipalismo. A partir de entonces, no hemos dejado de aprender, de compartir conocimientos, de aportar cada uno lo que sabía desde su ámbito. Así, profesionales de la arquitectura, las ingenierías, la economía, la psicología, la cultura y un largo etcétera hemos ido confeccionando un programa que pretende situar a Barcelona en el lugar que se merece: ser una gran capital catalana, española y europeas y no una capital proviciana o, peor aun, la capital de ese “nou país” que dicen querer crear en contra de España y de la comunidad internacional.

Además de esto, ha sido un año en el que casi cada fin de semana hemos salido a las calles de la ciudad para montar nuestras carpas y entrar en contacto con la ciudadanía, para escuchar y para ser escuchados. Esto nos ha permitido comprobar como cada día el proyecto de C’s tiene más apoyo y cada vez más personas nos ven como la oportunidad de un cambio sensato, alejado de populismos y radicalismos varios. Un discurso coherente que ha acabado llegando a la población pese al ninguneo o a las campañas en contra de muchos medios de comunicación. Además, nos ha llevado a vivir momentos emocionantes como cuando la semana pasada, en una carpa en la Rambla de El Raval, se nos acercaron varias personas nacidas en otros países para darse de alta como simpatizantes del partido. Eso, sin la necesidad de crear campañas paternalistas dedicadas especialmente a ellos porque los tratamos como lo que son: conciudadanos nuestros con los mismos derechos y obligaciones.

Una ciudad que vuelva a ser atractiva para los inversores que, en los últimos tiempos, han abandonado Barcelona para irse a otras ciudades españolas, especialmente a Madrid

Todo esto me ha llevado a decidir dar un paso adelante más y presentarme como número 2 a las primarias para las elecciones municipales de Barcelona. Con ello, espero poder aportar mis conocimientos en el ámbito de la enseñanza, las lenguas y la cultura para convertir esta Barcelona en una ciudad cómoda para todos sus habitantes, una ciudad que apueste por su capital humano. Una ciudad que vuelva a ser atractiva para los inversores que, en los últimos tiempos, han abandonado Barcelona para irse a otras ciudades españolas, especialmente a Madrid, porque allí encuentran un mejor trato fiscal y se evitan las trabas por las limitativas normas en cuestiones comerciales o lingüísticas.

Y, por supuesto, una ciudad que apueste por la cultura. Mientras que en Málaga acaban de inaugurar una filial del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo y la primera sede del Centro Pompidou fuera de Francia, el Ayuntamiento de Barcelona decidió hace unos meses transformar el Museo Etnológico en una especie de museo de la identidad catalana para exponer caganers, ante el horror de la comunidad científica. Las obras de las “otras culturas” se han trasladado al Museo de las Culturas del Mundo y se exhiben sin ningún tipo de criterio aparente por lo que parece más una exhibición de coleccionismo del siglo XIX que un museo para plantear los grandes debates de la antropología actual.

No podemos permitir que sigan destrozando de esta manera nuestra ciudad. Barcelona debe volver a ser la ciudad abierta y pionera y dejar de ser esta ciudad de Trias en las que se censuran manifestaciones artísticas o se potencian aberraciones culturales de todo tipo. Es por todo esto por lo que quiero trabajar. Este nuevo reto lo he emprendido acompañada de todos los compañeros que han ido conformando diferentes grupos de trabajos coordinados por Carina Mejías. Sería imposible nombrarlos a todos, pero me gustaría hacer una mención especial a los que, por el momento, también han decidido presentarse a las primarias: Marilén Barceló, Santiago Alonso y Paco Sierra. Mucha suerte a todos.